La Ciudad de las Estrellas | El crimen perfecto
El partido transcurría con algo de la tensión típica de una nueva final, pero sin nada realmente rescatable. Ya estaba temiendo no tener nada que contar. Pero entonces ocurrió lo que lleva ocurriendo realmente toda la temporada: la irrupción de Fede Valverde. Es curioso dónde aparece a veces lo que buscamos. En este caso, en una roja directa. Lo dije ayer en Twitter, llevo toda la vida esperando una acción así de un jugador del Real Madrid. Confieso que nunca iré al cielo futbolístico, porque siempre he envidiado aquellas jugadas que, dentro del reglamento, no están bien vistas. Jugadas italianas. Casi un poco inmorales.
La jugada de Valverde ayer no es otra cosa que tu padre levantándote un castigo claramente injusto que te impuso tu madre. Un amigo diciéndole al camarero que te ponga agua en vez de ginebra. Tu abuela dándote dinero sin que tus padres se enteren. El profesor que convierte un 4 y medio en un 5. ¿No del todo correcta? Puede ser. Pero dentro de los límites. Y muy necesaria.
Si los periódicos hoy abren con la duda de si la acción de Valverde merece cárcel, déjenme decirle que yo sería su compañero de celda. De hecho, soñaría con salvar a mi equipo de esta manera. Lo sé, no merezco vuestro amor.
Después está Rodrygo. Que mete su penalti por la escuadra con 19 añitos recién cumplidos. Lo usaré como argumento para convencer a la próxima chica que me diga que soy demasiado joven, que ella está en otra etapa de la vida. “¿Me escuchas? Mira a Rodrygo. La edad es solo un número”. Seguramente ella no conozca al bueno de Rodrygo y yo no sea un penalti por la escuadra, pero al menos ya tengo un plan.
Tampoco olvidemos a Thibaut Courtois, quien ya estaba en la lista negra del Bernabéu por “no parar ninguna imparable”. Así es. No se le conocen grandes errores, pero con el madridismo uno empieza con el crédito ya agotado. Algunos incluso ya montaron el club de fans de Areola. Quién sabe si este hubiera salvado al Madrid como lo lleva haciendo Courtois en los últimos meses, con la actuación de ayer como punto álgido. Yo solo espero que el madridista medio no sea igual de exigente con su pareja que con su portero. No le deseo a nadie ese infierno.
Este finde en una fiesta me crucé con un aficionado del Liverpool, lógicamente eufórico. Le dije, medio en serio medio en broma, que lo único que puede evitar que repitan Champions es que se crucen antes con el Madrid. El tipo, medio ebrio medio sobrio, coincidió.
Supongo que para los demás el Real Madrid es eso: un asesino en serie buscando su próxima víctima.
A mí, sin embargo, me produce la misma extraña sensación que Joe Goldberg en la serie “You”. Tiene un magnetismo difícil de justificar que me hace querer que al final le salga bien su, a ojos de cualquier persona normal, particular e inmoral plan.
Ese mismo plan fue el que ayer llevó a cabo Fede Valverde. De hecho, usó tras el partido la frase favorita de Joe: “I did a bad thing today but for a good reason”. Pues eso. Para salvar el amor de tu vida, o a tu equipo, a veces hay que cometer un crimen. En este caso, el crimen perfecto.
Texto: @SergioPaton_
Foto: GIUSEPPE CACACE/AFP via Getty Images