Juegas En Verso | Castratis
Hay una máxima en las guerras que dice que la mayoría de los soldados que luchan en ella lo hacen sin sentir ni pensar por la causa que están luchando. Solo van porque sus familias o países dependen de ellas.
Tras un verano de dimes y diretes entre el Madridismo y Zidane por su castrada revolución, llegó la hora de olvidar las polémicas decisiones que el entrenador francés tomó el pasado verano y ponerse de nuevo la zamarra blanca con la humildad e inseguridad con la que un verdadero soldado fiel defiende la causa no parida.
De aquí a mayo, trataremos de ver en Llorente a un mal jugador al que pudimos vender por un buen precio a nuestro eterno rival, los aplausos del Estadio Emirates a Ceballos nos sonará a pura esquizofrenia, los cánticos de Nervión a Reguilón se tratará de ocultar en el cajón del olvido, y así con los otros niños prodigios a los que el General Zidane ha dejado marchar (o ceder) para que nuestros extraordinarios y envejecidos cromos de álbum puedan seguir sonriendo cada domingo.
Por eso seguimos viendo como perpetuos titulares a Varane y Marcelo mientras portentos físicos como Militao o Mendy se telarañan en el banquillo. Kroos, Modric e Isco siguen caminando por dónde debieron estar corriendo Eriksen, Van de Beek y Ødegaard. Además de talentos noveles como Vinicius, al cual relegan empolvado en un desván, observa como James le arranca a Bale la katana que el galés tiene clavada en su espalda desde aquella desafortunada rueda de prensa.
La meritocracia llora y aparece violada, sangrienta y gestada en el vicio de unas tijeras francesas que no supieron podar a quienes mañana secarán sus frutos.
Dicho queda en estas líneas Zinedine Zidane:
Y es que cuidado con aquellos soldados que a pie de césped hoy pelean por tu causa, porque si llega el día que te ven dudar, serán los primeros en anudar sobre tu cuello la soga que tú mismo les quitaste de encima a ellos.
Suerte mi entrenador. Firmado, un soldado más.
Antonio Carrasco Martín