El Rincón de Apple Tree | Una nueva esperanza
Nos encontramos en un periodo de guerra civil. Las naves blancas rebeldes, atacando desde una base oculta en Tenerife, han logrado su primera victoria contra el malvado Imperio Blaugrana.
Durante la batalla, los espías rebeldes han conseguido apoderarse de los planos secretos del arma total y definitiva del Imperio, la ESTRELLA DE LA MUERTE, un equipo blaugrana acorazado, llevando en sí potencia suficiente para destruir a un planeta entero.
Perseguido por los siniestros colegiados de la ACB, Pablo Laso vuela hacia Madrid, llevando consigo el último trofeo de los blancos, que puede elevar la moral a los suyos y devolver la libertad a la galaxia…..
No podía comenzar de otra manera esta nueva temporada ilusionante de nuestro equipo. Tras un año muy doloroso por numerosos motivos y penurias varias, no falto de momentos muy emocionantes ya relatados aquí, vuelve el Laso team con su rebelión particular contra el vigente campeón de (casi)todo en la liga patria del año pasado. El final de temporada 2019-20 dejó al equipo tocado y con muchas incógnitas sobre la mayor reinvención del Lasismo. Escapada de jugadores, lesiones de larga duración y envejecimiento de la plantilla que necesitaba una reestructuración a grandes dosis para mantener el nivel de juego, competitividad y títulos que habían acompañado a los diez años (diez ya!) de esta era blanca de ensueño.
Los despachos blancos se movieron con agilidad y reforzaron al equipo con piezas que tapaban los huecos (algunos enormes) que quedaban en la plantilla. Jugadores con contrastada solvencia en Europa y al límite de ser proyectos NBA, salvo el caso de Yabusele, para afianzar el conjunto evitando potenciales saltos del charco.
Y así nos encontramos a un nuevo equipo blanco con un roster ciertamente competente, pero necesitado de rodaje para engarzar todas esas piezas nuevas y crear esa química que ha tenido este Real Madrid durante toda esta era Laso. Ilusionados, pero con gran incertidumbre por ver el juego del equipo. Los partidos de pretemporada levantaron muchas dudas y más de uno de la masa enfurecida blanca ya andaba pidiendo cabezas por ello. La paciencia y el saber contextualizar son conceptos que mucho tuitero furioso no conocerá en su vida, pero hay que vivir con ellos. Es cierto que el equipo estaba muy verde, pero es que para muchos de ellos eran sus primeros partidos juntos. No conocen los sistemas, no sabes dónde le gusta recibir el balón al tirador, si al bloquear te va a dejar más espacio para pasar o si el base pasa más tras bote o en salto.
Éste era el escenario que tenía nuestro Madrid para la Supercopa. Un título que llegaba muy pronto y al que se aspiraba competir y mejorar como equipo. Y vaya si compitieron.
Contra el Tenerife se sufrió de lo lindo. Un equipo consolidado en la élite ACB estos últimos años y con gente muy solvente en todas las posiciones. Shermadini siempre nos hace pupa, por mucho que nos quejemos de su bula arbitral (que yo creo que tiene), acaba haciendo mucho daño. Se tuvo que trabajar duro en el último cuarto, y se vieron señales positivas de varios de los nuevos. Yabusele desplegó sus encantos, Causeur tuvo su momento estelar y Nigel Williams-Goss abrió los ojos de un tortazo a más de uno que le quería despedir ya sin llegar a saber escribir bien su nombre completo. Remontada y a otra final.
Y aquí nos encontramos con el Imperio Blaugrana. El equipo que está llamado a terminar el exitoso ciclo blanco. La temporada pasada parecía indicar para ello, pero esta renovada escuadra blanca pretende iniciar una rebelión que devuelva la ilusión a la parroquia madridista. Una primera oportunidad de plantar cara al Imperio y generar una nueva esperanza. Y a fe que lo empezó demostrando, se aguantan los primeros envites y no nos descolgamos en el marcador. Es pretemporada y ambos equipos no están finos, pero el Real Madrid muestra solidez y no pierde la cara al partido. Los triples entran, se defiende con orden y a pesar echar de menos de Tavares, Poirier se encarga de intimidar en nuestra canasta.
Pero una secuencia de malas decisiones, muchas propias y algunas arbitrales, nos coloca 19 puntos abajo mediado el tercer cuarto. La “tuiterada” blanca se debatía entre los agoreros, resignados y expectantes. No voy a presumir de que pensara en la remontada, pero sí que daríamos un último zarpazo. Que este equipo tiene un corazón como un balón naranja de grande y que no podía quedar así. Veníamos de ver cosas increíbles el año pasado cuando nadie daba un duro por ellos y no era momento de apagar la tele, ni mucho menos. Y poco a poco se fue gestando.
Un Sergio Llull a lo Obi Wan Kenobi. A los que muchos daban por muerto, pero sigue presente como la llama de este equipo que aparece cuando más se le necesita. Cuando más apretaban las tropas imperiales y los nuevos compañeros andaban desorientados, surgió la figura de Sergio para echarse la anotación del equipo a la espalda y buscar esos tiros imposibles, que hacían creer que la victoria lo era (posible) aunque había que creer. Ese triple final del tercer cuarto sobre la bocina para poner al equipo a nueve era de nuevo un “y si…” que otras veces habíamos visto. Era volver a ver a Sergio lanzando cítricos mortales en el momento adecuado.
Un Carlos – Luke Skywalker – Alocén como padawan de Sergio Llull. Dos fogonazos suyos en el primer cuarto sirven para devolver al equipo al partido. Un bloqueo contra el lado oscuro le sacó del partido cuando estaba iluminado. Pero su vuelta a la cancha en el cuarto decisivo y su defensa y valentía en ataque, incluidos los dos tiros libres finales, fueron dos torpedos de protones en el corazón de la estación blaugrana.
Y esta vez, el gigante rebelde habitual: Tavares, pasó el testigo a Vincent Poirier. O más bien, le arrancó el testigo. Como hace Chewbacca cuando se enfada. Y enfadado tenía que estar el bueno de Vicente, con el arbitraje de las semis, porque su intensidad bien utilizada, propició esa fuerza y energía necesaria a los blancos que tanto faltó el año pasado contra el Imperio, digo el Barcelona. Tanto en ataque como en defensa machacó puntos, aplastó rebotes y repartió tapones a diestro y siniestro. Y tocó todos los balones que se acercaban a su zona de influencia.
Así fue como, una vez más este nuevo grupo de jugadores, consiguió esta primera victoria sobre el eterno rival que se quedó con cara de ewok fuera de su luna de Endor. Tenían el título en las manos y se les escapó. No se lo podían creer. Como cuando Luke no fue capaz de sacar su X Wing del pantano de Dagobah, lo hizo Yoda y se lo tuvo que explicar
Luke: No… No lo puedo creer
Yoda: Por eso fallaste
Y eso precisamente es lo que los chicos de Laso han aprendido de su maestro y hacen a la perfección. Ellos siempre creen.
Fotos: ACB Media