La Copa de Petrovic

13 febrero 2018 - 20:34
La Copa de Petrovic

Fue el único título nacional de Drazen Petrovic vistiendo la camiseta del Real Madrid.

Tras dos ediciones consecutivas de hegemonía culé, el Real Madrid se presentaba en la final de Copa con Drazen Petrovic como principal argumento deportivo. Había sido el gran fichaje de la Liga ACB en la temporada 1988-1989, un acuerdo que se había gestado varios años antes, y sobre él estaban depositadas buena parte de las opciones del equipo blanco a la hora de luchar por todos los títulos en juego.

La edición copera de aquel año trajo consigo un formato de competición muy novedoso. Si bien la final se iba a disputar en el pabellón municipal de Riazor, en A Coruña, el resto de encuentros habían sido distribuidos por varias sedes en Santiago de Compostela, Vigo, Lugo, Ourense y Ferrol. Tanto en cuartos de final como en semifinales, el equipo entrenado por Lolo Sainz se clasificaría brillantemente tras eliminar primero al Magia de Huesca (88-64), con la pareja interior formada por Fernando Martín (17pts y 6 reb) y Fernando Romay (14pts y 9reb) dominando bajo los tableros, y después al RAM Joventut (74-99), con una exhibición ofensiva del genio de Sibenik (36pts) ante la que nada pudieron hacer los de Alfred Julbe, que contaban con la importante baja de Jordi Villacampa.

Así pues, FC Barcelona y Real Madrid volvían a cruzarse en una final de Copa tan sólo un año después de haberse enfrentado en el pabellón polideportivo Pisuerga, de Valladolid, un enfrentamiento que se había resuelto con victoria culé en los últimos instantes del encuentro por un escasísimo margen (84-83). Pero en esta ocasión el conjunto madridista contaba con la baza de contar en sus filas con el mejor jugador de Europa del momento.

Y la primera parte de la final cumplió a las expectativas previas que todos los sesudos analistas habían depositado en la final. La igualdad entre ambos equipos fue la nota predominante hasta el descanso, alternando rachas anotadoras de uno y otro equipo (48-43, favorable al FC Barcelona). Y el duelo entre Petrovic y Epi estaba servido. Tras el paso por vestuarios, los madridistas reaccionarían con un 0-7 de parcial inicial, que devolvía la hegemonía del luminoso al Real Madrid. Se recrudecía la pelea bajo los aros, con Fernando Martín y Audie Norris desplegando todo su arsenal de “mamporros” y movimientos al poste bajo con los que imponer su autoridad. Y por mucho que sorprenda al joven respetable que lee estas líneas, aquel arbitraje ACB lo permitía. Eran otros tiempos. Y buena parte de la espectacularidad de aquellos enfrentamientos en la zona no se podrían reeditar en el baloncesto del siglo XXI. En esta lucha titánica bajo los aros fue decisiva también la participación de Fernando Romay.

A falta de diez minutos para la conclusión, la dinámica del encuentro se decantaba ya a favor de los intereses madridistas, gracias a un mayor acierto en el tiro y a la excelente intensidad defensiva desplegada durante los primeros minutos de la segunda parte (67-78, min.30). Y es aquí cuando la orquesta dirigida por Drazen Petrovic desplegó su mejor repertorio. Un triple de Joe Llorente terminaba de minar la moral culé, que pudo recortar su desventaja hasta el 79-85 que reflejaba el marcador cuando apenas restaban 57 segundos de encuentro. Pero ya era demasiado tarde. Al final, 81-85. El Madrid se proclamaba campeón de Copa tres temporadas después. Petrovic, con 27 puntos y un espectacular 14/16 desde la línea del tiro libre, Johnny Rogers, con 23 puntos y 6 rebotes, y Fernando Martín, con 10 puntos y 5 rebotes, habían sido los principales artífices de que el primer título en juego aquella temporada fuese a parar a las manos de Don Ramón Mendoza. Precisamente sobre el alero americano, muy criticado por aquel entonces por prensa y afición, su técnico tendría unas palabras de reconocimiento justo al finalizar el partido. “Estoy encantado con su partido. Es un buen jugador y lo único que necesita es adaptación al basket europeo y bajarse de las Américas. Ha de recuperar el ritmo tras dos años de banquillo en la NBA”.

La celebración merengue sobre el parqué nos regaló una de las imágenes más icónicas de la historia de la sección de baloncesto del Real Madrid. El Mozart del baloncesto, Drazen Petrovic, y el mito Fernando Martín, abrazados mientras el capitán Fernando Romay, que jugaba en su tierra natal, sostenía el trofeo que hacía breves instantes había tenido la satisfacción de recoger ante la atronadora ovación de sus paisanos, que abarrotaron las gradas para animar al equipo merengue durante todo el partido. “Necesitábamos este título para asentarnos definitivamente y coger tranquilidad. Hay que reconocer que el triunfo nos ha venido muy bien y que además hemos jugado prácticamente como en casa gracias al apoyo del público gallego”, comentaba el pívot gallego ante los micrófonos de la prensa nada más finalizar el acto ceremonial.

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Unos meses más tarde llegaría la histórica final de la Recopa frente a la Snaidero de Caserta, con la enésima exhibición de Petrovic y el quinto partido de la final de la liga en el Palau, de infausto recuerdo para el madridismo y el colectivo arbitral. Pero eso ya es otra historia.

Brais Iglesias Castro

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