El madridismo vive una época de oro
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La importancia de la comunión entre los estamentos del club y la afición es fundamental para lograr los éxitos. El Real Madrid vive un momento dorado en este aspecto
Históricamente el madridismo ha estado unido a unos valores muy marcados. Un ADN inconfundible que forma parte de lo que es vivir y sentir el Real Madrid.
El club ha vivido épocas doradas, plagadas de éxitos y de momentos para el recuerdo. Hay múltiples ejemplos de generaciones que han dejado una huella en el madridismo y que han sentado las bases de lo que significa el Real Madrid.
No sólo hago alusión a futbolistas, también a presidentes, entrenadores, afición… El Real Madrid solo se entiende a través de su identidad. Una historia que cada día que pasa hace que la responsabilidad de vestir la camiseta del Real Madrid y representar a este club sea cada vez mayor. También que haya más argumentos para seguir transmitiendo esos valores de generación en generación.
La sensación es que a pesar de que han sido muchas las épocas en las que el madridismo se ha sentido muy bien representado, con esta generación existe una comunión prácticamente indestructible.
El día de ayer fue el ejemplo perfecto del momento que vive el club. Una muestra de la grandeza, los valores y la identidad madridista que pudo observar todo el mundo. Una liturgia perfecta que admirar.
No pudo iniciar mejor que con ese pasillo de toda la cantera a la primera plantilla del Real Madrid. Todo un club como si de una familia que orgullosa despide a sus referentes. Pasado, presente y futuro. Real Madrid con mayúsculas.
Después el apoteósico recibimiento en la plaza de los Sagrados Corazones. Miles de personas animando durante horas, esperando para demostrar a los suyos que no caminan solos. Que cuando les falte el aliento ahí van a tener oxigeno del que poder respirar. Una locura en forma de energía que supuso el 1-0. Unión.
El precioso tifo con la imagen de la diosa Cibeles y la Champions. Gargantas al unísono cantando el himno de la décima. Lágrimas de emoción, vellos de punta y una frase que lo resume todo: «el Real Madrid nunca se rinde».
Y durante el partido, unos futbolistas que se dejaron el alma. Que nunca dejaron de creer. Que empujaron con el alma y el corazón de los que saben que representan a millones de personas. La respuesta de una afición que hubiese dado la vida allí mismo por otra noche mágica. Demostrar eso de que el Real Madrid nunca se rinde.
Y es que el madridismo vive una unión perfecta. Siempre es un orgullo alardear de sentimiento madridista, pero hoy más que nunca. La razón es sencilla, la afición se siente representada por su presidente, por su cuerpo técnico, por su estadio y sobre todo por sus jugadores.
El madridismo observa como el vestuario es una verdadera familia. Disfruta con el carácter, el esfuerzo, la calidad, el carisma y los roles de cada uno de sus representantes. Hay una sensación de que cualquiera moriría por el otro y es tremendamente contagioso.
El madridismo no está de moda porque nunca fue una moda. El sentimiento madridista hoy es más fuerte que nunca por los referentes que visten la camiseta del equipo. Chicos jóvenes que han aprendido de leyendas del Real Madrid y del fútbol, que entienden a la perfección que significa esa camiseta blanca con ese escudo redondito.
Es una época dorada por la identidad de club y el sentimiento de pertenencia. Una comunión perfecta que se traduce en el madridismo más fuerte de la historia.