«Juega porque costó mucho dinero» y otros tópicos disparatados, por @antoniovv

28 julio 2017 - 12:45
«Juega porque costó mucho dinero» y otros tópicos disparatados, por @antoniovv

En nuestro afán por seguir desmontando los tópicos más manidos que emplean los medios de comunicación para referirse al Real Madrid, en esta ocasión vamos a centrarnos en uno de los grandes clásicos, ese que reza que en la confección de cada once del equipo pesan más los argumentos económicos que los deportivos.

Reconozco que, en este caso, la teoría está tan plagada de agujeros que resulta tremendamente sencillo tumbarla. Aún así, intentaremos ejercer una labor pedagógica para que la prensa deportiva patria renueve su catálogo de argumentos ridículos.

Imaginemos, por ejemplo, que al Real Madrid llega un futbolista extranjero fichado a golpe de talonario, por una cantidad importante. Y que acaba jugando casi 400 minutos más en todas las competiciones que otro jugador, en este caso español, con un largo y brillante historial tanto en su equipo como en la Selección, y con el que compite directamente por un puesto en el equipo. No hace falta ser demasiado imaginativo para esperar una reacción mediática muy adversa en contra del recién llegado, del técnico que toma la decisión de alinearle y de apoyo sin fisuras al futbolista nacional. Hay numerosos casos recientes y pasados que me reafirman en esta creencia. Pues bien, esto es exactamente lo que ha pasado durante la última campaña en el F.C. Barcelona con André Gomes y Andrés Iniesta como protagonistas. Por supuesto, en esta cuestión el eco mediático no ha pasado de ser un leve susurro. Nadie ha sugerido que Luis Enrique alineara más al futbolista portugués debido a presiones de la directiva, o por el mero hecho de haber costado mucho dinero.

La pregunta que surge del anterior asunto, y de otros muchos es ¿por qué sólo se usan estas tesis con el Real Madrid? Y sólo se me ocurren dos posibilidades. La primera, una obsesión por caricaturizar al presidente merengue como un dictador, capaz de someter a su implacable yugo a Ancelotti, a Zidane, a Pellegrini, a Mourinho y a muchos más. Y la segunda, que esta premisa es perfecta para criticar de la forma más simple el mayor protagonismo de un jugador concreto sobre otro, que sería la preferencia personal del periodista.

Así, Bale juega casi siempre sólo porque costó cien millones. Pero James, que fue fichado por en torno a ochenta ‘kilos’, es un suplente habitual desde que llegó Zidane, sin que se hayan aireado las posibles presiones para que aumentara su relevancia futbolística.

Por cierto, Danilo también es más caro que Carvajal, Coentrao costó mucho más que Marcelo, y traer a Kovacic desde el Inter también fue notablemente más oneroso que conseguir el fichaje de Casemiro desde Brasil. Apelando al simplismo periodístico que asume que un jugador determinado tiene mucho peso en el equipo por su coste superior al de sus compañeros que compiten por una posición, en todos estos casos deberían existir coacciones desde la planta noble del Bernabéu para que el protagonismo de los fichajes millonarios se acentuara. Y no parece que sea así. O al menos, no nos lo han contado.

Tampoco parece una casualidad que la controversia siempre se centre en futbolistas que costaron mucho dinero y que son extranjeros, mientras aquellos que pugnan por su puesto son nacionales. Los tintes xenófobos en opiniones de este tipo son tan evidentes que merecen otro artículo (que sin duda escribiré en algún momento). Existe una especie de cruzada para defender las esencias patrias de los enemigos exteriores que, una vez más, sólo es aplicable al Real Madrid.

Olvidan que uno de los signos distintivos de la historia madridista ha sido la permanente búsqueda de los mejores, sin tener en cuenta su procedencia. El futbolista más grande de la historia del club no perdió nunca su acento porteño, y el máximo goleador en 115 años de existencia de la entidad nació en la lejana isla de Madeira. La dimensión mundial del Real Madrid parece complicada de asimilar. Sobre todo cuando no tienes gana alguna de entender nada.

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