Juanito, el espíritu indomable del Real Madrid

27 julio 2017 - 14:32
Juanito, el espíritu indomable del Real Madrid

Hoy se cumplen 25 años de la fatídica muerte de una de las mayores leyendas en la historia del Real Madrid. Pocos jugadores han significado tanto para un equipo como Juan Gómez González

 

La noche del 2 de abril de 1992 todo el país se quedó helado ante la noticia que las radios retransmitían. Juanito (Fuengirola, 1954), fallecía trágicamente en un accidente de tráfico cuando volvía de ver un partido de su Real Madrid frente al Torino. Por entonces ya no era jugador, sino que vivía como él vivía los partidos desde la banda, como entrenador del Mérida.

Las reacciones en el mundo del fútbol no tardaron en llegar. Su amigo y compañero en el Real Madrid, José Antonio Camacho declaró que “esto es un mazazo. Era como un hermano para mí y como futbolista era un genio”. El sentimiento de Camacho era el sentir de una afición madridista que había perdido un estandarte, un auténtico ídolo.

Pero para conocer a alguien, hay que ir a sus orígenes. Juanito comenzó su andadura en el Aspes CF y el CD Los Boliches, ambos oriundos de su ciudad de origen, Fuengirola. Tal era el nivel que demostró que captó la atención del Atlético de Madrid, que rápidamente se puso en contacto con la directiva de Los Boliches y lo incorporó a su filial en 1969. El rápido y habilidoso extremo destacó por su enorme calidad y en la temporada 72-73 debutó con la primera plantilla del Atlético, comandada por entonces por el austriaco Maximilian Merkel. En aquella plantilla colchonera destacaban ilustres como Luis Aragonés, Adelardo, Irureta o Gárate entre otros. Un grupo de ensueño en el cual Juanito podría crecer como jugador y seguir explotando su infinito talento.

Por desgracia todo se torció en su debut con el equipo en un amistoso que el equipo del Manzanares contra el Benfica lisboeta. Al poco de comenzar el partido, Juanito chocaba contra el portero. El resultado fue la tibia y peroné rotos y una prometedora carrera de colchonero que acababa justo cuando empezaba a dar sus primeros pasos. El club decidió cederlo al Burgos CF por un periodo de dos años. Juanito llegaba así a un club de Segunda División, algo alejado de los planes de futuro que tenía. En su primera temporada con el equipo burgalés, Juanito anotó 3 tantos en 26 partidos, un resultado poco satisfactorio para el Atlético, que decidió deshacerse de él dos temporadas después, en la 74-75. Su carácter aguerrido, en ocasiones polémico, hizo que se quedase sin ficha con su club de origen, pero el Burgos sabía que tenía un diamante entre las manos y decidió apostar por él, justo lo contrario de lo que decían los informes sobre Juanito.

En la temporada 74-75, concretamente el 16 de julio de ese año, Juanito era presentado oficialmente como jugador del Burgos. Un jugador raudo, de velocidad vertiginosa, se estaba adueñando de la Segunda División con una facilidad pasmosa, tanto fue así que hasta estaba en la lista de Ladislao Kubala, el por entonces seleccionador nacional, para la lista de la Furia. En su segunda temporada comenzó a captar la atención de todos y el Burgos, con Juanito al frente, consiguió el ascenso a Primera que se había escapado un año antes. Su ascenso estaba siendo como lo era él en el terreno de juego: imparable. Eso propició la llamada del máximo rival de su anterior equipo, el Real Madrid, que ya había enviado a sus ojeadores y emisarios para tantear un fichaje que le resultaba apetecible a todos.

Al final, Juanito no se movió y con el Burgos en Primera División, se le comenzó a situar en la órbita de todos los equipos. Juanito lo sabía, incluso declaró para la prensa que era conocedor del interés del club de la Castellana, cuando se terminaba su contrato con el equipo castellano. Su calidad seguía y seguía puliéndose, hasta que Kubala le seleccionó para su Selección. Su debut fue en el Sánchez Pizjuán contra Yugoslavia, una selección con la que más tarde tendría uno de sus episodios más remarcables.

El Madrid consiguió finalmente abordar su fichaje en noviembre del 76 para incorporarle la temporada siguiente. Los castellanos, que no estaban en su mejor momento, veían como su máxima estrella se iba a todo un coloso como el Real Madrid por 27 millones de pesetas. Se comenta incluso que el presidente del Burgos de por aquel entonces, simpatizante del Madrid, no escuchó otras ofertas. O el Madrid o nada. Y precisamente contra el Madrid hizo uno de los mejores partidos con la casaca burgalesa, marcando dos goles. O contra el Atlético, que queriendo demostrar lo que se habían perdido, anotó un gran gol, además del famoso 0-3 que le endosó en el Calderón, provocando que la afición recriminase la salida de un jugador tan explosivo como Juanito. Próximo destino: la Castellana.

A su llegada declaró que “siempre fue mi ilusión fichar por el Real Madrid. Lo considero lo más grande”. Su llegada coincidió con una plantilla cuya nacionalidad era mayoritariamente española: Santillana, Camacho, Del Bosque, Pirri, Benito… y Stielike, con quien tendría sus más y sus menos con el alemán ya en el Neuchatel suizo, ya que uno atesoraba un carácter ardiente y el otro frio. En su primera temporada se hizo con la Liga, marcando 10 goles en 32 partidos a las órdenes de una leyenda como Luis Molowny. Su juego le hizo granjearse el apodo de “Supersónico”. En esta temporada es protagonista en un Clásico frente al Barcelona, en el que es autor de dos goles, finalizando el partido 2-3 para los blancos. Pero su carácter, competitivo a más no poder, a veces cruzaba la línea de lo aceptable, siendo uno de los casos más famosos el del partido contra el Grasshoppers suizo en 1978. Tras ser eliminado el Madrid de la Copa de Europa, Juanito empujó al árbitro Prokov, costándole dos años de suspensión europea. En 1985, tuvo el encontronazo antes mencionado con su excompañero Stielike, a quien escupió. Años después el propio Stilieke declararía que con Juanito nunca tuvo problema, que lo hablaron y quedaron como antes. Aunque su episodio más recordado quizás fue en 1988, cuando pisó al también alemán Lothar Mattäus, que se saldó con cinco años de suspensión en Europa y que al final provocó su salida de la entidad blanca. Con la selección, en 1978 y en Belgrado, Juanito dedicó un gesto a la grada cuando fue cambiado, recibiendo un fuerte botellazo en la cabeza.

Pero la historia de Juanito en el Real Madrid fue, al margen de estos episodios, una carrera a la altura de la leyenda. Siendo uno de los símbolos del Madrid de los 80, conquistó cinco Ligas (78,79,80,86 y 89), dos Copas de la UEFA de manera consecutivas (85 y 86), dos Copas del Rey (80 y 82) y una Copa de la Liga en 1985, además de ser Pichichi en la temporada 83-84. Con el Real Madrid, en 383 partidos marcó 120 goles. Pero su legado fue más allá. Juanito vivía por y para el Real Madrid en cada partido, en cada lance, en cada remate. Un jugador de raza, de esos que levantan pasiones por su manera de jugar. Para la memoria siempre quedará su celebración cuando fue cambiado en el legendario partido contra el Borussia Mönchengladbach en el Bernabéu en 1985, tras remontar el Madrid una eliminatoria que parecía perdida. Sus saltos, su agitar de puños… él era el Real Madrid en ese momento. También fue protagonista en otros partidos para el recuerdo como frente al Celtic, Inter («Noventa minuti en el Bernabéu son molto longos») o Anderlecht. Juanito la preparaba y Santillana metía gol.

En su carrera como jugador del Madrid compartió vestuario con muchos jugadores legendarios, como los nombrados anteriormente y con la Quinta del Buitre (Butragueño, Michel, Martín Vázquez, Sanchís y Pardeza). Y con su gran amigo Rafael Gordillo, un extremo con condiciones muy parecidas a las del propio Juanito. También Hugo Sánchez, Valdano… la lista es larguísima, diez temporadas dan para muchos nombres.

Juan Gómez González, Juanito

Tras salir del Madrid, recaló en el Málaga, donde fue recibido con todos los honores. Y en su primera temporada, ascendió con él a Primera División. En las dos temporadas que estuvo allí, se recuerda sobre todo el gol que le marcó a Paco Buyo de vaselina. Juanito, que seguía siendo amigo de sus antiguos compañeros, al finalizar el partido fue a vacilar con ello a Buyo. Ese era el verdadero Juanito, una persona que no perdía la sonrisa en ninguna situación. En su retirada del fútbol en el club malacitano, Curro Romero le cortó la coleta, imitando el gesto de los toreros.

Vuelve al equipo que le vio dar sus primeros pasos como jugador, el Club Deportivo Los Boliches, para después comenzar su andadura en los banquillos con el objetivo claro de algún día convertirse en el entrenador del Real Madrid. De su Real Madrid. Tomó las riendas del Mérida, al que impuso un estilo de juego que era un calco de su espíritu, luchador y siempre al ataque.

Con el Madrid siempre en su cabeza y en su corazón, fue a su Bernabéu para disfrutar de un Real Madrid-Torino correspondiente a la Copa de la UEFA de 1992, en el cual jugaba su amigo Rafael Martín Vázquez. A la vuelta, sufría el accidente en La Calzada de Oropesa, que terminó con su vida, un 2 de abril de hace 25 años. Desde aquel momento y en todos los minuto 7 de cada partido que se juega en el Bernabéu se escucha “illa, illa, illa, Juanito maravilla”. Una muestra del profundo calado que dejó la leyenda.

Hoy hace 25 años que te nos fuiste antes de tiempo. Porque la figura de Juanito trascendió más allá que la de ser un simple jugador de fútbol. Juanito era el perfecto canalizador de sensaciones del aficionado del Real Madrid. Si él estaba enfadado, todos estaban enfadados. Si él saltaba y celebraba, el resto hacía lo mismo. Si ahora llegase alguien completamente ajeno al Real Madrid, algo que queda claro es que, mientras haces un recorrido por la historia del club, no puedes dejarte al 7 más legendario que ha vestido el blanco. Otros habrán metido más goles, pero Juanito está a otro nivel, goza de otro estatus. Es una leyenda. Mi único pesar es que jamás pude verlo en directo. Nunca pude verle correr por la banda, ni meter goles, ni celebrarlos al unísono con él, en el Bernabéu o desde el salón de mi casa. Pero yo sé que siempre que juega el Madrid, Juanito está ahí, viéndolo, como el resto de nosotros. Un verdadero madridista, madridista del alma. Una parte del escudo. Un eco que resonará para siempre en la grada. Juanito maravilla.

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