En Clave Morada | Zidane y las malas lenguas
Peligra el puesto de Zidane. Esa es la noticia que adelantó anoche el diario El Mundo minutos después de que el equipo merengue hubiese certificado sobre suelo ucraniano el enésimo ridículo europeo en 2020. Dicen las malas lenguas que existe una especie de ultimátum según el cual el técnico francés, arquitecto del mejor Real Madrid en la era del fútbol moderno, puede ser destituido si no logra clasificar a su equipo para la siguiente ronda de Champions League. Una noticia que divide al madridismo, entre aquellos que señalan al francés como el principal culpable de la situación actual del equipo y aquellos que dirigen el foco de la crítica hacia otros estamentos del club.
Desde que aterrizó en la Casa Blanca, su figura siempre ha estado estrechamente ligada a Florentino Pérez. De fichaje galáctico a golpe de talonario y volea icónica en Glasgow hasta convertirse en el entrenador más laureado de la historia moderna del club – solo superado en número de trofeos por el mítico Miguel Muñoz -, Zidane siempre había contado con el respaldo de su principal valedor. Una relación casi paterno-filial que se truncó en 2018 con la espantada del francés (y Cristiano Ronaldo) después de haber ganado su tercera Champions consecutiva, que vivió su reconciliación apenas un año más tarde con su regreso al banquillo del Santiago Bernabéu y que ahora puede volver a sufrir otra «crisis sentimental» debido a los malos resultados deportivos, especialmente en Europa, donde el equipo necesita ganar al Gladbach en la última jornada para depender de si mismo y asegurarse un billete para octavos de final.
La posibilidad de caer eliminados en la fase de grupos por primera vez en la historia presentaría un panorama desolador en el club blanco. En plena crisis por la pandemia, la importante pérdida de ingresos que derivaría de no disputar la ronda de octavos de final en la Champions tendría un impacto económico muy negativo en las arcas del club. La amenaza está ahí, y el futuro más inmediato del equipo blanco en lo que respecta a fichajes dependerá en buena medida de evitar esta eliminación.
¿Por qué? ¿Por qué hemos llegado a esta situación? Algunos dirán, con parte de razón, que falta fútbol y respuestas tácticas por parte de Zidane en los últimos partidos, otros que se trata de mala actitud por parte de los jugadores, excesivamente relajados y complacientes cuando se cruzan con rivales menores, un clásico en el ecosistema del vestuario madridista desde tiempos impertérritos, pero ante todo, a este Real Madrid le falta grandeza. Existe un déficit de talento en la plantilla, donde apenas encontramos certezas en ataque, más allá de la clase de Benzema y la inspiración a cuentagotas de un Hazard mermado físicamente. Jovic ni está, ni se le espera. Asensio parece otro tras la lesión. Mariano no da la talla para nada más allá de 20 últimos minutos locos de partido. Y a Rodrygo y Vinícius Jr todavía les faltan muchos ColaCaos por tomarse antes de poder tirar del carro en este equipo. No, el ímpetu del vilipendiado Lucas Vázquez no es suficiente. Y Sergio Ramos, que en marzo cumple 35 años, debe centrarse en evitar encajar goles, no tanto en anotarlos.
La realidad es que estamos a 2 de diciembre de 2020 y el Real Madrid carece de un jugador que marque las diferencias, aquel sobre el que gire todo el juego del equipo y asuma el liderazgo en momentos difíciles. Y esto no solo responsabilidad de Zidane, un técnico permanentemente cuestionado por una parte importante del madridismo y al que se le exige la cuadratura del círculo: ganar títulos todas las temporadas mientras gestiona una plantilla repleta de jóvenes inexpertos que han demostrado muy poco en la élite y con varios pesos pesados en claro declive físico.
Al igual que sus predecesores, Zizou siempre ha contado con un poder de decisión bastante limitado a la hora de confeccionar la plantilla, con la única excepción del fichaje de Ferland Mendy, con el excelente resultado que todos conocemos. Recordemos como el galo tuvo que condenar prácticamente al ostracismo a Bale y James durante dos temporadas para que el club accediese a trabajar en sus salidas. Como le gustaba Achraf hasta tal punto de subirlo directamente del Juvenil al primer equipo hace unas temporadas para acabar siendo traspasado el pasado verano, al mismo tiempo que Odriozola permanece en la plantilla. Como no se contempla el fichaje de Paul Pogba, petición expresa del francés, por su elevado precio de traspaso, o no se apuesta por fichar a más jugadores contrastados en último año de contrato (Courtois), al mismo tiempo que se invierte 50 millones en Eder Militao, 63 millones en Luka Jovic o 30 millones en Reinier.
Echar ahora a Zidane es un error. Incluso aunque el Real Madrid quede eliminado en Champions, debe continuar hasta final de temporada. Si algo nos ha demostrado el francés es que siempre presenta resultados positivos al final de cada ejercicio. Si el año pasado se produjo «el milagro» de ganar Liga y Supercopa, ¿por qué no se va a poder repetir? Pero todo sería mucho más fácil si las malas lenguas que rodean el club blanco no llevasen meses con el entrenador francés en la diana, en una especie de campaña mediática que busca centrar el foco única y exclusivamente en Zidane, obviando la cuota de responsabilidad que José Ángel Sánchez y Florentino Pérez también deben asumir en esta crisis deportiva. Flaco favor les hacen.
Texto: @Bricepinkfloyd
Foto: SERGEI SUPINSKY/AFP via Getty Images