#MiradaBlanca | El baloncesto español ha muerto
Han pasado más de 72 horas y aún sigo anclado en mi asiento del WiZink Center con un rebote (mira, como el de Randolph) de tremendo nivel pero también con un desasosiego tremendo ante el daño que se ha producido a nuestra institución y a todo el baloncesto español en general.
Lo ocurrido en la última jugada es tan grave que, como ya dije en la entrada de La Hora de Madridista Real, el baloncesto tal y como lo conocemos ha muerto. Porque esto es un escándalo de proporciones bíblicas que ha dejado una estocada de muerte a la ACB. Que nadie se engañe, lo ocurrido marca un antes y un después en nuestro deporte.
No, no es lo mismo la falta no señalada a Randolph sobre Singleton que la canasta concedida a Tomic. Que nadie os engañe. Una es un error de apreciación garrafal del árbitro, digno para meterle en la nevera al menos un mes, el otro solo tiene un nombre: prevaricación. Estas jugadas si hubieran sido homologables hace 56 años, cuando no existía el Instant Replay. Sin Vídeo ambas jugadas serían tremendos errores arbitrales que decidían un torneo. Una vergüenza para el arbitraje al nivel de la del año pasado con la falta sobre Jeffery Taylor. Pero esto es diferente.
A los futboleros que os digan que al final se hizo justicia respondedles que si en el descuento de una final de Copa en el que fueran empatados ante su eterno rival dejan de pitarles un penalty clamoroso que además conllevara la expulsión y justo en la siguiente jugada, el rival volviese a tirar y el balón golpeara en el lateral de la red y entrara porque esta estuviera mal anclada y tras consultar con el VAR los colegiados sorprendentemente diesen gol y a continuación pitasen el final del partido dando como campeón a su rival. Si todo eso se produjese, preguntadles si les parecería justo, una compensación lógica y para nada reclamable.
Exacto, la introducción del vídeo es la clave que diferencia un arbitraje horroroso de una vergüenza que pone una mancha indeleble en la competición fetiche de la ACB. La jugada es tan clara que ni siquiera la excusa de que los árbitros no eligieron las cámaras correctas cuela. Y es que aunque así fuera para que una jugada sea considerada interposición no sólo es necesario que no toque el aro (cosa que se produjo pero que en las imágenes vistas por los colegiados no queda claro) sino que el balón debe tocar el tablero antes de que lo toque el defensor (algo que tampoco se produce). Vamos, una jugada meridiana que vimos todo el pabellón. Pese a que el realizador hizo un Óscar Lago y durante toda la Copa en los marcadores del pabellón cortaban las jugadas claves para que no las viésemos en esta ocasión se le escapó lo suficiente para que toda la afición madridista celebrásemos el título. Sin embargo, en cuanto vimos que los colegiados seguían mirando nos dimos cuenta que algo iba mal, que la mala leche con la que salimos el año anterior los que estuvimos en el Gran Canaria Arena tras la falta a Taylor iba a ser multiplicada por mil por haber sido en nuestra propia casa, con nocturnidad y alevosía.
Sin embargo, lo peor aún estaba por ocurrir. Que los árbitros se traguen el silbato y te birlen un título es muy grave. Digno de despido inmediato. Pero que la ACB,a diferencia de otras entidades como la Euroliga o la NBA, se niegue a reconocer el error-porque hablar de errores en abstracto no hace más que aumentar el agravio- es un error mayúsculo aún más grande que ha llevado a que, según informan muchos medios, el equipo madridista se plantee incluso abandonar la competición. Pero ese es otro tema que trataremos en otra ocasión.
Que nadie se engañe. Si piensan que con esto pueden acabar con el equipo blanco están muy equivocados. No tienen más que retroceder 365 días cuando, tras ver como se nos atracaba en Canarias (sin Instant Replay, eso sí) el equipo madridista se levantaba y acababa ganando Liga y Euroliga. Algo que si hay alguien capaz de repetir es el Real Madrid. No habría mejor respuesta que eso. Hagámoslo.