Opinión | Es la actitud, idiota
Entre fichajes frustrados y derrotas dolorosas, la pretemporada del Real Madrid ha sido una de las más calientes que uno recuerda a sus 37 primaveras. Que si viene Pogba, que no hay dinero para Neymar, la lesión de Asensio, James y Bale con las maletas siempre preparadas y nunca listas… quizás hayamos asistido al verano más paradigmático de este club: carne de meme, de críticas desaforadas de seguidores propios y burlas de aficionados ajenos. Si eres un/a extraterrestre y acabas de aterrizar en este planeta, bienvenido/a, esto es el Real Madrid.
Después de esas tormentas, el enfermo blanco no ha recaído de su gripe, es más, incluso se ha permitido un paseo para disfrutar de bonitos atardeceres en pleno agosto. La medicina, la mejor posible, tres puntos en un partido de verdad, de Liga, como dijo Benzema en Munich, ejerciendo de capitán mucho más que algunos que han portado el brazalete durante mucho tiempo por mera antigüedad.
Y no, no vino Pogba, probablemente tampoco no lo haga Neymar, Kubo y Rodrygo se foguearán en el Castilla y encima Hazard está en la enfermería. Pero resulta que este equipo recordó algunas de las fórmulas que le llevaron a ganar algo, algún titulillo insignificante como la Champions, se puso el mono de faena en Balaídos y se embolsó los primeros puntos de la temporada. ¿Suficiente? Evidentemente hay mucho margen de mejora, lunares a estudiar, pero la mesura que desaconseja visitar Cibeles por ganar en Balaídos también invita a poner en tela de juicio las pesadillas veraniegas, aunque éstas sean en todo un derbi con el Atlético.
Porque más allá del juego mostrado en Vigo, lo esperanzador es que Bale se fajó en defensa, que Vinicius no se cansó de ayudar a Marcelo, que Kroos volvió a marcar el ritmo que le convenía al equipo… en todos esos pros hay una clara incidencia del factor físico pero, por encima de todo, hay que destacar la implicación, eso que los cholistas llaman intensidad, en una palabra: actitud.
Para gustos los colores, pero a mí no me quedan dudas de que si Bale tiene fe y suerte con las lesiones no hay cinco futbolistas mejores en su posición; que si Kroos y Modric están a tono y con la moral intacta forman un trío difícil de superar junto a Casemiro; y que si Marcelo se cuida y recupera la sonrisa el Madrid tiene al lateral menos previsible del mundo en ataque y, por tanto, a uno de los más desequilibrantes.
Al final resulta que no era cuestión de fichajes de campanillas, de nombres, ni siquiera de esquemas con tres centrales. Todo era mucho más sencillo. La actitud, idiota.