#LaBoticaMadridista | Efecto 2000
Ahora que el nuevo milenio ha cumplido su mayoría de edad, me paré un momento a pensar cómo estaba España en aquel año 2000 y cómo hemos cambiado desde entonces. Lo primero que pensé fue que todavía pagábamos en pesetas, un café costaba unas cien pesetas (0.60 €) y una entrada para el cine unas seiscientas (3.60 €). Aquel año 2000 José María Aznar consiguió la mayoría absoluta en las elecciones generales celebradas en el mes de marzo. Por aquel entonces, llegaba a nuestras pantallas por primera vez el reality de televisión Gran Hermano, que se convertiría en todo un fenómeno social. Además, desde ese año la estación espacial internacional tiene una tripulación permanente.
En el año 2000 no existían los smartphones y aunque ya teníamos teléfonos móviles, lo más que se podía hacer con ellos era llamar y mandar mensajes de texto a veinticinco pesetas cada uno (imaginad pagar quince céntimos por cada whatsapp enviado). Microsoft lanzaba Windows 2000, que fue sucedido por el Windows XP, para equipos de escritorio en 2001.
En el mundo del deporte, en el año 2000 se celebraron los Juegos Olímpicos de Sidney y Michael Schumacher ganaba su primer título de F1 con Ferrari, su tercero particular. En el mes de julio Figo se convertía en jugador del Real Madrid tras la llegada de Florentino Pérez a la presidencia del club blanco. Se produjeron también en ese año los fallecimientos de Antonio Díaz Miguel, exseleccionador nacional de baloncesto y del futbolista Peter Dubovsky. Por otro lado, se producía el nacimiento de Vinicius Jr, jugador hoy de la primera plantilla del Real Madrid.
Por último, y tras un brevísimo repaso al que fue un año histórico, aquel año 2000 se producía la que sería la última derrota del Real Madrid en una final internacional hasta la del pasado miércoles contra el Atlético de Madrid. Por el camino, el equipo madridista consiguió cinco Champions, cuatro Supercopas de Europa, tres Mundiales de clubes y una Intercontinental. Es cierto que la derrota del otro día fue dolorosa; a los madridistas no nos gusta perder ni los amistosos, y más tratándose del rival al que nos enfrentábamos. Pero hay que ver las cosas con cierta mesura y cierta perspectiva. Estar dieciocho años sin perder una final es algo casi inalcanzable e irrepetible. Por otro lado, la que se ha perdido quizás sea la menos amarga de perder, desde luego mucho menos que una Champions, y siendo además en el mes de agosto, con el equipo a medio rodar aún. Es obvio que el equipo necesita algún retoque, en eso hay unanimidad, y confío en que la directiva así lo vea también. Pero después de una época en la que nos han dado las mayores alegrías que recuerdo, no seré yo el que vaya con antorchas al Santiago Bernabéu por haber perdido una Supercopa. Lo que sí deseo es volver a escribir un artículo similar dentro de otros dieciocho años.
Texto: @boticario_81
Foto: ABC