#MiradaBlanca | Con el corazón por bandera
A diferencia de en otras ocasiones, el Real Madrid acude a esta Final Four sin la obligación de salir con el trofeo bajo el brazo. Entiéndanme, cuando se lleva la casaca blanca no se puede contemplar otra opción que no sea la de campeonar, pero este fin de semana en Belgrado se parece más al de Londres que al de Milán, Estambul o, por supuesto, Madrid. A las Final Four disputadas en Italia, Turquía o España, el Madrid llegaba tras un desembolso importante y una temporada brillante sin apenas contratiempos. Nada que ver con esta temporada.
Pese a incorporar a siete jugadores a lo largo de la campaña(incluyendo la vuelta de cedidos y el ascenso de canteranos), el desembolso realizado por el club de Concha Espina ha sido mucho menor que otras temporada lo que ha acabado conllevado que -casi con total seguridad-de todas ellas, probablemente sólo tres puedan jugar en Belgrado (Campazzo, Causeur y Tavares). Además, al equipo madridista le ha asolado una plaga de lesiones que ha provocado que jamás Laso haya podido contar con toda su plantilla al completo y, pese a que la cosa ha mejorado, no pueda hacerlo en el resto de temporada (a Kuzmic no se le espera hasta el año que viene). Para colmo, alguna derrota inesperada y un cúmulo de casualidades llevó al equipo a jugarse su presencia en la Final Four sin ventaja de cancha ante un Panathinaikos que hizo todo lo humanamente posible (y más allá) para conseguir el favor arbitral. Pues bien, pese a todo esto (y a diferencia de lo ocurrido el año pasado- y este mismo- con otro club que conocemos bien) el Madrid no solamente se ha proclamado campeón de la Liga Regular mucho antes de su final y estuvo a punto de ganar la Copa del Rey (aún espero los cánticos de “era personal, era personal”), sino que además ha logrado alcanzar la Final Four con solvencia.
La lógica dicta que, junto a Zalgiris, somos la víctima propiciatoria. Las apuestas son claras, no pasaremos de semifinales. El CSKA lleva una campaña prácticamente impoluta en Europa y cuenta con estrellas que si no están ya en la NBA es simplemente por las casualidades que da el baloncesto. Itoudis tiene, ya completamente recuperados, al mejor base (De Colo) y al mejor defensor del campeonato (Kyle Hines) a su disposición (De Colo y Hines). Además el técnico griego cuenta con un Sergio Rodríguez al que conocemos de sobra y al que parece que le debemos algo(en los dos partidos jugados este año ante ellos ha sido el mejor de los rusos) y a otro viejo conocido como Othello Hunter. Somos conscientes de que físicamente no tenemos nada que hacer ante ellos y que en un concurso de tiro aún menos, no en vano el CSKA es el líder en porcentaje en tiros de campo con un 53% de acierto gracias a jugadores del nivel de Clybur, Higgins o Rudd además de a peligrosísimos secundarios como Fridzon, Antonov o Kurbanov.
Viendo este panorama y siendo conscientes de que aunque lográramos derribar el muro rojo , previsiblemente aún tendríamos que superar otro al menos tan alto como este (Fenerbahçe) más de uno ondearía la bandera blanca. Sin embargo, nuestro equipo marcha a Belgrado convencido de ondear una bandera blanca muy distinta, una que tenga el escudo del Madrid grabado y que sea la que este domingo acabe dominando toda la capital serbia. Convencidos de que nuestra calidad no es menor que la del rival. Decididos a demostrar que que las verdaderas estrellas de esta Final Four no responderán al nombre de Nando, Kostas o Kevin sino que se llamarán Luka, Sergio, Facundo, Chasson, Fabien, Rudy, Jeff, Santiago, Dino, Trey, Felipe,Tony, Edy y Pablo. Tal vez CSKA y Fenerbahçe tengan el poder económico y organizativo, puede ser que en el caso de turcos o lituanos sean mayoría en las gradas y es posible que los lituanos sean los que lleguen con más ilusión a esta Final Four que cualquiera de los otros equipo. Pero hay en algo que ni Fenerbahçe, ni CSKA ni Zalgiris pueden competir con nosotros, algo que el equipo madridista lleva demostrando que tiene más grande que nadie y que es precisamente lo que ha hecho que a muchos madridistas (incluídos más de 20 miembros de la peña que tengo el orgullo de presidir) no les importe hacer un trayecto infernal hasta Belgrado con casi 400 kilómetros en autobús incluídos o quedarse sin vacaciones por ver a su equipo.
La Gloria de la Final Four nos espera y nosotros nos dejaremos hasta la última gota de sangre (tanto en la cancha como en la grada) por conquistarla. Porque si hay en algo que nadie puede ni podrá competir con los nuestros eso es en el corazón.
Texto: @jmcanasv
Foto portada: ABC