Opinión | Hey Jude: ha nacido una estrella
En las calles de Madrid hoy resuena una melodía que todo el mundo tararea. También ha quedado el eco de esa sintonía en la ciudad condal. Y es que delante de los Rolling Stones, volvieron a quedar a la sombra de los Beatles. ¿El culpable? Jude Bellingham.
Siento que todo lo que podamos escribir, no pondría palabras suficientes a lo que Bellingham está haciendo en su inicio en el Real Madrid.
Éramos conscientes de que se incorporaba un gran jugador, pero no sabíamos lo que habíamos fichado.
El madridismo y el mundo está completamente entregado a la evidencia del nivel que Bellingham está demostrando.
En una época en la que el madridismo estaba más preparado para despedir a los ídolos de una generación dorada, que para dar la bienvenida a otros nuevos, Jude ha emergido como la estrella absoluta.
Su impacto futbolístico es evidente, pero el carácter y el liderazgo que desprende, habiendo llegado con tan solo 20 años, es de una mentalidad absolutamente ganadora. Ha llegado con la humildad del que sabe el reto que tiene por delante, pero con la confianza de saberse capaz de superar las expectativas.
Esa mentalidad no sólo ha favorecido el recibimiento de sus compañeros, quienes se deshacen en elogios hacia él, es que le ha convertido en un líder indiscutible. Bellingham es el faro que ilumina el presente y futuro del club.
Su inicio no es que sea de algo nivel, es que está siendo tan salvaje, que se puede comprar con el debut de Cristiano Ronaldo. Son 13 goles y 3 asistencias en sus primeros 13 partidos. La sensación es la misma que la temporada en la que Karim Benzema ganó en Balón de Oro. Bellingham lo hace absolutamente todo, pero sobre todo, el gol.
Los números son objetivos y evidentes, pero lo que más se destaca es su carísima. La sensación es como si Bellingham se hubiese fundido el escudo del Real Madrid en su propio pecho. Como si llevase toda la vida jugando en el club blanco. Como si no le hiciese falta aprender nada, porque ya lo ha entendido todo.
Ayer no fue más que otra muestra de todo esto. En uno de los escenarios más importantes del mundo y cuando su equipo más sufría, se inventó un gol antológico. ¿Su reacción? Volver al centro del campo, señalarse el escudo y apretar los dientes. Quería más. Ni siquiera hizo su celebración, como si supiese que la haría con su segundo gol.
Ese fue su gesto de querer más. Justo lo que Gundogan le pedía a su vestuario. Con 20 años y en su primera temporada, miro a los ojos a sus compañeros y les pidió que estuviesen a la altura de lo que su historia exige.
Y para finalizar, Jude remato la faena como más le gusta al Real Madrid. Minuto 93, ADN Real Madrid, gol de Jude Bellingham y remontada. El gol de inglés certificaba la victoria en el clásico. Y entonces si, se abrió de brazos como diciendo «aquí estoy yo». Sus compañeros le abrazaban eufóricos y el madridismo enloquecía con él una vez más.
Hoy revisando el vídeo con mi chica, me decía «parece un videojuego» mientras observábamos la celebración de Jude. Es como si toda su figura hubiese sido creada a imagen y semejanza del Real Madrid. No puede ser real que un jugador tan carismático pueda existir. Efectivamente, como si fuese de videojuego. Esa es la sensación que desprende. Jude Bellingham no es real.
Quizás habría que empezar a pensar en llamar Jude Bellingol.
Ayer Jude hizo historia en su primer clásico. Abrió los brazos como una deidad que se eleva entre los mortales. Como si en sus brazos pudiese abarcarse todo el mundo. Paró el tiempo con un gesto tan simple, como lleno de significado. Marca registrada.
El Bernabéu que durante tanto tiempo gritó el siiiiiuuu, ahora tiene otra melodía que cantar al unísono.
Hoy el madridismo se ha despertado y lo único que resonaba en su cabeza era naaaaa naaaaa naaaaa nananaaaaaaa hey Jude.
Ha nacido una estrella, disfrutémosla.
Foto: JOSEP LAGO/AFP via Getty Images