#JuegasEnVerso | Vikingada
Este poema va dedicado a todos aquellos madridistas que ante la imposibilidad de acudir a una final de la Champions League se aventuran, imaginan y sueñan con vivir su final en sus lugares sagrados de celebraciones.
Para algunos es su casa junto a su padre, para otros en el bar de su antiguo barrio, y para mí es en las pantallas gigantes que ponen en el estadio Santiago Bernabéu.
Desde allí, puedo decir con total franqueza que he vivido en los últimos cinco años, tres de las noches más increíbles de mi vida. Gracias noches de Madrid por enseñarme lo que significa ser madridista.
Viaja la Vikingada
de la vieja Andalucía,
a Madrid, hasta Castilla,
como madre hacia su hija.
Dos años fuimos en coche,
el resto fuimos en tren,
en Lisboa nos subieron
hacia el cielo portugués.
Andando por Castellana
con amigos de la vida,
prometí que volvería
por la plata conseguida.
Cuatro días, cuatro noches,
cuatro copas que luchar,
tres ya fueron conquistadas,
una queda por ganar.
Con solapa y sin su toro
el capote escupe sangre,
la barriga del que sufre
a las ocho de la tarde.
Frente a aquel peñasco gris
de alerones refinados,
una niña va mirando
con su padre de la mano.
Uralitas plateadas
con fragancia de alelí,
con mocitas en tejados
animando a su Madrid.
No son tejas ni enrejado
quien sostiene aquellas copas,
son macetas con geranios
de la bella y gris Europa.
Blanco y negro o fiel morado
filamentos de los suelos,
de quien sueña en el Olimpo
con el cielo de su infierno.
La final que se aproxima
el verdugo afila dagas,
el balón besa las redes
del inglés y de su casta.
En el año ochenta y uno
nos robaron el trofeo,
se repite hoy la historia
la venganza o el troleo.
Un equipo el de Zidane
quien la historia ya lo guarda,
como aquellos que la herencia
Don Alfredo les regala.
Cuatro días, cuatro noches,
cuatro copas que luchar,
tres ya fueron conquistadas,
una queda por ganar.
Antonio Carrasco Martín.
Texto: @ankarma81
