#JuegasEnVerso | Cuento contigo

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Cuando pequeño, en el colegio, solía pensar al usar el diccionario que hasta en las páginas de aquel aburrido libro se podían encontrar diferentes clases sociales. Mientras mis compañeros se afanaban en buscar palabras malsonantes en aquel arenoso papel, a mí me gustaba encontrar palabras, simplemente, bellas. Bellas por su significado o bellas por su sonoridad. Halcón, pirata, melocotón, dragón, actriz, noria…

La palabra ‘libro’ siempre me resultó cuanto menos sencilla y atractiva a la vez. Compuesta por sílabas abiertas hacen que su sonoridad esté a la altura de su significado.

A lo largo de mi vida siempre me ha gustado coleccionar libros de temática madridista. Da igual la época de la que hablara el libro que cuando lo veía me lo traía a casa sin mirar ni las páginas que tenía, ni el autor que lo escribía. De los galácticos, de Raúl, de la quinta del Buitre, de Di Stefano, de Santiago Bernabéu…


Al principio, no iba más allá de ser un simple gusto coleccionista; sin embargo poco a poco fui juntando épocas como si de un puzzle enorme se tratara y el laberinto de césped, héroes y goles que por entonces tenía en mi cabeza, se fue desanudando empezando a ordenarse en mí lo que aquellas blancas páginas denominaban como ‘La historia del Real Madrid’.

Cuando visité en el año 2000 la sala de trofeos del Real Madrid, debo confesar que mi ilusión terminó algo desencantada. Por una parte fue un sueño ver por primera vez ‘in situ’ nuestros títulos más importantes, aunque debo reconocer que me faltó ese pellizco de romanticismo que años atrás encontré en el pasar de aquellos libros. Y es que, si algo tienen los libros, es que te dan siempre la absoluta libertad para poner la frontera de tu imaginación donde a ti te dé la gana.

Mis libros me hablaban de batallas, del sudor, de lluvias interminables en campos embarrados, de camisetas manchadas de sangre, de jugadores que aún lesionados continuaban jugando, de Juanito y Camacho amedrentando al equipo rival en el túnel de vestuarios…

En la sala de trofeos, en cambio, si le hubiésemos quitado la plata de sus copas, la tela de sus camisetas y el cuero de sus balones, solo hubiesen quedado en pie empañadas vidrieras, focos encendidos y silenciosos pasillos oscuros.


No y mil veces no. Si uno va a una iglesia quiere encontrarse a Dios. Si uno va a un restaurante quiere salir comido. Y si uno va a la sala de trofeos del Real Madrid, quiere salir con la carne de gallina, llorando por las esquinas y profanamente enamorado de aquél, su bendito club.

Y yo me pregunto:

¿Os imagináis que el club hiciera una sala de trofeos para el madridismo y no para los turistas?

¿Os imagináis a ex jugadores donde hoy hay azafatas explicándote la historia de tu club?

¿Os imagináis que en vez de oler la sala de trofeos a lavanda oliera a Réflex y césped recién cortado?

¿Os imagináis que hubiese en esa sala de trofeos una pequeña biblioteca con todos los libros que a lo largo de la historia se ha escrito del Real Madrid?


¿Os imagináis que en esa pequeña biblioteca hubiera un sofá donde tú te pudieras sentar con tu hijo para leerle un libro que él mismo hubiera elegido?

¿Os imagináis que existiera en esa biblioteca una estantería con 116 tomos, los cuales cada uno de ellos representara cada año de los 116 que tiene el Real Madrid?

¿Os imagináis a niños sentados en alfombras y divanes leyendo literatura infantil madridista?


¿Os imagináis que el club, en su tienda Adidas, tuviera una sección ‘Vintage’ donde se vendieran camisetas antiguas de Gento, Santillana o Redondo, por ejemplo?

¿Os imagináis que fuera del estadio los puestos en vez de vender pipas y camisetas falsas vendieran periódicos históricos, banderines de otras épocas, elementos coleccionables…?


¿Os imagináis que en la presentación de cada fichaje se le entregara al jugador un libro con la historia y los valores que representa el Real Madrid?


¿Os imagináis que el Real Madrid invirtiera en jóvenes talentos literarios, cinematográficos o musicales como ya hace con el maravilloso proyecto de la Universidad Real Madrid?


¿Os imagináis que el Real Madrid enseñara al mundo todo lo que el mundo verdaderamente ve de él?

La visión globalizada que Florentino ha implantado en la imagen del Real Madrid ha sido todo un éxito social y económico sin precedentes, sin embargo este hecho no quita que en el futuro se pueda seguir desarrollando este proyecto a partir del más puro sentimentalismo madridista. El minimalismo mezclado con lo barroco, lo fluorescente con lo sepia y el canapé con el bocadillo de calamares.

Clubes de la Premier League como el Liverpool nunca han dejado de ambientar su sala de trofeos (y su estadio), no sólo en el presente y futuro más cercano, sino también en el glorioso pasado que ese mismo club inglés tuvo en los campos de medio mundo.

Personalmente, pienso que la factoría Disney, debe ser el ejemplo de la gestión sentimental que el Real Madrid tiene que hacer con sus propios aficionados. Ambas son fábricas que se asemejan porque las dos exportan ilusión en forma de historias inolvidables.

Ellos tienen las orejas de Mickey Mouse y nosotros a las orejonas, ellos tienen su castillo de Blancanieves y nosotros el nuestro de Concha Espina, ellos viven en las televisiones de los niños y nosotros vivimos en las televisiones de los niños tanto como en las de los padres, abuelos y tíos de aquellos mismos niños. Y es que, si hay una diferencia que nos beneficia del símbolo Disney, es precisamente esa. Mientras que desde Disney trabajan para hacer felices a niños de hasta 12 años de edad, nosotros trabajamos para que nuestros niños de 12, 45 u 80 años puedan dormir cada noche feliz con su victorioso equipo de fútbol.

Por ello me gustaría que no cayera en el olvido mis inolvidables libros madridistas, la forma con la que muchos empezamos a enamorarnos de nuestro club y el estilo tradicional que todo movimiento moderno debe llevar consigo para no dejar nunca de estar de moda.

Al mismo tiempo que yo escribía lo que tú leías, una familia llegó a pies de la taquilla de la sala de trofeos del estadio Santiago Bernabéu para que sus hijos vieran por primera vez nuestro precioso estadio madrileño. Entonces, la joven madre Alicia, cogiendo sus cuatro entradas se dirigió junto a su marido Walt y sus hijos Hansel y Gretel a aquel cemento ajardinado al que ella siempre había llamado ‘El país de las maravillas’. Y es que, para Alicia, el Real Madrid, la ilusión y los libros, siempre fueron bellas y sinónimas palabras en el diccionario de su escuela.

Lunes 23 de abril de 2018, día internacional del libro. Real Madrid, no olvides a nuestros cuentos que ellos siempre te recordaron.

Cemento de sueños, cemento de libros. Y colorín colorado…

Texto: @ankarma81

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