#MemoriasMadridistas | Capítulo I: Fuenlabrada
A veces la vida nos sorprende con pequeños gestos que se convierten en enormes montañas. Estoy tumbado en la cama de la habitación de invitados de mis tíos. Ellos viven en Madrid. Yo en Barcelona. No suelo tener muchas oportunidades para ver a mi equipo: el Real Madrid.
Ayer por la tarde mi madre vino a buscarme al colegio. Tenía una sorpresa de cumpleaños. Nos veníamos ella y yo a Madrid, a ver a mis tíos y mis primas. Durante el viaje me dijo que había intentado que coincidiera con algún fin de semana que hubiera partido de baloncesto en el Palacio pero, por desgracia, no era posible. Bueno… Siempre es bonito y divertido ver a la familia. Cambiar de aires. Salir de la rutina… Aunque no voy a negar que me entristeció un poco.
Mis primas son más pequeñas y no paran quietas, pero me gusta mucho jugar con ellas. Son muy cariñosas y alocadas. Sin embargo, mi tía tenía preparado una sorpresa para mi. No. El Madrid no jugaba en el Palacio, pero no había viajado muy lejos. Jugaba en Fuenlabrada. Y allí nos fuimos Me sorprendió lo pequeño que era… Creo que incluso donde juego yo es más grande.
Pero ahí no se acababan las sorpresas. No solo iba a ver el partido en directo. Además, lo iba a ver con una de las peñas del Madrid: los Ojos del Tigre.
¿Cómo definir la emoción de estar a unos metros de mis ídolos? ¿Cómo explicaros lo que se siente cuando se está rodeado de gente que vive tan profundamente el baloncesto, que no dudan en recorrer kilómetros, en gastar sus días, sus ahorros en seguir a nuestro equipo?
Solo me llevo un mal sabor de boca por dos cositas. Me hubiera gustado tener la oportunidad de que los jugadores me hubieran firmado en mi libreta; pero bueno… eso ellos no pueden controlarlo. Lo que sí podían haber controlado fue su actuación al final del partido. Se fueron directamente. En ningún momento se volvieron hacia la zona donde estábamos para agradecer el apoyo recibido. Son pequeños detalles que nos hubiera llenado a todos.
Y ahora estoy en la cama de mi tía. En unas horas cumplo 12 años. Asimilando todo lo vivido. Intentando recordar todos los cantos que me han enseñado hoy. Mirando las fotos que he hecho con el móvil… Y tan agradecido por esas horas que me han regalado: mi madre, mi tía, la peña de Los Ojos del tigre… Y sí, lo sé. Es un pequeño gesto, algo que muchos considerarán insignificante… quizás no lo ven con los ojos de un niño de 12 años que vive a 700 kilómetros de su equipo de baloncesto. Sí. Quizás no era el partido más importante o emocionante del mundo… Pero para mí lo fue. Hay momentos que se quedan grabados en la mente. Saltar, animar, dejarme la voz, sentirme uno de ese increíble grupo… Y, encima, ver ganar a nuestro equipo. Hoy he cumplido un sueño. Y puedo decir en voz muy alta, que es el mejor regalo de cumpleaños que he recibido hasta ahora.
Texto: @martasebastian
Foto: Los Ojos del Tigre