El Rincón de Apple Tree | ¿A tomar por culo la temporada?
Se acabó, game over, c’est fini. A tomar por culo la temporada. Es la pregunta recurrente que llevo haciendo en mis diagramas sobre la evolución del equipo este año. La temporada blanca llegó a su fin. En esta ocasión, por primera vez en la era Laso, fue así: en blanco. Se ganó la Supercopa, ok. Es algo inaudito en estos 10 años de Lasismo que no se consiga ganar ninguno de los tres grandes: Copa, Liga o Euroliga. ¿Sensación rara? Sí y no. Me explico.
No voy a hablar de la planificación. Ya he comentado en otras ocasiones que este tema es harina de otro costal y muy dado a expertos de barra de bar. El aficionado medio no tiene ni pajolera idea del mercado, agentes ni las decisiones económicas de los clubes. Y, más concretamente, el aficionado del Madrid da por sentado que se puede fichar a cualquier jugador, en cualquier momento de la temporada, por mucho que tenga contrato en vigor, que el club no lo venda, o que, directamente, el jugador no quiera venir. Lo dicho, no voy a entrar porque soy consciente de que no tengo (tenemos) ni puñetera idea más que lo que se lee en Twitter, que no deja de ser una fuente de rumores interesados en muchos casos.
En lo que se refiere a lo deportivo, toda la temporada ha estado marcada por el goteo de bajas de diversa índole, que han ido golpeando al equipo y mermando sus posibilidades de competir por títulos, contra rivales muy potentes, que estaban un peldaño o dos por encima de nosotros. ¿Excusa? No sé. ¿Cierto? Sin duda. Por decirlo de otra manera: ganar un título en esta temporada habría sido la mayor hazaña de Laso en toda su etapa al mando del equipo blanco. No es lo mismo hacer funcionar un equipo como un reloj suizo y ganar algún título ante rivales de mayor entidad, que tener que replanificar la plantilla y sistemas cada dos meses, porque se te ha caído una pieza importante del grupo. El triunfo del Madrid de 2012 que ganó la copa al, por aquel entonces, todopoderoso Barcelona, fue una gesta y el principio de esta era. Un triple de medio campo de Marcelinho y el puñetazo de Pete Mickeal evitaron que el impacto fuera mayor. Pero las primeras piedras empezaron a rodar montaña abajo para empezar la avalancha en la que se convirtió el equipo blanco.
Este equipo que empezó el año tenía muy buena pinta y, prueba de ello, fue la victoria sobre este, ahora inabordable, Barcelona en la Supercopa. Hemos acabado el año dando galones a los más jóvenes, porque no quedaba otra, jugando la final con el tercer base de la plantilla como titular. Sin amenaza de tiro exterior de nuestros hombres altos, porque no estaban. Sin tiro exterior de nuestros pequeños por el estado de salud de muchos de ellos. Y con un juego interior que ha habido que reinventar con la llegada de Poirier. Resultado: se notaron las costuras contra un equipo mucho mejor armado y sin fisuras, y para el que la llegada de Gasol ha resultado la piedra filosofal y catalítico mágico en forma de última pieza del puzle que le faltaba, ante el bajo rendimiento de sus segundos pívots.
Pero el aficionado madridista no entiende de razones y sí de buenos copones. Todo lo que no sea ganar algo es un fracaso y un desastre de año. Pues no. Esto no lo comparto. Especialmente, este año, no. A pesar de todas las razones comentadas anteriormente, el equipo ha escrito momentos históricos en la temporada que, a mí personalmente, me han llegado casi como si fuera un título.
La solidez mostrada en la temporada regular de la ACB perdiendo sólo dos partidos, creo que es digna de mención. Otros años, con mejor equipo y menos dañado, no nos hemos acercado a este registro ni por asomo. Igualmente, es digno de alabar en las condiciones cambiantes de la misma, por el tema del virus y los saltos de calendario constantes en la temporada.
La clasificación final para los playoff de la Euroliga, con sus puntos bajos (perder contra el Khimki) y altos (ganar en Estambul), a pesar del goteo de bajas en el equipo, fue algo que nos mantuvo en vilo y con la calculadora durante semanas y que añadió emoción y épica a esa clasificación.
La serie de cuartos de Euroliga contra Efes es algo que quedará en la memoria del aficionado blanco. Sí, incluso de aquel que no para de rajar contra el equipo y contra una serie de jugadores, a los que quieren prejubilar ya, como si la empresa fuera suya y el sueldo saliera de su bolsillo. Pasar de la realidad de ambos equipos que se vio en los partidos de Estambul, con sonoras palizas, a esa maravilla de universo paralelo que se vivió en Madrid donde las remontadas más increíbles se daban cita, fue algo extraordinario. El Wizink se transformó por momentos en Matrix y los jugadores blancos esquivaban balas imposibles y acertaban sus tiros, como si los dirigieran desde una consola remota. Y no una vez, tuvimos un Matrix reloaded a los dos días. Como si durara el efecto de la pastilla roja y nos hiciera soñar con lo imposible y hacerlo creíble en forma de victorias. Incluso en la vuelta a la realidad turca, tuvo que ser un triple asombroso y al límite el que nos desenchufó de nuestra fantasía paralela. Sólo por esta semana en Matrix, doy por amortizada esta temporada. La emoción de ganar de esta forma ambos partidos, me devolvió a esa Copa inesperada de 2012 y a esa sensación de poder tumbar gigantes con una honda binaria y encriptada de la que sólo conocían el secreto Laso y sus chavales.
Estas sensaciones también son títulos. En la forma en la que se produjeron y la emoción que provocaron para mí, fueron mucho más meritorios que otros títulos en los que se competía de antemano con una condición de favorito que, (aunque merecida), te “obligan” a ganar porque la alternativa es la condenada palabra de “fracaso”.
Esta es mi lectura de esta temporada. No tiene por qué ser la tuya y puedes seguir buscando responsables y culpables de este año en blanco y por tanto, fracaso. Yo, como una parte de la yihad madridista (bien entendida bajo el nombre en clave AllStarT) he disfrutado esta temporada de una manera distinta. Riéndome de las constantes desgracias, criticando las equivocaciones y alabando el orgullo y el desempeño del equipo en situaciones límite, cuando nos hizo creer lo increíble. Como dijo Morecheeba en un temazo suyo “Stop chasing shadows, just enjoy the ride”. Deja de perseguir sombras y disfruta el camino. Que este año, tortuoso y cuesta arriba, nos haya llevado a verlo todo más claro y con más perspectiva.
Foto: Javier Borrego / Imago