#LaBoticaMadridista | Nuevas ilusiones
Amanecía el 31 de agosto y Florentino Pérez convocaba a los medios de comunicación en el Santiago Bernabéu. Nadie sabía qué iba a anunciar, aunque por el día que era todo indicaba que sería la presentación de un fichaje de última hora. Nada había trascendido y todo eran rumores. Un nuevo delantero, quizás un central, un sustituto para Kovacic… Las quinielas iban y venían. A la hora fijada, en el palco del estadio no cabía un alfiler y era un hervidero de periodistas y algunos socios. Al fin, puntual como un reloj suizo y con su mejor traje, entraba el presidente del Real Madrid y se dirigía directamente al atril para empezar su locución.
“Buenos días y bienvenidos al Santiago Bernabéu. Se les ha convocado hoy para presentarles al que va a ser nuestro emblema esta temporada y esperemos que muchísimas más. Sabemos que siempre va a estar ahí, que nunca va a fallar y que los aficionados lo llevarán siempre en el corazón. Nos ayudará a marcar muchos goles y también a evitar que los rivales perforen nuestra portería. Nos hará sentirnos orgullosos y nos representará en cualquier lugar del mundo”.
Acabado el corto pero contundente discurso, Florentino abandonó el atril y salió del palco de honor. Los allí presentes se miraban atónitos y sin saber qué iba a ocurrir. Las luces se apagaron y una gran pantalla se iluminó en frente de todos. Poco a poco se empezó a dibujar un gran escudo del Real Madrid, dorado y sin más adornos, simplemente una frase bajo dicho escudo: La ilusión que nos une.
Esta pequeña historia, obviamente de ficción, viene al hilo de lo que hemos podido escuchar y leer en las últimas semanas acerca de la temporada que acaba de empezar para el Real Madrid. Hay muchos aficionados que han mostrado su desilusión y poco interés en lo que se nos avecina porque la plantilla no es de su agrado o porque el Madrid no se ha reforzado (al menos de momento). Aquí no estamos para repartir carnets ni mucho menos; cada cual vive su madridismo como le parezca y lo sienta. Pero a mí personalmente, el Madrid siempre me ilusiona. Lo hizo en las temporadas en las que el flamante fichaje era Pablo García, y cuando los octavos de final de la Champions eran nuestro límite. Lo hizo en tiempos en los que una bronca de Benito Floro era lo más interesante que rodeaba al equipo. Y por supuesto lo hace en esta etapa, en la que se han ganado Copas de Europa de carrerilla y en la que hemos tenido una de las mejores plantillas de la historia.
No voy yo a ser quien niegue, y así lo he escrito en distintos foros, que el equipo necesita un par de piezas para redondear un excelente grupo. Pero si no se hace, a mí no se me va a quitar la ilusión. Yo voy a seguir perdiendo horas de mi tiempo para dárselo a ese escudo que Florentino nos presentaba en ese imaginario 31 de agosto. Voy a seguir llorando y riendo por una pasión que no entiende de nombres, sólo de un color, el blanco, y siempre con unas letras grabadas a fuego, las que forman las palabras Real Madrid.
Texto: José Valenzuela
Foto: El Confidencial