En Clave Morada | ¿Por qué se cuestiona más a Zidane que a Pedrerol?
A lo largo de toda la temporada hemos visto como el Real Madrid se ha enfrentado a múltiples adversidades; desde una plaga histórica de lesiones que superó la cifra de 60 bajas, un dato digno de analizar muy detenidamente, pasando por errores tanto en palco como banquillo a la hora de optimizar los recursos disponibles en el vestuario o sobre el césped, hasta un intento fallido de golpe de Estado en el fútbol europeo, liderado por el club blanco, cuyas secuelas todavía son imposibles de diagnosticar.
El año en blanco del conjunto merengue ha supuesto el segundo adiós de Zidane del banquillo del Real Madrid. Una despedida agridulce y que ha provocado ciertas fricciones entre club y entrenador a raíz de una carta de este, publicada en el diario AS, donde expone sus razones para tomar la decisión de abandonar la Casa Blanca. «Me voy porque el club no me da la confianza que necesito». Claro y conciso. Y cómo era previsible, los trompeteros rápidamente han apuntado hacia el técnico francés como el único culpable de no haber ganado ningún título esta temporada.
La culpa de todo es de Yoko Ono. Y de Zidane.
Un trompetero es aquel periodista mediocre, carente de talento y honestidad, que entrega su supervivencia profesional a la figura de una personalidad con poder en el mundo del fútbol, ya sea directivo, jugador o entrenador. Su opinión pública siempre va a estar avalada por dicha persona, quien coloca el foco mediático dónde más le conviene, con el fin de minimizar daños y evitar asumir responsabilidades llegado el momento.
No sé hasta que punto es responsabilidad de Zidane que la temporada pasada, cuando el Real Madrid se proclamó campeón de Liga, el segundo máximo goleador del equipo fuese un defensa como Sergio Ramos. Tampoco que en la recién finalizada temporada, lo haya sido Casemiro. Es evidente que a este Real Madrid le falta gol. Mucho gol. También que el proyecto deportivo que primaba rejuvenecer la plantilla apostando muy fuerte a nivel económico por talento joven en detrimento de fichar jugadores de rendimiento inmediato, no ha salido tal y como se esperaba. Ni Vinicius Jr o Rodrygo Goes se han consagrado entre los mejores jugadores del mundo. Ni siquiera podemos hablar de titulares indiscutibles en una de las plantillas más mediocres que se recuerda en el Santiago Bernabéu.
Pero lo que más ha sorprendido esta temporada ha sido la escasa paciencia y confianza que desde algunos sectores del club se ha transmitido respecto a Zidane. Cuatro meses después de haber ganado la Liga, se le amenazaba con una especie de despido en diferido en forma de filtración si osaba no ganar un partido random del campeonato doméstico, en plena lucha por acceder a los octavos de final de la Champions League. Los trompeteros trabajan los 365 días del año, y no tienen ninguna vergüenza en que nos demos cuenta que ejercen como tal. No deja de ser paradójico que precisamente Antonio Conte, el por aquel entonces entrenador del Inter que quedó eliminado estrepitosamente de competiciones europeas, perdiendo frente al Real Madrid, tanto en casa como en el Alfredo di Stéfano, haya sido uno de los «favoritos» de cierto directivo para ocupar el banquillo blanco. Ya lo dijo Zidane:
«Hoy la vida de un técnico en el banquillo de un gran club es de dos temporadas, no mucho más. Para que dure más tiempo las relaciones humanas son esenciales, son más importantes que el dinero, más importantes que la fama, más importantes que todo. Hay que cuidarlas. Por eso me dolía muchísimo cuando leía en la prensa, después de una derrota, que me iban a echar si no ganaba el siguiente partido. Me dolía a mí y a todo el equipo porque estos mensajes filtrados intencionalmente a los medios de comunicación creaban interferencias negativas con la plantilla, creaban dudas y malentendidos. Menos mal que tenía a unos chicos maravillosos que estaban a muerte conmigo. Cuando la cosa se ponía fea me salvaban con grandiosas victorias. Porque creían en mí y sabían que creía en ellos. Por supuesto que no soy el mejor entrenador del mundo, pero soy capaz de dar la fuerza y la confianza que necesita cada uno en su trabajo, sea jugador, miembro del cuerpo técnico o cualquier empleado», confesó el técnico galo. Mejor explicado, imposible.
Pedrerol no es madridista, Zidane sí.
Aunque parezca una obviedad, una parte importante del madridismo cuestiona más a un mito como Zidane que a uno de los trompeteros más polémicos del ámbito periodístico. Esto es un problema. Cuando entregas la política de comunicación a altavoces externos que tienen intereses puramente económicos, el mensaje que se transmite siempre va a estar condicionado a las amistades y al prisma más rentable. Esta noche puede salvarte de una buena tormenta poniendo el foco en los arbitrajes tan pésimos recibidos, pero mañana puede especular sobre el futuro de tu técnico, incluso faltándole al respeto, desestabilizando al equipo en plena temporada, aunque ello implique jamás señalarte en el reparto de responsabilidades.
Ahora, con Carletto, este fenómeno se va a recrudecer. Porque el italiano cuenta con muchos más apoyos en el Txistu que Zidane. En El Larguero están contentos. También en las redacciones de los principales periódicos deportivos. Ojalá haga un buen trabajo y logre volver a campeonar con este equipo. Muchos madridistas sabremos mostrarle nuestra gratitud, a pesar de todo.
Hala Madrid.
Texto: @Bricepinkfloyd
Foto: El Confidencial