El Rincón de Apple Tree | Glory Days
Nadie lo esperaba. Nadie confiaba. Yo era el primero que, tras el bochornoso espectáculo del final del segundo partido, pensaba que la serie de playoff no volvería a Madrid. Y mucho menos que tuviera ese final tan épico a la par que inesperado. Yo era el primero que, durante toda la trayectoria de este Madrid de Chus Mateo en esta temporada, no creía posible semejante hazaña.
Y razones había para ello. No se desplegaba un juego colectivo estable ni se veía un plan definido a ejecutar que hiciera reconocible a los blancos. Se puede saber más o menos de baloncesto y poder desgranar las causas por las que el equipo no carburaba, pero aún sin esto último se puede apreciar el buen o mal juego. De la misma manera, se puede no ser cocinero ni crítico de cocina y entender qué le sobra o falta a un plato y saber si está delicioso o sólo es algo que te comes, pero no disfrutas.
Esta falta de estructura, plan de juego y reparto de roles se ha notado, sobre todo, en los partidos con rivales importantes. Es en éstos, donde se necesita este trabajo de equipo, para usar estas armas de manera automática, sin tirar de la épica y actuaciones individuales. Porque la plantilla del Madrid 2022/2023 tiene calidad de sobra para lograr una velocidad de crucero y victorias contra casi todos los equipos. Pero cuando los sometes a rivales top (en España o Europa), se necesita algo más para competir y, por supuesto, ganar. Se cuentan con los dedos de una mano, este tipo de victorias este año. Y de ahí las dudas que se han presentado durante lo que llevamos de temporada.
La defensa no ha sido muy reconocible. Sobre todo, en el perímetro. La falta de un perfil defensor como era Jeffery Taylor y las continuas lesiones de Hanga y Nigel Williams-Goss han hecho de éste un coladero importante, que tenía que tapar Tavares. Y muchas veces no podía con todo. Las ayudas han brillado por su ausencia y jugábamos los partidos a un intercambio de golpes, basado en nuestra calidad individual en ataque y al ancla defensiva de Edy que a veces, todo lo arregla.
La temporada fluía por estos derroteros, con el equipo en la parte alta de ambas competiciones, apoyados en los conceptos mencionados arriba. Y llegó la Copa, y todo se vino abajo. El primer título importante de la temporada puso blanco sobre negro las carencias de un equipo que no dio la talla contra el Unicaja (a la postre campeón) y que no pudo siquiera competir por llegar a la final. La prueba del algodón había sacado los colores y de la final a un equipo que la llevaba jugando desde 2014.
La resaca de la Copa hizo temblar los cimientos del dubitativo nuevo proyecto blanco, tras la ejecución sumaria de Pablo Laso. Si la “aventura lasista” tomó fuerza y credibilidad desde el inicio, al ganar la Copa de forma contundente al eterno (y hasta ese momento, dominador) rival en su feudo, este giro de timón egocéntrico e improvisado de la directiva no parecía aprobar el primer test serio al que se presentaba.
No es que se perdiera, que se puede perder. Es que no se compitió y eso, en un club como el blanco, puede traer consecuencias. No las hubo y el equipo tuvo que lamerse las heridas y levantar la cabeza para seguir arriba en ACB y Euroliga. La clasificación, sin ser tan terrible como los años negros blancos, no era mala, pero ofrecía dudas. Sobre todo, en ACB, en la que nos caíamos a la tercera plaza y nos forzaba a un posible playoff de semifinales sin factor cancha, algo que no se veía desde 2010.
Y en este escenario de dudas llegan los exámenes de Abril, en forma de playoff de Euroliga. Y por avatares de la clasificación y de los arcanos de la pelota naranja, nos toca el rival que nadie quería. El Lord of the Rings de la Euroliga – Zeljko Obradovic, con un equipo que si bien, hombre por hombre, es inferior al Madrid, la conjunción de sus huestes les hace temibles. Este Partizan venía en clara progresión en la Euroliga, adelantando rivales teóricamente superiores, y ascendiendo en la clasificación con paso firme. Si son capaces de ganar un partido en el Wizink, se aventura complicado poder ganar en Belgrado, donde han caído estrepitosamente muchos equipos top este año.
No ganaron un partido en Madrid. Ganaron los dos. El primero, tras una durísima batalla que se resolvió con una acción individual estelar de Punter, en forma de triple de 7 metros sobre la bocina. Y los blancos desperdiciando las ventajas logradas en el tramo final. El segundo, fue una constatación de que el Madrid salió tocado del primero. Dio su peor versión de juego, mostrando impotencia en ataque e incapacidad defensiva. Era la crónica de una muerte anunciada que se empezó a fraguar con ese triple demoledor del primer choque. Luego vino la falta antideportiva de Llull, que desató la pelea y las sanciones que marcaron el devenir de los siguientes partidos.
Y a partir de ahí, poco a poco, el Madrid construyó el relato épico de una de las mayores gestas que, este que os escribe ha presenciado. Nos asomamos al precipicio en el tercer partido, con un inicio horrible. Nos agarramos a un titánico Tavares para mantenernos a flote y a un héroe inesperado en forma de Nigel Willams-Goss y su triple que nos dio la victoria.
El tercero fue otro ejercicio de recuperar efectivos a la causa blanca. A los mencionados arriba, se les unieron un Chacho rejuvenecido y un Hezonja que cumplía en ataque y defensa. ¡Ah! Y esa zona que desconcertó a los serbios y les hacía fallar tiros cuando en Madrid el aro era un hula-hoop. La serie volvía a España cuando nadie lo esperaba. Eso sí, con el dolor de la importante baja de Gabriel Deck. La alegría no podía ser completa.
Todo lo que ocurriera en este quinto partido iba a ser histórico. Clasificación del visitante o remontada de un 0 – 2 del local. Lo que nadie esperaba es que el Madrid consiguiera lo primero a la pata coja y con una mano atada a la espalda. Cuando todo apuntaba al desastre con un Madrid, de nuevo impotente y recordando al del segundo partido, el pesimismo se apoderó del Wizink. La fe, en no sé muy bien qué, era lo único a lo que agarrarse. Porque parecía imposible ya no ganar, sino meternos en partido. A cada arreón blanco tratando de volver, el Partizan descerrajaba un triple o dos para devolvernos al rincón de pensar.
Todo parecía perdido. TODO. Y de repente empezó a ocurrir. Gandalf apareció montando en Shadowfax en el horizonte. Han Solo liberó a Luke de Darth Vader en la trinchera de Estrella de la Muerte y los más veteranos lideraron la remontada más increíble jamás vista en el Wizink. El Chacho parecía ser el de Londres 2013. Maravilloso partido el suyo. Llull se pegaba a Punter en defensa y acertaba con dos triples estratégicos (no por repetido deja de ser increíble el que metió acabando la posesión – mirad la cara de Papapaetrou). Y Rudy se duele en cada caída, pero se vuelve a tirar siempre para salvar una bola clave. El partido de estos tres demostró que no se les puede dar por perdidos y que su papel en el equipo está esperando momentos como éste todo el año. Con ejemplos así no me extraña que tengamos en breve una nueva entrega de Indiana Jones.
Sólo me vienen a la memoria de la historia reciente de este equipo, dos momentos parecidos que nos hicieron vibrar y creer en lo increíble de manera similar. La remontada del segundo partido de la final ACB de 2019 que acabó con el Claver volando a la fila VIP y Carroll anotando el triple ganador. Y las dos remontadas a EFES (a la postre campeón) en el playoff de Euroliga de 2020 con un equipo plagado de lesiones.
Si gente como Bruce Springsteen, los Rolling Stones o Roger Waters siguen en activo y dando los (pen)últimos coletazos en los escenarios, el (pen)último baile de nuestros tres “viejos rockeros” fue un homenaje a estos artistas que se niegan a retirarse y dejar de hacer lo que mejor saben. Es como si quisieran retrasar lo que el propio Bruce retrataba en su hit nostálgico que cada vez se acerca más a cumplirse:
Now I think I’m going down to the well tonight And I’m going to drink till I get my fill And I hope when I get old I don’t sit around thinking about it But I probably will Yeah, just sitting back Trying to recapture a little of the glory of… Well, time slips away And leaves you with nothing mister but Boring stories of…
Glory days Well they’ll pass you by Glory days In the wink of a young girl’s eye Glory days, glory days
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Creo que esta noche bajaré al bar,
y voy a beber hasta saciarme, y espero que cuando me haga mayor no pierda el tiempo pensando en ello, pero probablemente lo haré, sí, solo sentarme cómodamente intentando atrapar de nuevo un poco de la gloria de… Bueno, el tiempo se esfuma, y señor, te deja sin nada salvo aburrida historias sobre…
los días de gloria, pasarán por delante de ti, los días de gloria, en lo que dura un guiño en el ojo de una chica. Días de gloria, días de gloria. |
Imaginad, las historias que estos tres podrían contar en esa barra de bar. Esperemos que no hayamos visto la última y añadan alguna más a la lista.
Texto: @dmanzano1971
Fotos: Real Madrid