#LaBoticaMadridista | Sutiles diferencias
Tras los dos últimos partidos disputados por el Real Madrid, en los que afrontaba el primer puerto que había que ascender en esta Liga, enfrentándose al Sevilla y al Atlético de Madrid, los resultados no han sido los esperados, habiendo conseguido solamente un punto de los seis posibles. Bien es cierto que eran dos jornadas en las que cabía algún pinchazo, y que al menos seguimos en la parte alta de la clasificación, pero tras la exhibición frente a la Roma todos esperábamos más del equipo.
Pero aceptando que se podían ceder puntos en estas jornadas, hay una gran diferencia en cómo se perdieron unos y otros puntos. Así, en el Sánchez Pizjuán pudimos ver a un Real Madrid apático, sin alma, entregando la cuchara casi desde el pitido inicial. Algo que además se agravaba después del pinchazo del Barça en Leganés. Todos esperábamos un equipo que saliera con sangre en el ojo, intentando meterle distancia al equipo azulgrana. Y lo que nos encontramos fue todo lo contrario, jugadores deambulando por el campo y que parecía que la cosa no iba con ellos.
Sin embargo, el pasado sábado pudimos ver un equipo totalmente distinto. No se consiguieron los tres puntos, pero las sensaciones fueron mucho mejores, y fundamentalmente en la segunda parte se pudo ver a un Real Madrid, que si bien no es el de los primeros partidos, volvió a esa presión arriba que nos caracterizaba al inicio de Liga y que se había ido perdiendo. Pero más allá de detalles tácticos y de dibujos, a mí personalmente me dejó más tranquilo ver que el equipo esta vez sí quería. Desde el principio los jugadores salieron mentalizados de que no se podía volver a repetir lo del partido en Sevilla. Y si al final la victoria no llegó, no fue por desidia o desinterés, sino por el acierto del Atlético, al que cuesta mucho hacerle goles, y por otras cuestiones que ya sí pertenecerían a un análisis futbolístico, pero que no es el objeto de este artículo.
Los madridistas podemos perdonar muchas cosas. Podemos perdonar que Benzema la mande arriba cuando tiene la portería para él solo; podemos olvidar que Ramos tire una falta que no le corresponde; o que Varane despeje al centro del área un balón que habría que mandar a Cuenca. Pero lo que nunca va a perdonar un madridista es que el equipo no se deje todo en el terreno de juego, más si se trata de un partido de campanillas y en el que puedes distanciarte de tu máximo rival. Porque nosotros, los aficionados, sí damos todo lo que tenemos dentro y nos dejamos la piel en cada jornada.
Texto: José Valenzuela
Foto: AS