#Opinión | El antimadridismo no descansa, ni descansará
En Ámsterdam, el pasado miércoles, el Real Madrid logró sobreponerse a un aguerrido, atrevido y elocuente Ajax por dos goles contra uno. La primera parte fue de un claro dominio de los holandeses, que parecían tener el premio a sus gran desempeño cuando Tagliafico marcó lo que significaba el 1-0 parcial en el marcador. Parecía que todo estaba bien, pero intervino el Árbitro Asistente de Vídeo (VAR, por sus siglas en inglés).
Tadic, delantero del club blanquirrojo, estaba en fuera de lugar, aunque pareciera no intervenir directamente en la jugada; lo cierto del caso es que si intervino, probablemente sin intención, en la trayectoria de Courtois hacia el bloqueo del remate. La UEFA, tras finalizar el compromiso, explicó detalladamente por qué la decisión tomada por el árbitro fue correcta. Pero, como siempre, el antimadridismo comenzó a rabiar sin siquiera haber visto la jugada o conocer los distintos casos en los cuales puede sentenciarse un fuera de juego.
Este grupo de antimadridistas pasó media temporada riéndose de los tropiezos del club más grande del siglo XX. Es lo más sencillo, es lo más fácil, hablo del hecho de querer destruir porque sí al equipo más exitoso de España y de Europa cuando no pasa por su mejor momento. ¿Y qué ocurre cuando ese mismo equipo retoma la forma y comienza a ganar nuevamente? Las risas de ese grupo se transforman en lágrimas, lágrimas de rabia porque parecen no soportar el hecho de que un mismo equipo va a cumplir más de 1.000 días continuos como el rey de la competición más importante del mundo en cuanto a clubes se refiere.
Lo curioso, dentro de todo esto, es que hay una constante: siempre, pero siempre, están atentos a lo que hace el Real Madrid. Para reír y luego para llorar, pero siempre están ahí, atentos, esperando a que haya una derrota en Ipurúa por 3-0 para hacer resonar sus carcajadas, pero luego sucede una jugada polémica en la que el reglamento favorece al club blanco y ahí las carcajadas se transforman en gritos de «robo», «injusticia», «el Madrid solo gana así».
Este grupo, conformado por mucha, pero mucha gente, nunca descansa. Ellos están empeñados en decir que el Madrid solo gana en Europa porque ahí «puede ser favorecido tranquilamente», que en España el Madrid no gana porque ahí sí cumplen con su labor los árbitros. Sin caer en especulaciones, si me dan a escoger y tras ver el uso que se le ha dado al videoarbitraje en La Liga, me inclinaría más a pensar que la situación es un poco al revés: hay ciertas decisiones, dentro y fuera del terreno de juego, que parecieran querer favorecer a un equipo por sobre muchos otros, no solo sobre el Real Madrid, cabe acotar. Pero solo el tiempo y el periodismo serio serán capaces de explicar en profundidad toda esa compleja situación. Ese grupo, al final del día, no sigue o apoya a ningún equipo, simplemente detesta tanto al Madrid, que necesita ver cómo lo hace partido tras partido; la sorpresa para quienes lo conforman es que por mucho que rían, al final, casi siempre, terminan llorando, como en Lisboa, como en Milano, como en Cardiff o como en Kiev, en donde un gol de alta factura hizo de esas lágrimas un gran río por el cual navegó el madridismo con su decimotercera Copa de Europa.
A fin de cuentas, el VAR de la Champions, a diferencia de la mayoría de las veces que se ha utilizado en La Liga, parece acercarse más a lo que sus creadores esperaban: corregir algún error cometido por los colegiados de turno, como convalidar un gol en el que había un rival obstaculizando al portero de un equipo, por ejemplo.
Texto: Simón Antonio do Couto
Foto: La Rambla Barcelona