#DesdeElOtroLadoDelCharco | Si lo sé, no vengo
“El que se va sin que lo echen, regresa sin que lo llamen” reza el adagio y aquí estoy de vuelta al ruedo para incordio de cuantos protestaron que respondiera con refranes a sus reconvenciones y recomendaciones al cabo de mi última colaboración en estas páginas.
Aunque no sea el objeto de esta nota, el hecho de que hasta hace unos días lo más probable era que ni ésta ni ninguna otra llegasen a producirse, me autoconcedo un breve paréntesis confesional para consignar la decepción y la pena que me causaron las repercusiones recolectadas por aquel artículo el que, a contracorriente de una mayoría que no imaginaba, condené en duros términos la abrupta renuncia de Zidane.
No abundaré sobre este punto, porque Zidane se ha ido y yo estuve a punto de seguir su ejemplo. Ganas no me faltaron. Entiendo que el periodismo de opinión implica también o quizá más que nada, la confrontación de puntos de vista diferentes, el debate y no siempre el acuerdo; que quienes optamos por ejercerlo debemos tener espaldas anchas y argumentos frondosos para salir al cruce de previsibles cuestionamientos, no con el afán de persuadirlos a mudar de bando o concitar adhesiones forzadas a nuestra causa, sino para defenderla con fundamentos. Sin embargo, vengo observando que en los sitios de aficionados predomina la tendencia al intercambio de alabanzas, la predisposición al aplauso fácil y a la coincidencia de criterios. Cuando algún desaprensivo cae a romper la unanimidad, la urbanidad hace mutis por el foro.
Me parece válido que en espacios como Madridista Real u otros semejantes prime un principio de concordia. Después de todo, nos encontramos aquí porque compartimos una misma pasión y un interés común. Todos queremos ‘lo mejor’ para el Real Madrid, pero según cada quién ese ‘mejor’ puede tener vías muy diversas -a veces contrapuestas- de ser alcanzado. Incluso eso que unos creemos ‘mejor’ puede diferir en esencia de los pareceres de otros colegas y debería tomarse como un dato enriquecedor antes que como una falencia o una deslealtad. En cuanto se rompe la armonía, he comprobado que la reacción es ponernos bajo sospechas recíprocas, como hubo sucedido tras la publicación de mis objeciones ante la partida de ZZ.
Hasta entonces mi participación aquí – como creo que la de todos los presentes- suponía un ejercicio editorial espontáneo y ad honorem, mas ello no es justificativo para que de súbito se transforme en una exposición gratuita ad vituperium. Pues si bien no me llovieron insultos frontales, el grueso del feed back se manifestó en términos francamente insultantes; prolongadas filípicas de corte sociológico, histórico, político, hasta religioso; mensajes privados inflados de consejos y ‘lecciones de vida’ como si de educar a una borrega de 15 años se tratase, cuando esta servidora equivocada o no, carga con 30 años de periodismo a sus espaldas y algunos más de vida y fútbol en el haber. Algunos se llamaron a significativos silencios, otros -los menos y esperables- se recubrieron de una indulgente cortesía y no faltaron hasta ‘invitaciones’ de algún desprevenido a continuar la pelea por Skype! Predican sin saber a quién y olvidan que cuando nos salimos de la pantalla, lo dicho sigue actuando y sus efectos llegan a ser devastadores.
‘Si lo sé, no vengo’ repiqueteaba en mi cabeza mientras doblaba en cuatro mi hashtag, a punto de cerrar la maleta virtual y pegar la vuelta a la patria del ostracismo que impera de este lado del charco. Y me preguntaba si el mismo estribillo de aquel programa de los ’80 no habría retumbado una y mil veces bajo la calva sesera de nuestro prófugo rector hastiado hasta el empalago de tantos derroches de pleitesía absorbidos a lo largo de estos casi tres años al frente de los destinos merengues. Pensaba si habría sido ya capaz de digerir el desconcierto que imagino debe haberle provocado la catarata de muestras de gratitud y comprensión cosechadas tras su canallesco desplante de despedida. ‘Los abandono sin razón y sin aviso y me bañan de elogios’ masticaría entre dientes sin perder la impasibilidad de su cautivante sonrisa, balanceando la cabeza de un lado al otro con pausada conmiseración.
Entonces… ¡Eureka! de pronto la luz se hizo y de entre las tinieblas asomó un destello de salvación. Casi en simultáneo, un par de llamados de esos que te importan de verdad me convencieron de reconsiderar mi decisión. Antes que largarse, el momento dictaminaba permanecer y aportar un granito de arena a esta ciénaga en que estamos empantanándonos.
Pues todo tiene un tiempo para procesarse. Zidane se ha esfumado como en una pirueta alquimia mientras su espectro fluctúa en un limbo sin paradero conocido. Y así como las lágrimas de sus viudas de han ido evaporándose con el paso de los días, mi desazón fue dando lugar primero a la bronca lisa y llana, y por fin al retorno de mi natural sarcasmo que ya conocen por estas latitudes. Entretanto el carrusel se ha puesto a girar alocadamente impulsado por la desesperación de acertar con un exorcista que venga a romper el hechizo en que vivimos envueltos durante la estadía del galo en Chamartín.
Y mientras la prensa por su lado y los hinchas por otro hace rato nos la pasamos tirando nombres cual dardos contra el muro de la incertidumbre acerca de quién será el sucesor, no caímos en la cuenta de que en esa estrofa que aun resuena en mis oídos y que da título a este artículo reside el principio de la solución.
[Paréntesis situacional: Al terminar el párrafo precedente, me pasan la noticia de la designación de Lopetegui (acerca de la no me expediré en este espacio, pues ni tengo opinión formada ni osaría tenerla mientras el novelón que se desató siga su curso con tan floridos vaivenes), decía que me sentí un poco frustrada pues a primera vista eso significaba que mi contribución ya no tendría sentido alguno. Horas más tarde, superado el impacto inicial y observando los subidos matices que iba cobrando el affaire, comprendí que mal que nos pese, Julen no será el último ni el definitivo entrenador de nuestro equipo y -ojalá que más tarde que temprano- habrá que salir nuevamente a la caza de un valiente que asuma el puesto. Por lo que mi propuesta, aunque deba esperar su turno, no ha de ser estéril. Así que prosigo.]
Ha quedado demostrado en estos días que ni las quinielas, ni las estadísticas, ni los antecedentes, ni el sentido de pertenencia o las lealtades, ni siquiera las cotizaciones o el prestigio son parámetros determinantes ni decisivos a la hora de reclutar un técnico idóneo que se ajuste a la misión y responsabilidad que implica regir los destinos del fútbol del Real Madrid. Ignoro qué criterios fueron aplicados esta vez para concluir en la elección del flamante ex-funcionario de la RFEF, ni qué resultados arrojarán una vez que el favorecido asuma y empiece a ejercer su nuevo cargo. Pero mi convicción es que de aquí en adelante otros deberán ser los métodos, y dado que el deporte no puede eludir aggiornarse al ritmo de los tiempos, hay una sola fórmula que ofrece probadas garantías: el reality.
Mi planteo consiste en que para las próximas contrataciones se convoque un concurso con un formato como Operación Triunfo, pero con pruebas de destreza y conocimientos inútiles al estilo del Juego de la Oca o Qué apostamos, estableciendo instancias de eliminación progresivas para que a través del fallo combinado de un jurado multidisciplinario compuesto por expertos de diversas áreas y una voz que encarne el sentir popular, se defina el candidato mejor calificado para sentarse en el banquillo de la Casa Blanca.
Incapaz de sustraerme a mi inexplotado diploma de productora de TV y para que no se diga que dejo mi labor incompleta o que ando sembrando bulbos de desestabilización y desasosiego, procederé acto seguido a exponer en líneas generales cómo funcionaría el engendro.
En primer lugar, aparece el tema de la selección de los participantes aptos para intervenir en el torneo. Es algo que no puede tomarse a la ligera pues de ese elenco surgirá el elegido de cuyo desempeño dependerá el éxito o el fracaso de nuestro club en las competiciones locales e internacionales que nos cuenten; mas por otro lado es imprescindible atender a la preceptiva en materia de inclusión e igualdad de oportunidades que dictan las normas del buen gusto y mejor rentabilidad que aplican las políticas actuales de comunicación. No bastará pues con reclutar una plantilla de promitentes profesionales del balompié, ya que eso sería discriminatorio y elitista. Por el contrario, en aras de la pluralidad y la universalidad que imponen las nuevas corrientes en pos de la sana convivencia, la formación inicial ha de contemplar que se encuentren representadas en plenitud y diversidad cuantas manifestaciones culturales, étnicas, religiosas y de género cohabitan en la comunidad; no vaya a ser que algún colectivo se sienta excluido y boicotee la temporada. Sólo a efectos locativos y de extensión cronológica, se admitirá que en un mismo competidor se condensen más de una de las mencionadas categorías.
Asimismo, habrá de considerarse la incorporación de representativos de los otros grupos peculiares de actores del cuerpo social. A modo de borrador, sugiero la participación de un amputado de ambas piernas a causa de un accidente de tránsito, un paciente con trastorno bipolar, un celíaco y un vegano.
Una vez preseleccionados y concentrados en un escenario ad hoc, el otro aspecto clave a abordar es el de los desafíos a que serán sometidos los concursantes. Naturalmente la batería incluirá tests de orden estrictamente futbolístico, prácticas de ejercitación y entrenamiento, esquemas de planificación, simulacros de partidos. No obstante, no han de menospreciarse rutinas de índole más palmaria pero no por ello menos necesaria, como regular los aspersores o pintar las líneas de la cancha, ¿por qué no cortar el césped? después de todo es inherente a un buen líder que aspire a ganarse el respeto de su gente conocer y tener un dominio siquiera rudimentario de las funciones y labores de su personal.
Asimismo es fundamental monitorear su condición y recursos psicológicos, especialmente en lo que hace a la dinámica de grupos, para lo cual se dispondrá de una ‘réplica’ del plantel compuesta por actores que interpreten el rol de cada jugador, con sus respectivas actitudes y rasgos de personalidad característicos, entablando los mismos vínculos e interacciones que animan la vida de vestuario. Los postulantes se las verán entonces no solamente con ordenarlos y conducirlos en el aspecto deportivo, sino con la administración de mimos y correctivos necesarios a efectos de construir y mantener la armonía entre sus dirigidos. Para ello no bastará con un mero ejercicio de atención y retórica, sino que habrán de demostrarlo en acciones concretas, como por ejemplo recordar el nombre, edad y fecha de cumpleaños de las esposas e hijos de cada uno y preguntarles periódicamente por sus quehaceres y aficiones; tener en cuenta las preferencias, restricciones y preceptos alimentarios de todos y transmitirlos a los cocineros para que sean contemplados sin excepciones en las refecciones diarias; estar al tanto de sus diversos gustos musicales y controlar que se distribuya en forma equitativa la emisión de temas de los diferentes géneros y artistas en el sistema de música funcional de las áreas comunes.
La siguiente fase corresponderá al manejo con los medios. Para ello, asistirán regularmente a ruedas de prensa convocadas a ese propósito, durante las cuales los implicados deberán responder a toda la sarta de preguntas banales e impropias que suelen escucharse en esa clase de sesiones informativas. A la vez, enviados de las diversas cadenas y periódicos serán autorizados a circular en todo momento por doquier e interceptar e importunar a los aspirantes con la ocurrencia que les venga en gana. Al final de cada jornada, se les proveerá de publicaciones y resúmenes de noticias que recojan, reproduzcan e interpreten sus declaraciones a la usanza periodística habitual.
Por último y por aquello de que ‘el público siempre tiene la razón’, se incluirán algunas instancias de índole eminentemente lúdica, sin por ello desaprovechar la oportunidad para medir los conocimientos de los participantes acerca de la historia y tradiciones nuestra institución. Una de las actividades sugeridas consistirá en sacar lustre a las copas de la sala de trofeos mientras repiten de memoria y en estricto orden de sucesión todos los partidos con sus respectivos marcadores que hubieron de ser disputados hasta conquistarla. Otra consigna podría asignarles el planchado de una colección de camisetas históricas al tiempo que reciten la formación del once que haya sabido vestirlas en la temporada correspondiente.
Como colofón de esta aventura, resta aún la evaluación del contacto con la afición. Mediante sesiones de selfies y firma de autógrafos, así como en conexión constante con las redes sociales, los implicados serán monitoreados por de un staff de psicólogos, sociólogos y lingüistas en sus reacciones, modos y comportamiento a la hora de confrontar en forma directa a miembros reales de su público potencial. Sus conductas, calidad y capacidad de respuesta, redacción y ortografía serán objeto de cuidadoso análisis bajo la atenta mirada de los profesionales destacados a fin de determinar el grado de equilibrio emocional y destreza expresiva de los clasificados frente al cariño y el rechazo demostrado por los hinchas, ante las usuales andanadas alternativas e incluso simultáneas de elogios y denuestos.
Del pasaje exitoso por todas y cada una de estas etapas se obtendrán dos finalistas. El ganador será definido por el voto telefónico.
Texto: @juliapaga