La unidad B abre fuego
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Los revulsivos del Real Madrid alzan la voz y pugnan por protagonismo
Carlo Ancelotti, un hombre curtido en mil batallas, levanta una piedra… y le salen ‘problemas’ a montones. Se extienden como la pólvora. En verdad, ser entrenador de una entidad como la madridista trae consigo este tipo de cosas, y no cualquiera puede lidiar con ello. Su carácter y jerarquía no existe en el mundo de los mortales. Si ya tenía un buen arsenal, ahora dispone de más y mejor tanto en el verde como en la ‘caseta’.
El triunfo frente al Real Valladolid, que se gestó durante la segunda mitad, tuvo a la unidad B como adalid del día. Tras el partido, todas las miradas iban teledirigidas a Brahim y Endrick. Ambos salieron desde el banquillo y obtuvieron recompensa en forma de goles. Sin ir más lejos, el joven brasileño anotó su primer tanto con el Real Madrid a través de un latigazo coloso. Así pues, un estreno bañado en oro: llegar y besar el santo en un estadio en el que meses atrás había visto puerta con la selección carioca.
El 2-0 de Brahim sirvió para instaurar la paz en el Santiago Bernabéu, feudo que abucheó a los suyos cuando se llegó al tiempo de asueto. Aquello de meter tierra de por medio era un asunto capital si el Madrid quería cortar al cuadro pucelano las alas. Al internacional con Marruecos no le tembló el pulso (está hecho de sangre helada) y logró batir al meta foráneo sin despeinarse. Ansiaba con revelarse y lo hizo.
En el choque liguero ante los blanquivioletas, correspondiente a la jornada dos, también hubo un ‘pelotón’ de jugadores con rol secundario que, sin sumarse a la lista de goleadores, dejaron un sabor de boca dulce en la afición blanca. Uno, sin duda, fue el centrocampista turco Arda Güler. Habituado a ver los encuentros fuera de combate, el ex del Fenerbahçe firmó minutos de calidad: generó, se asoció y rozó con las yemas de los dedos la diana particular. Pese a que su papel es el de parchear la ausencia de Bellingham, ha demostrado que sueña con dejar una gran imprenta como futbolista del Madrid.
El banquillo… definitorio
Dentro de la lista del equipo B figuran otros tantos que, fuera del conjunto merengue, serían piedras angulares en sus respectivos clubes: Lucas Vázquez, Ceballos… y, por supuesto, la leyenda Luka Modric (38 años) que aspira con agrandar su palmarés de trofeos en Chamartín. Ya tiene 27, siendo así el jugador del Real Madrid con más títulos cosechados de la historia. Aunque no disfrute del estatus de titular indiscutible, la brújula croata sigue salvando los muebles cuando el equipo le necesita. Sin Kroos, Modric sirve de curandero para intentar cerrar la herida que dejó el eterno ‘8’.
Esta misma temporada, en la que los pupilos de Carlo Ancelotti podrían jugar hasta 72 partidos (hay que añadir a la coctelera los que disputen con las selecciones), el banquillo se torna clave a la hora de ir a por el septete. Además -con tanta carga de encuentros- las lesiones irán proliferándose con el paso de los meses y, ahí, también, Carletto tendrá que tener avivada a su unidad secundaria. Aún así, el italiano mandó, el domingo, un órdago para que sus futbolistas no se sobrecalienten antes de cruzar la meta: «Cuando uno está cansado tiene que levantar la mano, hay que ser responsable».