La Ciudad de las Estrellas | Zidane´s Festival: un Real Madrid de Woody Allen
Confieso que este texto lleva en borradores desde aquella victoria en el Camp Nou, y si no ha salido aún a la luz es porque no soy capaz de escribir con sentido de este Real Madrid. Las palabras que están sobre el papel vencen a los tres días, las ideas del sábado caducan el miércoles. Parece que, adaptándose a la situación, gana dependiendo de cuán duras sean las restricciones. Esta semana ha sido época de bares, pues allá va el Madrid con su grandeza, como reza el himno.
El caso es que hace ya mes y medio me pilló una de esas épocas en las que me enfrasco en la aventura de conocer a un personaje hasta el punto de poder recitar de memoria incluso su número del documento de identidad. Esta vez le tocó a uno bien famoso: el amigo Woody Allen.
Leyendo su biografía, recién escuchado el episodio del “Hotel Jorge Juan” sobre él y con “Manhattan” en el recuerdo, me dirigí al cine para darle una oportunidad a su (ya no tan nueva) película “Rifkin’s Festival”. ¿Mi veredicto? Bien, sin alardes. Pasé un buen rato. De eso se trata mayormente, especialmente en un año de locos como este.
Fue precisamente en el podcast donde escuché algo que encajaba y sigue encajando como guante de seda con la temporada del Real Madrid. Menciono tanto el hotel en mis conversaciones y redes sociales que me da miedo que Javier y los de Seagram’s me vean ya como un maniático y obsesionado que merece camisa de fuerza. Pero bueno, hay riesgos que un hombre tiene que correr.
La idea en cuestión era de Carlos Marañon (espanyolista de pro, como todo hombre de bien de Barcelona) y decía algo así como que el mismo Woody (y todos nosotros) somos conscientes de que estas películas son de un director ya venido a menos y que está lejos de alcanzar sus grandes momentos de gloria. Javier añadía, que él con una escena, una frase suelta o un giro de ingenio de Woody ya se daba por satisfecho. Ambos coincidían en que los aficionados a su cine seguimos yendo para no perdernos ese breve rato de genialidad que aún nos puede dar.
Así es como uno debe sentarse a ver el Madrid este año. Sin grandes exigencias y con la esperanza de que aún nos brinden algunos momentos estelares.
Un control de Benzema, un exterior de Modric, un pase de Kroos, un acto de pundonor de Sergio Ramos. Es lo que nos queda. Lo que nos evoca a tiempos mejores. Solo así puede uno disfrutar victorias como las del Camp Nou, San Siro o esta última, contra el Atleti, sin entrar en cólera cuando se pierde contra Shakhtar, Cádiz o Alavés.
El otro día compartí una cita de Zidane en la rueda de prensa tras la victoria contra el Gladbach, donde afirmaba que a él le gustaba estar aquí incluso en los momentos malos. Cosa completamente revolucionaria si se le compara a la mayoría de madridistas que yo conozco, que parece que preferirían ser de otro equipo incluso cuando acabamos de ganar una Copa de Europa.
Uno de los problemas que Carlos (@futbolycine) le vio a la película es que “la historia acaba yendo a ninguna parte”, y añade, “a pesar de ello, salgo del cine con una sonrisa”.
Pues eso, tratemos de perdernos de la mano del Real Madrid, sobrevivir los pinchazos inexplicables e intentemos salir con una sonrisa (y quién sabe si también con algún título). Aunque solo sea para que, por una maldita vez, nadie pueda poner en duda lo que somos: aficionados del Real Madrid.
Texto: Sergio Espinosa (@apuntesflaneur)
Fotos: Real Madrid