Opinión | El Gato Blanco
El primer recuerdo que tengo de ti fue en el sofá de mi primo. Estábamos viendo un partido del Lyon mientras cenábamos una pizza. Sabía de fútbol y te señaló cuando salía la alineación en la pantalla. Me dijo, «ese de ahí va a ser el mejor delantero del mundo, ojalá lo fiche el Madrid», mientras le daba un buen bocado a su cena.
Supongo que Florentino nos escuchó de algún modo, y fue hasta tu casa en Lyon para traerte bajo su brazo. Es una de mis historias favoritas del fútbol. El otro día hablaba con mi amiga Beatrice, sobre si el fútbol era arte o no. Ella me dijo que el arte eran las historias de su alrededor, pero le enseñé un vídeo de Zidane y me dió la razón, porque cada vez que tocaba el balón cambiaba el césped de color.
Contigo me pasa parecido. Cuando te empecé a apreciar fue la misma sensación que cuando estás viendo un vídeo a baja calidad y de pronto se actualiza y se ve en 4K. Recuerdo ese día, además.
Yo no seguía mucho el fútbol, pero sí que veía casi todos los partidos del Real Madrid, y te empezaron a llamar gato. Siempre he sentido cierta fascinación por los felinos. Una vez hice un test online de preguntas rápidas y respuestas aún más cortas, humeantes como un revólver, y a la pregunta de qué animal asociaría a mi futura mujer, mi primer pensamiento fue un gato; preciso, elegante y discreto. Fluido, como Bruce Lee.
Por eso nunca conseguí asimilar que se te llamara gato de manera despectiva, y te aprecié más a partir de ahí. Los «perros» acabaron todos fuera del club, de malas maneras, pero tú te reinventaste cada año, más de siete veces. Daba igual desde dónde cayeras, siempre era de pie. Recuerdo muy bien tu famosísima frase, «yo juego para los que saben de fútbol». Supongo que muchos te apreciaban porque sabían. Yo aprendí a saber a base de apreciarte.
Luego vino tu tramo más heróico. Salvador de lo que conocemos como fútbol. Una de mis frases favoritas sobre ti se la leí a uno de mis tuiteros favoritos (@raulschalke7): «Benzema nos quitó la venda de los ojos y se la puso en la mano para recordarnos lo ciegos que fuimos». Y fue esa mano vendada, con el índice señalando al cielo después de taladrar al Paris Saint-Germain, la que te consolidó como un ente sobrehumano.
Muchos han intentado programar o dominar el fútbol porque es cierto que tiene reglas simples y eternas, pero eso es algo que tú nunca hiciste. Tú entendiste su razón de ser, lo acompañaste en su esencia puramente incontrolable, que es lo que lo separa del cálculo y el poder humano; y te devolvió el mayor regalo de todos: una botella de gloria en tu palco de grandeza; trascendencia.
En fin, ahora que te vas, tengo que ir a Londres previa escala en Berlín, y no he hecho las maletas todavía porque no sé ni cómo voy a digerir no gritar más tus goles con la camiseta blanca. Pero el Real Madrid se reinventará, algo habrán aprendido de ti.
Gracias por todo Karim, pero sobre todo, por enseñarme
Texto: @Cruzetus
Foto: Florencia Tan Jun/Getty Images