#Opinión | Gareth Bale no tiene límites
A lo largo de los últimos días la campaña de persecución que lleva padeciendo Gareth Bale desde que aterrizó en Madrid en el verano de 2013 se ha reavivado. A raíz de sus tres goles en la semifinal del Mundial de Clubes ante el Kashima, los periodistas que acostumbran a situarse en el sector hostil hacia el Real Madrid han echado más gasolina al fuego, intentando crear incendios sin resultado alguno.
Se ha dicho que Bale no muestra compromiso alguno con el Madrid, que es un jugador intrascendente, que no ha triunfado e incluso que no sabe pronunciar ni una sóla palabra en castellano. Unas críticas enormemente pobres, unos argumentos que brillan por su escasez de realidad. El Real Madrid y el madridismo no pueden estar más que agradecidos a un Gareth Bale que de nuevo ha sido vital en la consecución de un título, el tercer Mundial de Clubes consecutivo, el cuarto desde su llegada a Chamartín. Ha sido justamente premiado con el Balón de Oro de ese torneo al que solo tienen el privilegio de acudir los campeones de los distintos continentes, pese a que exista una tendencia clara a menospreciar el campeonato cada vez que lo disputa el Madrid.
Es falso que Bale no muestre ningún compromiso con el Madrid. Es un futbolista que jamás ha dado ninguna polémica, ninguna salida de tono desde que pisó por primera vez el Santiago Bernabéu. Si precisamente hay algo que no se le puede negar a Bale es su compromiso, a un tipo que acude a entrenar, se machaca en el gimnasio y después se marcha a su casa a descansar para poder ofrecer lo mejor de sí mismo en el césped, no se le puede achacar ninguna falta de profesionalidad, disciplina o responsabilidad.
Tampoco es cierto que haya sido un jugador intrascendente, siempre que sea oportuno, no me cansaré de recordar sus goles en la final de Copa en 2014 que nos da el título, o el de Lisboa ese mismo año en una final apoteósica ante el Atlético en la que terminamos conquistando la ansiada Décima, su golazo ante el City en la semifinal de la Champions al año siguiente que nos da el pase a una final en la que, mermado, se anima a lanzar uno de los penaltis en la tanda, acertando y anotando el tanto, o su brillante temporada en el 2017 en el que ganamos la Duodécima y nuestra última Liga, antes de caer lesionado, o por supuesto sus golazos en Kiev que resuelven una final que se antojaba complicada tras el empate del Liverpool y, también, sus brillantes goles y actuaciones en Supercopas y Mundiales.
Es un jugador amortizado y que ha triunfado más de lo esperado vistiendonde blanco, decir lo contario es mentir, ¿o ganar 4 Champions y 4 Mundiales es no habrr triunfado? Además, también es mentira decir que no sabe hablar castellano, crítica que por cierto me parece absurda, dado que se expresa perfectamente, algo que ya ha demostrado en más de una ocasión. Lo que pasa es que a algunos les molesta que Bale no hable en castellano con la prensa, decisión hábil del galés, conocedor de las malinterpretaciones de las que suelen sustentarse las distintas polémicas en la prensa deportiva española.
Como madridista estoy muy orgulloso de un Bale que no sólo está francamente comprometido con el Real Madrid, club al que ama, sino al que además su gran fútbol le ha dado títulos. Bale es ese jugador que es capaz de marcar la diferencia en los momentos decisivos y así lo ha venido haciendo en el Real Madrid. Las campañas contra Bale abundan y resultan injustificables, pero el madridismo no debe caer en la trampa, Gareth es de los nuestros como lo son cada jugador que se deja hasta la última gota de sudor en el campo por ayudar al Real Madrid.
Foto: El Confidencial