#Opinión | La primera final
Una buena parte de los aficionados no habría apostado ni un café por encontrarnos en esta situación de privilegio antes de empezar el cuarto partido de la serie de cuartos de final de la Euroliga ante Panathinaikos. Y mucho menos después de la paliza que nos llevamos en el primer encuentro. Bueno, son cosas que pasan. No por decirlo más veces deja de ser menos cierto, pero en una eliminatoria da igual ganar por 35 que por 1, el punto vale igual. La próxima vez que nos pase, y no dudéis de que nos volverá a pasar, las mismas voces se levantarán en armas pidiendo dimisiones. Habrá que volver a explicárselo, seguro.
El Madrid arrancó frío la serie y el Panathinaikos sobreexcitado, situación ésta que sigue manteniendo el inefable presidente del club griego. No sabemos qué puede pasar hoy en El Palacio pero no recuerdo un partido que estuviese más cercano que éste de ver a uno de los dos equipos marcharse antes del final del tiempo reglamentario. Veremos hasta dónde llevan los griegos las bravuconadas de su presidente.
Panathinaikos nos abrasó con sus cartas, que no son tantas como las nuestras pero que bien usadas pueden permitirles jugar la Final Four de Belgrado. En el primer partido atacaron el bote de Doncic, y mucho más tras la terrible baja de Facundo Campazzo, defendieron las líneas de pase como si les fuera la vida y fueron al rebote en ataque como hay que ir, sin mirar atrás. Y consiguieron sacarnos del partido con mucha intensidad, mucha defensa y mucho músculo. El Xavi Pascual de toda la vida. Y nos sacaron tanto que nos dieron la mayor paliza de los doce partidos que llevamos de cuartos de final.
El equipo griego bajó las pulsaciones en el segundo partido y todavía más en el tercero. El Madrid se enderezó, arregló muchos de los problemas que había advertido en la derrota, y se llevó los otros dos partidos con escasa diferencia en el marcador pero con cierta suficiencia. La Vieja Guardia, liderada por el Gran Capitán Felipe Reyes, se resiste a ceder y quiere una nueva Euroliga. Jaycee Carroll, Rudy Fernández y Gustavo Ayón, ejemplares siempre. Ellos ya se han ganado un sitio en nuestra historia.
El factor fatiga debería estar a nuestro favor en este cuarto partido, Panathinaikos es un equipo que sobredimensiona los minutos en pista de Calathes, James, Gist y Singleton, cuatro jugadores que asumen alrededor de los 30 minutos en pista y que absorben casi todo el juego del equipo verde. El Madrid por el contrario es un equipo más coral, en el que hay muchos jugadores que pueden ser decisivos y que reparte los minutos más en función del partido que de la pizarra. Y eso en una eliminatoria a cinco partidos siempre ayuda.
Llull. El regreso del hijo pródigo, el verdadero líder espiritual del equipo. En sí misma, la vuelta de Sergio es ya un chute de confianza para los compañeros y fuego para prender la mecha de El Palacio, pero en esta ocasión además tiene una influencia deportiva excepcional. El principal problema del Madrid en esta serie, y del que Xavi Pascual es perfectamente consciente, está en el puesto de base. El Madrid arrancó la serie con Chasson Randle, el cuarto base, y Luka Doncic, el genio de 19 años que supera los dos metros, como únicos base del equipo. El resultado fue una presión alta, atacando constantemente el bote de Doncic, que ha sufrido muchísimo en esta serie, y que nos ha impedido ordenar nuestro juego. Al Madrid le ha costado jugar fluido, y eso es un problema. Llull ya está de vuelta, y las combinaciones se amplían. Luka podrá respirar, ceder el protagonismo a quien se alimenta de él, y seguramente jugará mejor con Llull al lado.
No podemos volver a Grecia. Eso ya lo sabíamos todos cuando asaltamos el OAKA y pusimos el 1-1. Pero ahora mismo ya sería trágico después de ganar el partido impar de Madrid. Quedan tres finales para levantar la Euroliga, la primera final es hoy en Goya. Las otras dos esperamos jugarlas en unas semanas en Belgrado. El objetivo está cada vez más cerca. Y ya estamos todos, ya ha vuelto Sergio Llull.
Texto: @israelloranca
Foto: Gigantes del Basket