Florentino Pérez tiene razón (I): El maldito relato y el maltrato sistemático al Real Madrid
Las palabras de Florentino Pérez sobre el doble rasero mediático frente al Real Madrid en las que, por fin y de forma pública e institucional, se da un puñetazo encima de la mesa como muchos veníamos demandando desde hace años, han hecho mucho daño entre Prensa Nostra.
Lo más suave de lo que han acusado a nuestro presidente es de actuar como un forofo, haciendo seguidismo de un indecente tuit de Tebas, sí, ése que en sus ratos libres es presidente de LaLiga pero que a tiempo completo actúa como mamporrero de Jaume Roures (el factótum principal de eso que hemos dado en llamar “el Tinglao”)
Y es que no podemos olvidarnos de que este “Tinglao”, que no es más que un Régimen arraigado desde hace décadas, en la que Comités, árbitros y demás hermanos mártires han trabajado descaradamente en favor de un equipo primordialmente, el FC Barcelona y, ocasionalmente, del Atlético de Madrid, no podría entenderse sin la colaboración cobarde y explícita de los medios de comunicación.
Por eso, cuando oía ayer a Florentino Pérez hablar de ese doble rasero, especialmente quejándose de las realizaciones y del mal trato sistemático que le tienen los medios de comunicación al Real Madrid, haga lo que haga.
¿Tiene razón Florentino en sus quejas? Yo digo abiertamente que sí. Es más, por razón de su cargo fue excesivamente diplomático. Y voy a analizar por qué.
El maldito “relato”: El cambio de la realidad por otra inventada
Para ello empezaré por el maltrato mediático al Real Madrid, algo que ya por manido, hace tiempo que causa hasta risa porque una gran parte del madridismo sabe, con 24 horas de antelación, qué va a decir la purria mediática sobre cada resultado de los blancos.
Y todo en pro de una finalidad muy clara y estudiada que no es otra que la imposición de su propio relato de los hechos y la construcción de una realidad alternativa, ajena por completo a la auténtica
Sí, ese maldito relato que llevan años, décadas, construyendo hasta imponer su propia verdad, aunque sea diametralmente opuesta a la verdad real.
El maldito relato, impuesto desde la Ciudad Condal y sus infinitas terminales mediáticas, que unidas a las de la Capital del Reino, teledirigidas por el omnipresente Enrique Cerezo, han tratado de borrar la realidad y crear una nueva y que pasa, entre otras cosas por vender encima que los que dominan este tinglado son precisamente los más maltratados (ya se sabe, “los hilos del Palco del Bernabéu”, ”los medios de Florentino” y tal)
Algo que, por cierto, no es nada nuevo. De hecho, la construcción de ese relato es tan vieja que ha llevado a decenas de miles de personas a dar por sentado que el Real Madrid fue el equipo de Franco. Esa “verdad” está insertada ya como un microchip en el imaginario colectivo, a pesar de que entre el dictador y Don Santiago Bernabéu había de todo menos sintonía.
Sin embargo, se obvia sistemáticamente que sí hubo un equipo, el FC Barcelona, que fue salvado de la ruina caracolera por dos veces gracias a decisiones puntuales de Franco, que le llevaron a recibir nada menos que tres distinciones de manos de los culés en sus 40 años de dictadura y de las que, curiosamente, nadie habla ni se acuerda.
Como olvidan que hubo otro equipo, integrado por militares del Ejército del Aire franquista, que fue salvado del descenso en los años 40 y que gozó de las mayores prebendas del poder en los primeros años del franquismo, precisamente por su condición militar, como fue el Atlético de Aviación, germen del Atlético de Madrid.
Pero puestos a blanquear y cambiar realidades, qué decir sobre cómo se blanquearon los dos finales de Liga tan absolutamente sospechosos en Tenerife en los años 1992 y 1993.
Dos partidos en los que, aun mediando denuncias -y confesiones- públicas de maletines y posibles sobornos a jugadores tinerfeñistas y unas actuaciones arbitrales cuando menos lamentables, la prensa decidió correr un tupido velo sobre aquello y se achacó directamente a los errores de planteamiento y de juego madridistas el hecho de que aquellas dos Ligas se le escaparan al Real Madrid de aquella manera.
El principio de la vulgarización “goebbelsiano” como método de trabajo
La estrategia es bien sencilla pero, como dijo Goebbels en uno de sus principios, en concreto, el de la vulgarización, que establece que “toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar”. Y lo llevan a rajatabla.
Un mensaje sencillo y directo, eso sí, con palabras grandilocuentes, voces campanudas y disfrazadas de análisis sesudos basados en lugares comunes y clichés repetidos hasta la saciedad resumidos en el simplista y manido “el Madrid no juega a nada”.
En definitiva, mensajes reiterativos, generalmente con voceros disfrazados de analistas ecuánimes aunque rabiosamente antimadridistas, pero tremendamente sencillos, como la “flor” de Zidane, las “bolas calientes”, los árbitros, etc., con la única intención de minusvalorar cualquier victoria del Real Madrid, vaciándola de mérito y de contenido.
Así pues, ¿Qué gana el Real Madrid una serie de partidos tras una mala racha? No sirve, no se puede elogiar porque esos equipos a los que se ha ganado no eran una piedra de toque adecuada, eran rivales de tercera.
¿Qué gana el Real Madrid a unos equipos importantes? No pasa nada, también hay respuesta para ello. Es que ese equipo no compareció, no fue él mismo, estuvo desaparecido o el portero tenía una conmoción cerebral… Algo que hemos podido leer y oír, sin ir más lejos, tras las grandes victorias ante Barça, Atleti, Inter o Sevilla de esta misma temporada) o en la famosa final de Kiev en 2018 ante el Liverpool
¿Qué gana el Real Madrid un torneo de tipo medio, p. ej.: un Mundial de Clubes o una Supercopa, aunque sea ante rivales importantes? No hay problema. Es que esa competición, generalmente llamada “Copa Toyota” o “Torneo de la Galleta” no sirve para nada y no tiene ninguna trascendencia ni mérito ganarla.
¿Qué gana el Real Madrid una Liga? Sí, ese torneo que cuando lo ganaba el Barça se decía que era el que medía mejor el nivel de un equipo porque ganaba el más regular y tal. Pues nada, se dice que el rival la ha tirado y que si se ha ganado es más por deméritos del Barça que por aciertos propios.
De hecho, se insiste en el mensaje que no ha habido mérito madridista alguno para la consecución del título y se carga la suerte en que únicamente han sido los fallos ajenos los que han propiciado ese triunfo.
¿Qué gana el Real Madrid una Champions? Tampoco pasa nada, y a pesar de lo que pueda uno pensar, carece de mérito y de relevancia. ¿Y por qué, que diría el “clásico”? Muy sencillo, la Champions se gana por suerte, son apenas seis u ocho partidos y el Madrid le da al “botón de la Champions” y gana casi por inercia.
A eso le sumamos también otros factores como la suerte en los cruces, los arbitrajes y que los rivales están gordos y, hala, a tapar vergüenzas, que es para lo único que sirve ganar este título. Porque lo que importan (en ese momento, claro), son las Ligas que el Madrid lleva años “tirando”. Y a otra cosa.
“La Otra Bicicleta”, o cómo el bueno siempre es el otro, no el de blanco
Pero claro, el “Tinglao” mediático no sólo aplica este principio al Real Madrid. Hay que hacer contrapeso, de modo que al mismo tiempo que se castiga duramente al Real Madrid hay que elogiar sin medida a los otros rivales del Real Madrid y sus entrenadores.
Mientras que en el Real Madrid se aplica inexorablemente el principio de “La Otra Bicicleta”, que Richard Dees denuncia constantemente en su podcast “ElRadio” y se hablan maravillas del que ya no está o el que aún no ha venido, se tritura al que está aquí y se trata con guante de seda a nuestros rivales.
Da igual quién sea el entrenador o los jugadores de nuestra plantilla. Los buenos estarán siempre en otros equipos y, lo que es peor, al tiempo que se minusvaloran los éxitos propios, se exagerarán los ajenos. Así, cuando se gana la Liga de 2007, se dice por la prensa que el que mereció ganarla porque hizo mejor juego fue el Villarreal y que pase el siguiente.
Por otra parte, y mientras que a los técnicos madridistas, sean quienes sean, se les juzga con lupa en cada decisión, otros entrenadores tienen barra libre para todo. Porque la táctica es siempre la misma, leña al mono, esté quien esté en el banquillo blanco. Se le atiza sin compasión y se le juzga con severidad en cada partido, gane, pierda o empate.
Porque como dijo hace unos años Susana Guasch, la “hijísima” del mítico Tomás, “aquí va a dar igual quien esté en el banquillo del Madrid, porque le vamos a dar desde el primer día”. Un magnífico resumen de lo que es el periodismo deportivo para con el Real Madrid.
Y es que da igual que ese entrenador madridista haya ganado títulos importantes. No tiene crédito alguno ya porque “no se puede vivir del pasado” y además, o es un alineador y un tipo con suerte o un dictador semifinalista, dependiendo de quién sea, y el mérito en los triunfos siempre es de sus jugadores.
En cambio, otros pueden llevar 10 años en el cargo, “mear colonia” y tener en todo caso la fama de ser grandes estrategas mientras que acumulan fracaso tras fracaso, que nadie le echará la culpa de nada ni cuestionará jamás sus métodos.
Aunque ese entrenador lleve años sucumbiendo en Europa con grandes equipos desde 2011 y una bolsa de gasto milmillonaria, o sea incapaz de ganar ante el modesto Qarabag o pierda dos finales de Champions consecutivas y una Supercopa de España ante el mismo rival por lo cobarde de sus planteamientos.
Dichos personajes nunca serán cuestionados, jamás. Todo lo contrario. Caer en fase de grupos de la Champions, lejos de ser un escándalo y un fiasco monumental y generar un gran incendio, se vende como una gran oportunidad de ganar un título europeo como la Europa League.
Vamos, igualito que lo que se ha dicho de Zidane sin ir más lejos, en esta fase de grupos de la Champions, en la que además acabamos como primeros…
Asimismo, mientras que el entrenador madridista no puede elegir a los que considere mejores para cada partido porque está “señalando”, “castigando” o “haciendo de menos” a los jugadores que sienta en el banquillo, los demás entrenadores tienen manga ancha para decidir quién juega y quién no.
Y no se critica nada porque todo entra del poder de decisión que todo entrenador debe tener (salvo que sea el del Madrid, claro). Un poder de decisión que, sin embargo, se le cercena de raíz a cualquier entrenador del Real Madrid, al que se le cuestionará hasta el color de sus zapatillas de andar por casa.
Los escándalos arbitrales sólo lo son cuando favorecen al Real Madrid: Blanquamiento y criminalización
Por último, en este análisis sobre el maltrato al Real Madrid por parte de los medios no podía olvidarme del más importante y que hace referencia al famoso relato. Me refiero, pues, al blanqueamiento de los errores arbitrales y cómo se pone (y se quita) el foco de los mismos a voluntad, en función de quién sea su beneficiario.
Así, mientras se cantaba como una gesta histórica del mundo no ya del fútbol sino del Deporte mundial, como fue la infame remontada culé del famoso Aytekinazo, se llegó a decir sin rubor que el Real Madrid se clasificaba ante la Juventus en medio de un “escándalo de tamaño mundial”, a pesar de que todo el mundo había visto que aquella jugada de Benatia sobre Lucas Vázquez era penalti.
Cómo fue la cosa que hasta Isco Alarcón se atrevió a denunciar en Twitter dicho trato discriminatorio, provocando un tremendo revuelo mediático, en la que fue probablemente la primera vez que alguien desde el club se animaba a denunciar públicamente.
Una profesión, dos varas de medir , vergonzoso🤮 pic.twitter.com/HQnj4V2MoY
— ISCO ALARCON (@isco_alarcon) April 13, 2018
Y es que, cuando los árbitros se han equivocado en contra del Real Madrid o favor de Barça o Atlético (salvo en sus enfrentamientos directos) o de cualquier rival del Real Madrid en su partido contra los blancos, nunca se monta ningún revuelo mediático ni polémica alguna que dure días y días entre los periodistas patrios.
Que derriban en el área del Alavés a Marcelo de un tirón de pelos o agarran de la camiseta hasta casi arrancársela de cuajo a Brahim ante el Mallorca, o zancadillean a Varane o le clavan los tacos en el muslo en un Clásico (lo de estos partidos ya clama al cielo) o le anulan goles por fueras de juego milimétricos, no pasa nada, son lances del juego que quizás debieron ser señalados como penalti. Pero ningún escándalo en la prensa.
De hecho, siempre habrá un periodista, generalmente disfrazado de experto arbitral o incluso un exárbitro “al dente”, para justificar la decisión de no señalar penalti con las más extravagantes explicaciones.
Unas explicaciones que, curiosamente, dejan de tener validez la siguiente jornada cuando al Barça o al Atlético le señalen un penalti a favor por lo mismo que no se lo pitaron al Madrid apenas unos días antes.
En este sentido, me vienen a la cabeza las sesudas explicaciones de esos expertos de pacotilla sobre por qué estaban bien arbitradas las manos no pitadas de Feddal (Betis), Capa o Yuri (Athletic) y, al mismo tiempo, te justifican que la de Ramos ante el Eibar sí debió ser señalada como penalti o estaba bien arbitrada la mano de Nacho ante el Alavés.
Estos mismos, en sus valoraciones finales de la labor del colegiado tras el partido, te dirán que “no influyó en el marcador”, como dijeron de Clos Gómez tras el Clásico en el Nou Camp de la 16/17, donde dejó sin señalar tres claros penaltis en el área culé y permitió que subiera al marcador el tanto de Luis Suárez en fuera de juego.
En ese caso, se habla únicamente del mal juego del Real Madrid como detonante del mal resultado y si, como en Valencia o en casa ante el Alavés, el árbitro te ha perjudicado gravemente, se tapa la basura y se le echa toda la culpa al equipo por no haber sabido jugar mejor. Como si ambas cosas, que te perjudiquen y no desplegar un buen juego, fuesen circunstancias incompatibles entre sí.
En cambio, cuando un árbitro comete el “delito de lesa patria” de acertar a favor del Real Madrid en sus decisiones (y no te digo ya si se equivoca y favorece a los blancos), la máquina de picar carne mediática se desboca y no respeta nada ni a nadie.
Se monta un incendio colosal, se habla de escándalos arbitrales y de tremendas polémicas, repito, incluso si las decisiones (como ocurrió en el tramo final de la pasada Liga, tras el confinamiento) son correctas y el VAR o el colegiado aciertan en sus decisiones.
En ese caso, como digo, se montan tertulias interminables con debates que llevan incluso a plantear auténticas enmiendas a la totalidad del sistema, hablando de que el VAR ha acabado con el fútbol y que hay que erradicarlo a como dé lugar.
Es más, incluso se ha llegado a cuestionar la imparcialidad del árbitro porque se dice que un árbitro salió del campo con una bolsa con pines y bolígrafos, obsequio del Real Madrid y que por eso, en un Villarreal-Real Madrid de la 2016/2017, se insinuó (o se habló abiertamente) de soborno.
Y todo porque los blancos remontaron in extremis un partido que tenían perdido y donde hubo dos decisiones acertadas de Gil Manzano, que no señaló unas manos involuntarias en el área del Real Madrid y, por contra, pitar un penalti as favor de los blancos y que lo era por manos de Bruno.
O peor aún, se llega montar auténticos aquelarres contra los colegiados, desde tiempos incluso del desaparecido Guruceta hasta hoy día, como el que el infame Iván San Antonio del Sport le montó al padre del árbitro del último Clásico, Martínez Munuera, al que acusó del pecado nefando de ser madridista y de dirigir una peña del club blanco en Benidorm.
Un tipo deleznable como profesional y cuya actuación periodística, lejos de ser sancionada ni de ninguna llamada al orden por ningún colegio de periodistas nacional, ha visto premiada su incalificable trabajo con su incorporación estelar a las tertulias matutinas de la siempre “madridista” Radio Marca, de la mano de Raúl Varela.
Y todo porque el árbitro cometió el “disparate” de señalar un penalti a favor del Real Madrid que, para más inri, lo era por un claro agarrón de Lenglet a Sergio Ramos (y a pesar de que había obviado al menos otro derribo similar minutos antes en el área culé).
Una actuación tan indecente y miserable, además de falsaria, que ha llevado al panfleto culé a tener que publicar una rectificación en sus páginas esta misma semana tras la denuncia de padre del colegiado valenciano.
Por no hablar de una presión insoportable de la prensa hacia el Comité Técnico de Árbitros, dirigido en la actualidad por Velasco Carballo y que, casualidad o no, ha provocado un giro copernicano en las decisiones arbitrales contra el Real Madrid a partir de ese momento y hasta la actualidad.
Pero vamos, que no es nada nuevo. Se machacó de forma inmisericorda a colegiados como Muñiz Fernández por errar en la señalización de un penalti a Pepe que no era ante el Elche en un partido de Liga ¡de la temporada 2012/2013! O a Iglesias Villanueva, al que trituraron por pitar pena máxima por un derribo a Casemiro en un Valladolid-Real Madrid de la temporada 2018/2019.
Errores que, por cierto y en ambos casos, supusieron el final de sus respectivas carreras en Primera División al final de la temporada y que, en otros casos, lejos de suponer castigos para los colegiados, han supuesto su promoción para internacionales o pitar finales de Copa, aunque eso da para otro debate igualmente profundo, pero que no viene al caso en este momento.
Por tanto, y eso que estoy poniendo simples ejemplos recientes, a pesar de que históricamente hay casos como para llenar 100 páginas, puedo convenir y convengo, que diría aquél, que Florentino Pérez tiene motivos más que de sobra para quejarse del maltrato de la prensa y su doble rasero para con el Real Madrid.
Texto: Meritocracia Blanca