#LaBoticaMadridista | El futbolista cuando besa …
Una de la tarde. Sol de justicia. Centenares de aficionados esperando en las gradas al flamante fichaje de su equipo. Por fin, el jugador asoma por el túnel de vestuarios. Uniformado de arriba abajo, con una sonrisa como la de un niño el seis de enero. Se acerca a los allí presentes saludando y los deleita con unos cuantos malabares con el balón, el cual acaba lanzando al público. Todos aplauden, el nuevo miembro de la familia devuelve esos aplausos, la felicidad envuelve el momento hasta que… ¡Que bese el escudo, que bese el escudo! Los aficionados empiezan a corear la tan manida frasecita, el jugador vacila un instante, hasta que finalmente accede y acaba posando sus labios en el escudo de su nueva camiseta.
Este sería más o menos el ritual que se viene produciendo de un tiempo a esta parte en la presentación de los futbolistas. Y he de reconocer que no me gusta, lo veo forzado, poniendo incluso en un aprieto al jugador, que seguramente lo acabe besando por no quedar mal más que como algo sincero. Lo del amor por los colores y sentir la camiseta está muy bien para los aficionados, que la sentimos como nadie, sufrimos de verdad y besamos el escudo sin que nos lo tenga que gritar un graderío. Pero los jugadores son profesionales de esto, y precisamente eso es lo que yo les pido a mis jugadores, profesionalidad, que se dejen el alma por el escudo que llevan en el pecho aunque no lo besen, que lo den todo por una afición que los admira pero que lo primero que quieren es que su equipo gane. No vamos a negar que haya futbolistas que realmente sientan unos colores y cuyo sueño sea estar ligado a ese club durante toda su carrera. Pero son los menos y a esos no hace falta decirles que besen nada. El romanticismo hay que dejarlo para el cine y, como dije antes, para los seguidores del club, a los cuales sólo nos mueve la pasión.
Para mí el ejemplo de Figo es el mejor de cuantos se me ocurren. Llegó al Madrid y ni mucho menos era madridista, vino casi obligado por un acuerdo que seguramente pensó nunca llegaría a buen puerto. Todavía recuerdo su “soy portugués” como respuesta a su sentimiento madridista. Pero en el campo hizo todo lo posible para que el Madrid siguiera ampliando sus vitrinas. Y tras cinco años en el Bernabéu, ha acabado jugando con los veteranos y colgando tuits de apoyo al equipo blanco. Si ahora le dijeran que besara el escudo hasta la mismísima Helen acabaría poniéndose celosa.
Texto: @boticario_81
Foto: El Español