El Rincón de Apple Tree | Stallone tenía razón
¡Victoria! Otra liga más para las vitrinas del club y otra muesca más en el revolver de Pablo Laso que más de uno estaba ya cargando para que se le disparase en el pie, de haber acabado la temporada huérfana de títulos. Es una gozada ser madridista de la pelota naranja en esta época. No sólo por los títulos sino por algo a lo que nos hemos acostumbrado de una manera pasmosa desde 2012: COMPETIR.
No voy a listar los títulos o finales alcanzadas por Laso desde que llegó al club. Es de sobra conocido o fácil de encontrar en la red. Lo que sí voy a ensalzar, otra vez más, es la capacidad de competir y de ser candidato a cualquier título desde el pistoletazo inicial de la temporada y durante el transcurso de la misma. Y esto se demuestra mejor con el dato inverso, enumerando los “fracasos” de este ciclo por no llegar a la correspondiente final. Durante el periodo 2012 – 2019 el Madrid ha faltado a las siguientes fases finales:
- Final Four 2012: no accedió al playoff de cuartos con el mejor registro histórico de victorias/derrotas en la Euroliga. Un día tonto y el average.
- Final de Copa ACB 2013 tras perder en dos prórrogas en cuartos con el futuro campeón, FCB. “Una mala tarde la tiene cualquiera” como diría el gran Chiquito.
- Final Four 2016 tras caer en el playoff de cuartos con un gran Fenerbahçe que perdió contra el CSKA tras prórroga. Uno de los instant classic de la era Laso. La ovación del Palacio a un Madrid desfondado y superado por los turcos fue una muestra de la comunión del equipo y afición que el entrenados atesora como un título más.
Y ya está. Todo lo demás en estos 8 años de era Laso, han sido finales de todas las tres grandes competiciones que han jugado. Por hacer una comparación, ahora que Laso ha igualado el número de temporadas que Xavi Pascual estuvo en el FCB: Pascual no llegó a la Final de copa ACB en dos ocasiones (2009, 2016) y tres en la Final Four de la Euroliga (2011, 2015, 2016). Durante el ciclo de Pascual se habló largo y tendido de la hegemonía y superioridad de los blaugranas hasta que llegó Laso a escena y la cosa empezó a cambiar.
La diferencia entre ambos ciclos es que, en el de Pascual, a partir de 2012 le salió un competidor al trono que le fue aguando la fiesta y comiendo la tostada a medida que pasaban las temporadas. Podríamos decir que los cuatro primeros años fueron de subida y los cuatro segundos, de bajada en picado con un Madrid que fue robando el foco y los títulos. En el de Laso estamos ya en el octavo año y no se ven síntomas de agotamiento en el equipo blanco. Es más, el equipo ha sido capaz de reinventarse y suplir las bajas con las que la NBA iba horadando en la estructura lasista. Si algo ha demostrado Pablo Laso es a adaptar su juego a los jugadores que ha ido teniendo. Facu no es Doncic, ni Nocioni o Thompkins son Mirotic. Es más, Rudy de 2019 no es el de 2013. El equipo ya no corre tanto ni juega tan alegre, Ayón ha sido clave en esa transformación con su visión de juego y capacidad de pase. Pero son la solidez y fortaleza mental del equipo para superar contratiempos, durante un partido, una competición o una temporada, las que han fraguado con el tiempo como sello de este Madrid más rocoso. Prueba clara de ello han demostrado en este año, al superar los dos reveses de febrero y mayo y la remontada del segundo partido de la final con el milagroso (¿?) último minuto y medio. Parece que estoy oyendo el discurso de Rocky a su hijo en el que le suelta la famosa frase: “It ain’t about how hard you hit. It’s about how hard you can get hit and keep moving forward. How much you can take and keep moving forward. That’s how winning is done.” (*) Quizá esté influenciado por haber vivido en directo la época de Clifford Luyk y su “Mirada (ojo) del tigre” que encendió de nuevo la chispa del basket en los 90 con un mini ciclo victorioso y el germen de la peña de basket más longeva.
El proyecto goza de buena salud y durante todo el año ha demostrado tener un alto nivel competitivo. Es cierto que la Copa ACB se fue por lo que se fue. Bien es cierto que perdimos una ventaja importante, pero el rival también juega. Algo similar pasó en la F4. Partido controlado y ventaja que se esfuma en minutos de desconexión. No voy a hablar del arbitraje. En ambos casos se perdió, pero se pudo igualmente ganar. De haber conseguido alguno de esos dos títulos habría sido otra temporada sobresaliente. Pero de eso va la competición, nadie te va a regalar nada. Por eso cuando se gana tampoco hay que quitar el mérito que tiene cada victoria.
Es cierto que el núcleo duro de jugadores de esta era Laso va envejeciendo y alguno está ya en la recta final, dejando hueco y minutos a sangre fresca sin que el ecosistema se altere. Nos queda un año de Felipe para ovacionarle en su retirada. Habrá que ir pensando quién coge el testigo de Carroll. Rudy goza de buena salud y hay plena confianza en Llull a que vuelva a gran nivel. Quizá otro tipo de jugador, pero nadie duda de su capacidad para volver a ser importante en el equipo.
Este verano va a ser movido además de caluroso, como en el Palau. Ya se han empezado a colocar piezas en el tablero de juego e insinuar movimientos importantes entre los rivales del Real Madrid. Las necesidades (y la cartera) de los aspirantes, en España, y del campeón, en Europa, atraerán torres y peones para destronar a los reyes actuales de cada competición. Mientras tanto, los blancos siguen alargando este viaje triunfal, apuntalando piezas importantes (la i ya está, falta el punto), e incorporando nuevos nombres. La sensación transmitida por el aspirante al trono local se ha ido deteriorando en esta fase final. Empezó el año con el mismo título que Laso en 2012 aunque no con tan buenas sensaciones como aquella tarde en el Sant Jordi. Ya en la final de liga el efecto del título y apariencia de igualdad se diluyeron ante esa capacidad de encajar y avanzar golpeando más fuerte del equipo blanco. El cambio de ciclo tendrá que esperar alguna temporada más.
* “No se trata de cómo de fuerte golpeas. Se trata de cómo de fuerte puedes encajar los golpes y seguir avanzando. Cuánto puedes encajar y seguir avanzando. Así se consigue ganar”. Sylvester Stallone en Rocky Balboa.