Opinión | El Real Madrid como sinónimo de resiliencia
Resiliencia: capacidad que el Real Madrid atesora para adaptarse a la adversidad reponiéndose ante cualquier circunstancia o amenaza.
Es una habilidad que hace que el club blanco sea más peligroso cuanto mayor es el peligro.
Como un boxeador que soporta los puñetazos del adversario supurando sangre, sudor y lágrimas. Un luchador con la convicción de que conectará el golpe ganador cuando menos lo esperen.
El Real Madrid es un felino rabioso acorralado. Está encerrado, pero solo necesita un resquicio para despedazar al rival.
Como una flor que crece en el cemento ardiente de una gran ciudad. Un oasis en medio del desierto. Una inversión termina que hace que todo salte por los aires en cuestión de segundos.
El Real Madrid es el fuego agonizante que se reactiva con una chispa.
Es Nadal en un partido con dos bolas de partido en contra.
Una mandarina de Llull en el último segundo desde el centro del campo.
El minuto 93 de Sergio Ramos.
El infierno del Bernabéu que devolvió a los parisinos a la revolución francesa.
La locura de lo imposible desafiando a Cronos y su control del tiempo contra los ingleses.
El Real Madrid ha convertido la resiliencia en un estado cotidiano en el que se maneja peligroso y acechante como un tiburón que huele la sangre.
Una especie de trance en el que el madridismo vive sabiendo que su momento va a llegar por imposible que parezca.
Para el Real Madrid no hay leyes universales. No hay una montaña que no pueda escalar, ni golpe ante el que pueda sucumbir.
Resiliencia es la capacidad que Jude Bellingham sostiene en sus dos brazos abiertos mientras el estadio canta su canción.
Es Tchouaméni sonriendo a los que dicen que no sirve para el Real Madrid.
Vinicius convirtiéndose en uno de los mejores futbolistas del mundo después de las críticas y las campañas de desprestigio.
Kroos y Modric luchando contra el inexorable paso del tiempo.
Joselu encontrando el camino de vuelta de casa.
Courtois, Militao y Güler librando su batalla más dura en el silencio que aguarda fuera del terreno de juego.
Carvajal demostrando que nos equivocamos una vez mas.
Camavinga adaptándose a cada posición del campo.
Brahim y Ceballos tercos en su idea de triunfar por difícil que sea.
Nacho y Rüdiger sosteniendo el equipo cuando más se les necesita.
Valverde despejando la inseguridad de un golpe seco y violento.
Rodrygo caminando por el desierto de el laberinto de la sequía del gol sabiendo que encontrará la salida o derribará la puerta.
Ancelotti regresando al lugar donde fue feliz.
El madridismo recaudando dinero para levantar el Santiago Bernabéu.
Y es que tal vez lo que hace grande al Real Madrid no entienda de cómo y porqué como diría Vetusta Morla.
Lo llamamos ADN, pero quizás, como un truco de magia, no haya forma de entender.
Es posible que no haya forma de explicar cómo este equipo regresa una y otra vez, temporada a temporada, partido a partido, minuto a minuto.
A lo mejor lo que le pasa al Real Madrid es que ha convertido la resiliencia en un sello de identidad propio, en una habilidad indivisible de su escudo y su camiseta.
Foto: Francesco Pecoraro/Getty Images