El Rincón de Apple Tree | Let Them Come!

14 junio 2019 - 07:00
El Rincón de Apple Tree | Let Them Come!

Ya está aquí. Lo que todos estábamos esperando, bueno, casi todos. La final de la liga ACB entre Real Madrid y Barcelona. Alguno vendrá con aquello de que otra vez los mismos y la turra de “hasta los huevos de Barça y el Madrid” y lindezas así. Pero, señores y señoras, claro: Esta final puede ser la más interesante de los últimos años y seguro que la más competida entre los dos grandes monstruos del baloncesto patrio.

No tengo ni idea de cómo acabará la final, pienso que el Madrid será campeón, pero no tengo muy clara la victoria final. Así como otros años (con el FCB me refiero) se podía prever que el Real Madrid se llevara el título sin tirar de forofismo, este año los de la ciudad condal han dado muestras de solidez en los choques con los capitalinos. No hace falta recordar los precedentes ligueros ni coperos.

Habría que remontarse hasta la temporada 2012/2013 para encontrar un quinto partido. Y desde la temporada 1999/2000 sólo ha habido cinco finales llevadas al límite. Para que luego venga el comentario típicamente futbolero de “está pactado llegar al quinto para hacer más caja”. Me imagino al Real Madrid el año 2012 (sí, el del Marcelinhazo) saliendo relajado en el cuarto partido y dejándose comer la tostada para jugársela en el Palau. Ni de coña.

No es que lo vea claro, pero a priori, esta final se puede ir al quinto visto lo mostrado por ambos equipos en las últimas fechas. Los de Pesic han cogido velocidad de crucero tras el varapalo europeo y, aunque se hayan visto favorecidos por el sorpresón del Tecnyconta, han dado muestras de cierta salud competitiva. Hombres enchufados como Kuric, Heurtel y un inspirado Claver son la punta de lanza de una rotación (veremos con qué nos sorprende Svetislav) en la que hasta Singleton parece justificar algo su fichaje como estrella.

Los blancos, por su parte, han superado el fiasco de la F4 y han dado muestras de muy buena salud en todas sus piezas. Incluso ha habido momentos o figuras descollantes como el Randolph del primer partido, el éxtasis vivido en el segundo cuarto del segundo partido con el Llull incendiario o el Rudy francotirador del tercer y definitivo encuentro. El equipo está a pleno rendimiento y ahora mismo se me antoja decir aquello que dijo Gimli sobre la tumba de su primo Balin cuando les acechaban los orcos de Moria: “Let them come!”.

Espero que hayamos aprendido varias lecciones que este año nos han privado de los dos títulos que se nos han escapado, a saber:

No nos confiemos con las ventajas amplias, aunque sea en el último cuarto: la piedra más grande con la que hemos tropezado dos veces este año. Copa y F4. Tanto jugadores como técnico han tenido tiempo para pensar qué se hizo mal en estos casos. Otro despiste similar en la serie que costara el título entraría dentro de la leyenda negra del madridismo.

No nos ofusquemos con el arbitraje: sabido es que en una final no van a repartir golosinas. Es muy probable que uno de los trikcs de Pesic traerlas de oferta de a 2×1. Ante todo, mucha calma. Analizar el nivel de contacto permitido por los árbitros y si no es simétrico, no caer en la protesta continua que es una bomba de relojería sin el temporizador a la vista y nos estalla cuando menos te lo esperas.

Confianza en el equipo: este grupo ha madurado mucho y ha pasado tanto por triunfos como por derrotas. Se encuentran en un terreno casi desconocido al poder acabar la temporada sin título grande que meter en la vitrina. Han demostrado sacar situaciones complicadas adelante y esto no deja de ser otro reto más.

Así pues, nos encontramos ante una final con mayúsculas que nos retrotrae a cuando el Real Madrid le empezó a discutir la hegemonía al FCB de Xavi Pascual. Como he dicho en alguna ocasión, es pronto (aún no ganando), para hablar de cambio de ciclo. Ganando se callaría a muchos agoreros y las alimañas volverían a su guarida. De perder, se esperaría un verano más caliente que el de 2014 y quién sabe si Laso necesitara agarrarse a su silla, aunque fuera de ruedas.

Foto de portada: Teleprensa

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