El Madrid de Zidane vs El Madrid de Lopetegui
Definitivamente, el fútbol es un deporte mentiroso, muy mentiroso. Uno intenta escapar de las polémicas periodísticas con Isco, de debates sobre las nuevas normas de Luis Enrique, para tratar de saber si la ilusión despertada por el Madrid de Lopetegui en estas primeras jornadas se sustenta sobre algún argumento real, alguna conclusión que llevarse a la boca para tratar de hacer más llevadero el parón de selecciones, y acaba topándose con una serie de estadísticas que arrojan una verdad tan clara como antigua: la dictadura del gol continúa muy vigente.
Pero antes de hacer ‘spoilers’ hay que poner sobre la mesa una frase que en su día dijo Bozjdar Maljkovic: “Las estadísticas son como un bikini; enseñan cosas pero no lo más importante”. Antes de meternos en líos de tinte sexista volvamos a lo que ahora nos centra, empezando por lo único innegable: el Real Madrid cuenta con cuatro puntos más a estas alturas del campeonato que el año pasado. Convendremos en señalar que aquellos pinchazos frente al Levante y el Valencia, y la posterior derrota en septiembre, también como local, frente al Real Betis, pusieron en chino la Liga para un equipo blanco que en los albores de octubre ya sabía que para salvar el curso tocaba, una vez más, remangarse en Europa. Bendita obligación.
Esa temprana sangría de puntos fue, por tanto, clave para que el campeón de la 16-17 dejara su corona de forma figurada mucho antes del mes de mayo. Como en la campaña actual, el Madrid había jugado dos partidos en el Bernabéu y otro a domicilio, con un balance de 6 goles a favor y 3 en contra. En ese apartado, en el del acierto en las áreas, los blancos han mejorado notablemente, con 10 tantos anotados y sólo dos encajados, algo que habla bien del desempeño de los jugadores y también de la pizarra de Lopetegui.
Más allá del gol
Reducir ese cambio a los goles es un ejercicio lógico aunque quizás demasiado simplista. Por ello, hay que incidir en otro dato. A pesar de la marcha de Cristiano Ronaldo, la generación de juego ofensivo se mueve por parámetros muy similares. En la 17-18, el Madrid arrancó el campeonato acumulando nada menos que 56 disparos, 24 de ellos entre los tres palos, nueve más que en la actual temporada (14 a portería). Como casi todo en la vida, no consiste en atacar mucho, sino en hacerlo mejor.
Y estos datos entroncan directamente con un asunto sobre el que muchos analistas han pasado de puntillas. Se ha hablado mucho de la democratización del ataque blanco tras la salida de CR7. Tirando de tópicos, es cierto que cada partido es totalmente diferente al anterior y que un rival rara vez se puede equiparar con otro, pero también que esta comparación que estamos haciendo tiene una base objetiva: Ronaldo fue baja en las primeras jornadas de la 16-17 por sanción; con la perspectiva temporal se puede decir que el Madrid estaba en una especie de experimento de cara a este año. Y ahí todos se involucraron un poco más en la tarea realizadora. Bale, Casemiro, Kroos, Asensio y Lucas Vázquez ya se habían prodigado como goleadores, una variedad que también se explica por la política de rotaciones de Zidane, pero que choca con la dinámica de este curso; sólo marcan defensas o delanteros: Carvajal, Ramos, Benzema y Bale. Sin Ronaldo, la tarta del gol se repartirá en más porciones, pero quizás no entre tantos comensales como se podría esperar.
Desde luego, si alguna de aquellas 40 ocasiones que generó el Madrid ante el Valencia y el Levante hubiera acabado en gol, quizás los de Zidane hubieran vivido un año diferente. O no. Porque esa es la magia de este juego y, quizás, una de las razones que explican su éxito a nivel mundial; hay muchos factores que explican un resultado, pero queda claro que todo depende de que la pelotita acabe entrando en la portería rival más veces que en la propia. Sí, efectivamente, el fútbol es un deporte exageradamente mentiroso.
Texto: Francisco Quirós Soriano
Foto: Defensa Central