#MonstruosRM | Y si no, nos enfadamos.
Mi primera película en color del Real Madrid fue una Commedia all’italiana: la Séptima. Recuerdo que cuando terminó, cuando Hierro alzó la Copa de Europa y la palabra Fine apareció en la pantalla, mi primer pensamiento fue para Bud Spencer y Terence Hill. Sí, sí, ya sé que tratándose de la Juve aquella epopeya moderna hubiese encajado mucho mejor con uno de aquellos majestuosos Péplum de los cincuenta, con algo de neorrealismo o con Claudia Cardinale en “Rufufú”, pero no, lo siento, mi primer pensamiento fue para “Y si no, nos enfadamos”.
Cuando vi por primera vez esta película tendría siete u ocho años y el poco cine que conocía era en blanco y negro: sesiones dobles en un ruidoso gallinero viendo a Tarzán saltar de liana en liana y al Zorro haciendo su marca en la frente de algún pazguato. No es que yo tuviese nada contra Johnny Weissmüller o Tyrone Power (Dios me libre), pero pónganse en mi lugar, uno va a la sesión infantil, compra un sobre de aquellos polvos pica pica que te producían cosquilleos en la boca, un par de chicles Bazoooka y de repente irrumpen ellos, unos modernísimos Bud Spencer y Terence Hill conduciendo un buggy rojo, cortejando a una preciosa (Ay) funambulista y peleando contra un montón de mafiosos en una fiesta llena de globos de colores. El cielo era aquello. El cielo era la Séptima.
Aquella Juve cometió el mismo error que los mafiosos de medio pelo de esta película. Se sintió superior. Tenía en su nómina a Tacchinardi, Deschamps, Davids, Del Piero, Inzaghi, Zidane…
Era un equipo temible, lo tenían todo para amedrentar, extorsionar y vencer, así que cuando Bud y Terence fueron a reclamarle el bólido rojo y la Copa de Europa, este, con tono desafiante, se negó. Lo que no sabía este pobre desgraciado es que debajo de esos dos nombres cinematográficos tremendamente hollywoodienses se escondían dos tipos llamados Carlo y Mario.
¿Alguien, en su sano juicio, puede imaginar a un grupo de camorristas, por muy mafiosos que estos sean, venciendo a dos italianos como Carlo “Bud” Pedersoni y Mario “Terence” Girotti en una pelea? Imposible. 1-0. A la italiana. Gol de Mijatovic para la historia. ¡Viva el color! ¡Bravísimo ragazzi!
Estoy convencido de que ese día Zidane, mucho antes de que Florentino le preguntase en una servilleta si quería fichar por el Real Madrid, supo que el mejor gol de la historia de la Champions lo marcaría él vestido de blanco. El destino venía en forma de volea.
El año pasado, el de la Duodécima, estos espagueti no habían encajado más que un par de goles en toda la Champions. Una vez más, como todo equipo que se enfrenta al Real Madrid, como el PSG hace dos telediarios, eran favoritos. Siempre son favoritos. Ayer mismo leí a Buffon decir que “A Cardiff llegamos con demasiada confianza”. Y claro, la historia del Madrid tiene la costumbre de coger la confianza del contrario, hacer una bola con ella, echarle una pizca de sal y digerirla.
Siempre he sido un enamorado del fútbol italiano. No conozco a nadie que compita mejor que ellos. En muchas ocasiones, a pesar de contar con Mario y Carlo en nuestras filas, nos han hundido en el mar después de llenarnos los pies de cemento y ponernos un canario en la boca. Son gente dura, concentrada, capaces de resistir cualquier asedio. Nunca te fíes. Buscan vendetta.
Hoy va a ser un gran partido. Hoy juega el Real Madrid. Nuestra mayor ventaja se sienta en el banquillo. Tenemos un entrenador con ascendencia italiana. Zidane es Rómulo y Remo, el Tíber, el Vesubio y una tarantella napolitana. Zidane es Julio César domesticando a los bárbaros.
Es posible que la Juve imite al mafioso de “…Altrimenti ci arrabiamo!” y haga lo mismo que cualquier equipo que se enfrenta al mejor Club de la historia cuando este le pide paso para ganar una nueva Copa de Europa. Negarse.
Yo les recomendaría que tengan cuidado, mucho cuidado:
“Y si no, nos enfadamos”
Texto: @FGwynne