Opinión | El halago debilita
JAIME REINA / AFP via Getty Images
En el fútbol, como en la vida, el halago debilita y te hace más pequeño a pesar de lo gigante que puedas ser, y eso es lo que le sucedió al Real Madrid frente al Mallorca en Son Moix. El empate, con sabor a derrota, dejó ver que Ancelotti tiene que corregir varias cosas de cara a los próximos encuentros
El Real Madrid empató a uno en el debut liguero frente al Mallorca, en Son Moix, con las nuevas caras de la temporada 2024-25. Mbappé, Vinicius, Bellingham, Rodrygo… formaron un ataque de ensueño, pero el conjunto dirigido por Carlo Ancelotti no pudo vencer al conjunto bermellón, después de que se adelantara en la primera parte con un golazo de Rodrygo, tras una jugada colectiva de videojuego, para estrenarse en Liga, como ya sucedió el curso pasado. El resultado fue distinto, porque los blancos solo consiguieron un punto con sabor a derrota.
Tras una primera parte buena de los blancos, el Mallorca, que partía como el equipo inferior, se comió al Madrid en todos los sentidos. Por actitud, por juego, por ocasiones e incluso, por físico. Hacía mucho tiempo que eso no sucedía, quizá se notó más porque era el primer partido, eso es cierto, pero el empate en Son Moix es el claro ejemplo de que por muy invencible que te sientas o puedas llegar a ser, siempre hay cosas que mejorar y aspectos a corregir. Y eso debe hacer (y seguro que hará) Carlo Ancelotti con los suyos en las próximas semanas.
Después del encuentro, el enfado en el Real Madrid era palpable. O más bien, decepción. Era un golpe de realidad, que nunca viene mal, para mejorar, corregir, aprender y volver. Es un empate y no hay que hacer dramas, pero el conjunto madridista dejó mucho que desear en los segundos 45 minutos.
Un Real Madrid desdibujado en Son Moix
Ni Vinicius, ni Bellingham, ni Modric, y ni siquiera Kylian Mbappé, que lo intentó constantemente pero se topó con Greif, tuvieron fortuna. Ni rastro del equipo insaciable que días antes contra la Atalanta se había visto. «No hay excusas, hoy faltó actitud», decía de forma muy crítica el técnico transalpino en la sala de prensa de Son Moix, muy enfadado con su equipo.
Son Moix es uno de esos estadios donde se ganan Ligas, y el Madrid perdió una gran oportunidad de empezar con buen pie y, por ende, con buenas sensaciones, pero no pudo pasar del empate a uno y demostró que por mucha dinamita que tenga arriba, aún falta más fútbol para este tipo de partidos en los que el rival se encierra atrás para contragolpear y aprovechar los espacios.
El Mallorca jugó a lo que quiso y el Real Madrid estuvo a su merced, incómodo, sin ideas y sin ese peligro del que estamos tan acostumbrados a ver. No hay que alarmarse ni volverse locos porque tan solo estamos en la primera jornada del campeonato, pero la sensación es amarga en un estreno que ha hecho ver que el halago siempre debilita.