La talla de Zidane. Por @FGwynne

La talla de Zidane. Por @FGwynne

No sé cómo acabará la temporada (bueno sí lo sé, aunque no pienso decirlo por superstición) pero quiero que Zidane continúe en el Real Madrid hasta que consiga ganar siete Champions más. El siete no es un número cualquiera, es un número mágico que entronca con Zidane de una forma natural, como las voleas.

El Real Madrid está haciendo una excelente labor con Zidane. Lo fichó de jugador y ya va camino de ganar su quinta Champions. Cualquiera que conozca un poco la historia de este equipo sabe que Zidane no entrena al Madrid sino que es el Madrid el que entrena a Zidane. Hay personas que nacen para jugar en el Madrid y otras que cada vez que juega el Real Madrid, renacen. Zidane es una de ellas.

Hace años solía visitar con Xabier, un buen amigo estudiante de Bellas Artes, el estudio de Crispín, un jubilado restaurador curtido en mil batallas, para aprender a tallar la madera. Xabi lo intentaba, cogía sus gubias, un tosco trozo de madera, y después de una hora y unos cuantos golpes, le enseñaba el resultado (el muy iluso decía convencido que aquello era una mano) a Crispín. Este miraba la ¿mano?, miraba a Xabier, me miraba a mí y después de darse la vuelta para seguir con su trabajo sentenciaba:

-Si eso es una mano, yo soy Sara Montiel. Empieza de nuevo.

Zidane está empezando a tallar su mano y el Real Madrid hará todo lo posible porque consiga moldear la obra de arte más importante de la historia del fútbol. De momento ha conseguido tallar dos dedos, uno detrás de otro. Ninguno de esos escultores famosos, de los que presumen de tallar con los ojos cerrados, ha conseguido algo parecido.

Yo he de reconocer que no he visto nunca nada igual. Un entrenador capaz de jugarse una Liga cambiando a siete jugadores del equipo titular es algo excepcional, como vestir ese mágico abrigo que usa y levitar por el terreno de juego. Hay partidos en los que al fijarme en sus zapatos los veía a diez centímetros del suelo. Pura alquimia.

A Ceballos le pidió perdón por sacarlo 28 segundos y a los dos días ni lo convocó para el siguiente partido. Este hombre se casó con su mujer y desde aquel día no se ha vuelto a casar con nadie. Ha conseguido que Cristiano rote (palabra tabú hasta su llegada), y que el resto de los jugadores entren y salgan de la alineación atendiendo a eso tan manido de la meritocracia. Y si digo manido es porque para muchos la meritocracia solo es valida cuando los gustos del entrenador coinciden con los suyos. Hay neuronas que han degenerado con mucha menos dignidad que esta palabra.

De Bale e Isco a Lucas y Asensio. De una final a otra final. Qué quieren que les diga, a mí este hombre me parece una bendición. Es un osado, un loco, un prestidigitador, un madridista.

-Ahora sí, vas mejorando Zidane, más que una mano parece un pie pero algo es algo. Empieza de nuevo.

-Pero…

-Empieza.

Solo el Real Madrid es capaz de buscar la perfección en sus entrenadores sin desfallecer. Y a los más aptos, a los que demuestran mayor capacidad de trabajo, de sacrificio y de aprendizaje, les da un tronco de cerezo con la certeza de que acabará convertido en un nuevo título.

No tengo ni idea de lo que nos deparará el sorteo de mañana. Y sinceramente me da exactamente igual. Tenemos un entrenador con las gubias bien afiladas, una tonelada de madera noble y un objetivo. Nada temáis.

-Muy bien, no está de todo perfilada, pero es un buen esbozo. Empieza de nuevo.

-Pero…

-Empieza.

Texto: @FGwynne

Foto: Diario Gol

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