#LaBoticaMadridista | Miedos y sueños
Cuando suena el despertador, abres los ojos y sabes que no es un día cualquiera. Nada más levantarte, notas que ya tienes el estómago encogido, vaticinas que las horas van a ir más despacio que nunca. Llevas a tus espaldas muchos días como este, pero la emoción es la misma de siempre. Mientras te preparas para afrontar la rutina diaria, los nervios empiezan a apoderarse de ti, poco a poco.
Sales a la calle y aunque la gente te ve, tú ya no estás allí. Tu mente se ha ido a Turín y se han despertado viejos fantasmas que te atenazan. Otra vez un equipo italiano, otra vez la Juve, el equipo que más veces nos ha eliminado de la Champions, también el último que fue capaz de hacerlo, hace ya casi tres años. Imposible no pensar en la maldición del ex, en la supuesta deuda que tiene el fútbol con Buffon, ese portero inagotable. Sabes que todo eso ya no existe, es un pasado enterrado, lo único que vale es lo de esta noche, pero…
Mientras tomas un café, no puedes evitar escuchar a dos parroquianos octogenarios, el culé sentencia que no tenemos nada que hacer, que no jugamos a nada, que la flor de Zidane no es eterna. El madridista sonríe y calla, ya ha vivido muchas de estas y sabe cómo suelen acabar.
Cae la tarde, la hora se acerca, intentas imaginar el partido, pero lo único que consigues es ponerte más nervioso, necesitas que al menos salten a calentar, sentirte cerca de ellos. En realidad si pudieras, bajarías al césped simplemente para abrazarte con ellos, para darles ese último empujón que les haga llegar a tiempo a cada pase, a cada remate.
Te sientas delante de la tele, esperando que ruede por fin el balón. Sabes que la Trece pasa por repetir la perfección de la Duodécima, pero esta vez durante ciento ochenta minutos. De repente, suena el himno de la Champions, nuestro himno, y tu corazón blanco se pone a latir a doscientas pulsaciones. La cámara va pasando por nuestros héroes, uno a uno. Ves a Ramos y su cabezazo en Lisboa; con Modric tu mente dibuja la parábola de su pase de exterior; cuando aparece Asensio ya has visto el zurdazo entrar por la escuadra… El último en esa secuencia es ÉL, la figura sobre la que descansan la fe y la ilusión de millones de aficionados. El hombre que le susurra al balón antes de estrellarlo una y otra vez contra la red de la portería. El heredero de Don Alfredo, que desde allí arriba observa tranquilo, jugueteando con un balón al lado de sus copas de Europa.
La imagen final nos muestra un Zidane serio y reflexivo, seguro de sí mismo, seguro de los suyos. En ese momento todos los miedos, las dudas, los fantasmas, se desvanecen. Eres consciente de que con ese ejército en el campo nada es imposible, sientes que han decidido volver a hacerlo. Ya han hecho historia, pero quieren seguir escribiendo páginas. Por un instante, incluso te permites soñar con Kiev… y justo en ese momento, el árbitro da el pitido inicial.
Texto: @boticario_81
Foto: Denis Doyle / Getty Images