#EnClaveMorada | Cuestión de competitividad
Desde hace varios años, el calendario del baloncesto europeo se ha inflado drásticamente tras el cambio de formato de competición aprobado en Euroliga. Si antes el campeón continental debía disputar un máximo de 31 partidos para alzarse con el trofeo, enfrentándose en la primera fase a rivales de menor entidad y exigencia, ahora el número se puede incrementar hasta los 37: 30 de la liguilla, con el desgaste que esto supone al enfrentarse por partida doble a lo largo del año a los mejores clubes de la competición, como CSKA, PAO, Olympiacos o Fenerbahce, entre otros, un máximo de 5 en playoff y los 2 de la Final Four. Esto ha provocado un cambio de mentalidad en las gerencias de los principales clubes europeos: a mayor competitividad y desgaste en la principal competición europea, que es la que mayores ingresos genera para las arcas del club, menor interés despierta tanto en el club como en aficionados los encuentros que cada fin de semana se disputan en la liga regular de la ACB.
Debido a este motivo, equipos como el Real Madrid Baloncesto han apostado por ampliar su plantilla con rostros jóvenes y de proyección que puedan asumir ese protagonismo en la liga nacional que a su vez permita dosificar esfuerzos y reservar a ciertos jugadores clave, como Jaycee Carroll o Rudy Fernández de cara a los enfrentamientos de Euroliga. Un buen ejemplo de esto lo encontramos en Santi Yusta, canterano madridista que las dos temporadas precedentes ha jugado en las filas del Obradoiro ganando experiencia en Liga ACB y que ahora ha asumido a la perfección este rol secundario, gozando de más y mejores minutos en el campeonato doméstico que en Euroliga, debido a la enorme competencia interna que existe en su puesto.
Otro factor importante que ha condicionado completamente la planificación inicial de la temporada ha sido la plaga de lesiones que ha sufrido el equipo de Pablo Laso a lo largo de los últimos meses. A las bajas de larga duración de Sergio Llull y Ognjen Kuzmić, pronto se unieron otras, quizá de menor gravedad pero que han mermado de igual forma el poderío del equipo en algunas fases de la temporada. Ayón, Rudy, Randolph, Thompkins, hasta hace un par de días Doncic… Y pese a ello hemos seguido compitiendo de manera muy notable en Euroliga, en donde ya hemos certificado matemáticamente nuestra clasificación para los cuartos de final y seguimos peleando por ocupar una de las cuatro plazas que permiten afrontar los playoffs con la ventaja del factor cancha a favor.
Esta eficiencia madridista a la hora de competir en el campeonato nacional y europeo pese a las bajas no ocurre por arte de magia, ni mucho menos por gozar del amparo arbitral – más bien todo lo contrario, el respeto del Real Madrid sigue estando muy por debajo del resto de grandes de la competición, como Maccabi, CSKA o FCB –, ocurre por el trabajo previo realizado durante estas últimas temporadas por parte de Pablo Laso y el núcleo principal de jugadores que cuentan con la experiencia suficiente como para saber afrontar determinadas situaciones de juego en los momentos más complicados del partido.
El Madrid sabe competir, puede jugar mejor o peor, puede estar más o menos acertado desde el triple o el tiro libre, pero siempre compite. Lo demostró en la final de la Copa frente al FC Barcelona, en donde casi se culmina una remontada que hubiese sido histórica, y lo demuestra semana tras semana a la hora de finiquitar los partidos de ACB con el limitador de velocidad puesto, cediendo solamente 3 derrotas en 23 jornadas al mismo tiempo que en Euroliga suma victorias en situaciones muy adversas.
Texto: @Bricepinkfloyd
Foto: Diario AS