Felices 122 años, Real Madrid, pero ya eres eterno
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Como se felicita a una parte de tu ser. Es difícil encontrar las palabras que describan un sentimiento tan inherente a mi persona. Algo que muchos no podrán entender y que muchos otros lo harán a la perfección
No sé cuando empezó todo, quizás desde antes que naciese. Imagino que cuando estaba en el vientre de mi madre ya escuchaba los partidos del Real Madrid. Podía oír las celebraciones de los goles de mi padre. Quién sabe si mi nombre está influido por aquel joven delantero que emergió desde la cantera para convertirse en leyenda.
Una señal de que algo es duradero y natural es no acordarse de como empezó. Así es mi relación con el Real Madrid.
Si echo la vista atrás, muchos de los mejores momentos de mi vida están relacionados con el Real Madrid. También algunos de los más tristes.
Y es que el Real Madrid me da la vida, pero también me la quita.
Uno de mis primeros recuerdos fue aquella magestuosa volea de Zidane. Observé, sentado en el suelo frente al televisor, aquella obra de arte que escapaba a mi entendimiento. Vislumbré que eso era un momento histórico, cuando gire mi asombrada mirada hacia los gritos atónitos de mi padre, que celebraba por la ventana lo que ya es uno de los momentos más importantes de mi vida. Creo que en aquel momento, entendí la grandeza del Real Madrid.
Mi padre, que mira el fútbol con la pasión de un hombre tranquilo que no se pierde un partido de su amado equipo, pero por el que jamás perdería los papeles, celebrando un gol fuera de si. Aquella fue la chispa perfecta que hizo prender esa llama interior en mi que jamás se apagará. Sólo la muerte pondría un final, y si hay más allá, sé que mi lugar estará cerca del suelo en el que sentado aquel niño se enamoró, del Real Madrid y del Santiago Bernabéu.
El paso de los años solo ha conseguido hacer que esa llama sea incendio. Que los días de partido sean lo primero. Que no entienda la vida sin el Real Madrid.
Y es que el Real Madrid es esa compañía que nunca me abandona. En los buenos momentos ha sido un motivo más para estar feliz y en los malos ha sido una vía de escape a la tristeza.
El Real Madrid no es solo un equipo de fútbol, es la pasión, el extasis, el recuerdo de momentos imborrables que te devuelven a un lugar mejor y, con ellos, el compartir 90 minutos más con aquellos que se marcharon antes de tiempo.
Y entre ellos mi abuelo. Fiel amante de Benzema, no pudo disfrutar de como se elevó al Olimpo de la historia del Real Madrid. Cada gol que marcaba me hacía recordar su voz risueña recordándome «¿Y ahora qué dices de Benzema? Es el mejor, el mejor». Perdóname abuelo, no sabía lo que decía. El cenit de Benzema fue como un mensaje desde el más allá de mi abuelo un «te lo dije». Y con él, pudieron ir en paz.
También me ha regalado abrazos y lágrimas de alegría junto a mis mejores amigos. Memorias que nos acompañarán por siempre. Y como no, discursiones con mis amigos más antimadridistas, donde el cariño roza la línea de una enemistad fugaz. Y es que como no voy a entenderles, si su pasión es la misma pero por diferentes colores. El amor es ciego, sobre todo el de ellos.
El Real Madrid es una herencia que corre por mis venas. Una tradición de valores que me conecta con el no rendirse, el respeto, la lucha, la ambición y la mejora constante. Es una filosofía de vida que impide darte por vencido hasta el final y un poquito más. Y cuando todo esto se me olvida, ahí llega el Real Madrid para recordármelo.
Y 28 años después aquí tengo un rincón para escribir sobre mi mayor pasión. Un espacio donde escupir desde las entrañas todo lo que este equipo me hace sentir, disfrutar y sufrir. Un sueño que me llevará al templo madridista. Es casi poético.
Como van a decir que tan solo es fútbol. Como van a decir que el Real Madrid es solo un equipo de fútbol.
Yo lo siento, pero si mi Madrid no existiese, habría que inventarlo.
Son 122 años de historia. Que rabia haberme perdido 94.
Como en las historias más bonitas de amor, yo no sé cómo empezó todo, pero solo sé que sin el Real Madrid el vacío sería tan grande como el infinito.
Sólo puedo dar gracias al destino, a dios, a mi familia, a mis amigos o la circunstancia que sea que hizo que el Real Madrid me eligiese. Soy un afortunado
El Real Madrid hace posible lo imposible, incluso que la eternidad siga contando años.
Felicidades Real Madrid. Son 122 años, pero ya eres eterno.