#LaCiudadDeLasEstrellas | El Madrid, mejor con dos copas
Todos tenemos por amigo ese tipo tímido, más bien aburrido, que no destaca por otra cosa que por no arriesgar demasiado. Tono comedido, camisa de cuadros y raya al lado. En definitiva, el “yerno perfecto”.
Por otro lado, está el que lo intenta, pero no puede. A las citas, entrevistas o cumpleaños siempre va con buena intención. Se echa su mejor perfume, plancha su camisa y se arregla el peinado antes de salir. Pero acaba llegando con prisas, despeinado, sudando y con el nudo de la corbata mal hecho. Este amigo, una vez concluido el aburrido trámite, pasa a lo importante: ¿dónde están las copas?
Este amigo, es el Real Madrid. Un Madrid que ayer salió con el traje de gala. Hizo un partido correcto, ordenado y aseado. Todo iba como planeado durante mucho más tiempo de lo que estamos acostumbrados en estos Clásicos, que no son más que la boda de un conocido. Todo va bien hasta que no va bien.
En las bodas el detonante normalmente es una bebida derramada, un vestido de novia manchado o uno de esos discursos tan arriesgados que se suelen dar en este tipo de eventos.
En los Clásicos es un gol de Messi, una expulsión de Ramos o un penalti a favor del Barça.
Ayer no hizo falta nada de eso, fue una jugada sencilla por banda izquierda culminada por Suárez. El Real Madrid no se le vio acelerado ni así. Seguía buscando el empate con paciencia. Luego llegó el segundo y el tercero y el partido murió con aparente tranquilidad. Todos regresaron a casa sin mucho más que decir, ni que contar. El Madrid más rutinario, sin mucho vértigo ni sobresaltos.
Pudo, y debió salir bien, pero no lo hizo. Si algo nos ha enseñado la historia reciente del Madrid es que sí bien se maneja como pez en el agua en terrenos pantanosos, no lo hace, ni mucho menos, en el día a día. Para este equipo un partido nunca debería ser como ir a la oficina un lunes por la mañana.
Igual ya es hora de entender que al Madrid no se le da bien esperar sentado en una silla, dando buena imagen, tratando de no desentonar demasiado y destacar por esa sensación de perfección. Y no seguir insistiendo. El Madrid no es ese tipo de equipo como aquel amigo no es ese tipo de persona. Es mejor disfrutar de su presencia cuando ya lleva dos copas.
Con el Madrid liderado por sus más jóvenes igual es entendible que se fuera, ayer, antes de tiempo. Pero el Madrid solo lo es en su más pura expresión después de haberse tomado unas cuantas y bailar con la corbata en la cabeza. Uno no puede cambiar lo que es.
Esta temporada es posible que el Madrid no tenga suficiente Rock’n’Roll para sobrevivir hasta la hora de la verdad. Pero los amantes del espectáculo no nos iremos a casa antes de tiempo, simplemente por no perdernos nada por si acaso al final hubiera fiesta.
Por todo ello, si ese tipo de amigo te pide una copa, invítalo encantado. Si juega el Madrid, no olvides tomártela tú.
Texto: Sergio Espinosa (@_marcus_goldman)