La Ciudad de las Estrellas | En medio de la incertidumbre, una certeza: el Real Madrid
Alguna vez he leído que “el Madrid te jode hasta las noches que son perfectas para follar”. A mí, por el contrario, lo que me ha fastidiado a veces es el sueño. Duermo mal tras una derrota en un Clásico, peor tras una eliminación de Champions y directamente no me acuesto cuando ganamos un título. Se suele decir que un buen aficionado está con su equipo en las buenas y en las malas. Yo, con esto, por fin he confirmado que es al revés. Es tu equipo el que te acompaña a ti y no viceversa. El Madrid, por ejemplo, ha respondido a todos mis desengaños amorosos con una Champions, como si fuera un colega que te lleva de copas. Y sobra alguna, porque últimamente gana Copas de Europa a una velocidad a la que no me da tiempo ni a fracasar.
Dije el otro día en Twitter que es posible que, ante el Granada, Sergio Ramos le diera la liga a Courtois ayudándole con una parada espléndida bajo palos. Paradójicamente, fue Ramos el que le metió el gol con el que comenzó a perder aquella Champions. En la vida, nos acabamos encontrando en situaciones de lo más inverosímiles.
Como, por ejemplo, siendo madridista en Barcelona. Sin escapatoria posible, he optado por vivir esta liga exprés en el bar de abajo, con muy pocas caras amigables. Alguna sonrisa de complicidad, casi de incógnito. El resto, caras de incredulidad. No sé aún si a esos culés les confundió más la aplicación del VAR, el juego propuesto por Setién o que yo les hablara a los jugadores del Madrid como si fueran amigos míos. A veces me he llegado a sentir un poco como el niño Kevin cuando se perdió por Nueva York. Siempre perseguido por los dos malos. De hecho, creo haber visto en alguna ocasión a dos personas vestidas del Barça esperándome en el metro. Gracias a mi velocidad felina he logrado escapar en todas las ocasiones. Estoy prácticamente seguro de que eran Gerard Piqué y Leo Messi, cosa que no puedo confirmar porque nunca les vi las caras.
Por todo eso y más, hay que salir a la vida como Zidane sale a rueda de prensa, con templanza y una sonrisa. Inmutable ante las circunstancias y siempre firme. De hecho, este texto se iba a llamar “Zinedine Zidane en el reino de Leo Messi”. Y no es para menos. Zizou ha desmenuzado el dominio liguero del Barça y, como en el cuento de Hansel & Gretel, lo ha ido repartiendo por los campos de Primera como para recordar el camino a casa, que no era más que aquella liga que ganó hace tres años. Con ese espíritu y esa seriedad del día a día ha vuelto a lograr algo que últimamente parece una hazaña: quitarle una liga al Barça. Al Madrid le sale más barato golear a los campeones de la Premier, Serie A o de la Bundesliga que ganar en el Villamarín, en el Ciutat de Valencia o en Son Moix.
Quizás por eso Zidane ha dicho que seguramente este sea su título favorito, y también yo lo siento así de alguna manera. La razón la podemos encontrar en los últimos meses, que han sido ciertamente complicados. Encerrados en casa, lejos de los seres queridos. Obligados a algo inédito: ver a nuestro equipo pelear un título sin más compañía que la de sus jugadores. Comentarlo con los demás aficionados solo por Whatsapp. Leí hace poco que, tras este tiempo tan duro para todos, estábamos viendo la luz al final del túnel. Lo que pasa que aún no podíamos distinguir si era la salida o un camión en dirección contraria. Touché. Tras la vuelta del fútbol, la vida nos ha dado un respiro en forma de cita a solas con el Madrid cada tres días. Un Madrid que ha hecho en este mes de competición lo que el Barça durante los tres de confinamiento: reclamar la liga.
Ramos ha bautizado esta como la “del trabajo, el esfuerzo y la constancia.” Todo aquello que hemos tenido que demostrar todo el mundo en estos tiempos tan difíciles. Si todo sale bien, voy a ver a mi padre mañana tras medio año sin hacerlo. Lo primero de lo que hablaremos, a buen seguro, será del triunfo del Madrid. Porque eso, y no otra cosa, es para nosotros el Real Madrid, una especie de faro que nos ilumina cuando nos encontramos perdidos en mar abierto. Por eso puedo decir ahora, a ciencia cierta, que ya sé qué era la luz al final del túnel. Esa luz ni era salida, ni era un camión. Era, como muchas veces en mi vida, el Real Madrid.
Texto: @SergioPaton_