#DesdeElOtroLadoDelCharco | Buscando problemas

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Odio decir ‘te lo dije’, pero os los dije… ya en un articulo previo a la fuga de Zidane anticipaba que la Copa del Mundo iba a ser caldo de cultivo de chismorreos, certezas y debates acerca de las próximas contrataciones del Real Madrid. Es lógico que el campeonato del mundo se preste como vidriera de exhibición para jugadores que de otro modo ni los más avezados oteadores descubrirían, para que algunos acaso opacados dentro de sus cuadros se luzcan en el marco de seleccionados menos poderosos; para que en palcos, hoteles y aviones se entablen o rematen negocios, intercambios, transferencias inesperadas, calladas salidas a traición. Como quiera que sea, en pocas semanas recomienzan las ligas locales y hay que reforzar o renovar la plantilla.

No imaginaba que la primera renovación correspondería justamente a la cúpula del equipo. Que habría que salir a la caza urgente un cuerpo técnico completo para suplir el vacío dejado por ZZ. Pero por lo demás todo siguió el curso previsto, empezando por lo más alto, porque cuando se trata de nuestro cuadro, no nos andamos con chiquitas y si de alimentar las malas lenguas se trata, con la contratación del seleccionador nacional en funciones deben haber quedado satisfechos todos los apéndices viperinos del planeta por un buen rato.

Mas luego que se hubieron acallado los ecos más sonoros del ‘affaire Lopetegui’, todo retomó su ritmo normal y previsible. Era natural que, dadas las condiciones en que se produjo su asunción, el nuevo técnico fuera discreto, casi inapetente, en sus demandas de recambios e incorporaciones. De haber llegado con una wishing list minuciosamente elaborada, habría despertado por lo menos suspicacias. Tomarse su tiempo, ponerse al día con el estado de las cosas, observar a los futbolistas actualmente en el club, conocer las intenciones y los planes de la directiva era de estricto orden.

Presentación de Julen Lopetegui junto a Florentino Pérez | Foto: El Periódico

Después, el retorno a lo obvio. Era previsible que tan pronto se pusiera el Mundial en marcha se prestara particular atención al desempeño de jugadores del plantel distribuidos en sus respectivas selecciones. Como era previsible que en vista de sus atildados rendimientos la ansiedad por efectuar nuevas adquisiciones se aplacase bastante. ¿Para qué ir a buscar afuera lo que ya tenemos en casa? Era previsible pues que con el transcurso de los partidos muchos de los rumores de salida de algunos nombres se fueran diluyendo en la nebulosa de los elogios y las estadísticas.

No menos previsible era que con la llegada del nuevo entrenador, unas cuantas piezas cuya permanencia estaba en duda por no calificar en las predilecciones del anterior DT, quedaran en stand by ante la posibilidad de mejorar sus chances de titularidad dentro del nuevo proyecto. Como era igualmente previsible que algunos elementos mundialistas que se vieron favorecidos con mayor tiempo en cancha dentro de sus equipos nacionales logrando cierto destaque, reclamen el derecho a entrar en el mercado de pases en procura de cuadros que les brinden mejores oportunidades personales.

Era previsible que para aplacar los apetitos insanos de los entendidos de siempre, se comenzase a proceder a pequeños fichajes, como el del joven guardameta Lunin o el del brasileño Rodrygo Goes en una apuesta a largo plazo análoga a la del año pasado sobre Vinicius Jr. y que lamentablemente no se replicara en el caso de Mbbapé. Asimismo sería saludable, y mejor aún si también pudiera incluirse en la categoría de lo previsible, que se corrigieran en alza las cláusulas de rescisión y optimizaran los términos de los contratos de Luka y de Cristiano por lo menos. Y no estaría nada mal tampoco si, tras lo visto en fase de grupos, se evaluaran algunas comprillas de summer sale de ciertos elementos individualmente codiciables que quedaron devaluados por la falta de acompañamiento de sus compañeros de selección o la impericia de sus conductores. Realmente me intriga en cuánto quedará la cotización Lewandowski con Polonia eliminada en primera ronda.

Hasta aquí, casi que parecemos una familia muy normal. Resulta entonces incomprensible, por no decir inadmisible, que todavía siga circulando esa esquizofrenia colectiva y perniciosa que desde hace meses viene dividiendo las aguas de la comunidad madridista ente neymaristas y antineymaristas.

Cada vez que resurge esa monomanía fraguada en no sé que infames catacumbas de que el Real va a por Neymar o que debería ir a por el astro brasileño como sea y al costo que sea, me pregunto si es que los promotores de esa idea descabellada no saben o no quieren saben, no ven o se tapan los ojos.

De este lado del charco tenemos Neymar desde hace rato y ha sido una papa caliente que ni con los guantes de amianto más seguros del mercado hemos querido tocar. ¿Será que las noticias -las oficiales y las extraoficiales- no llegaron nunca a España? Entonces será momento de empezar por renovar la plantilla de informantes de la institución. Que el Barça y el PSG hagan bien su trabajo de ocultamiento para no pasar vergüenzas, como lo habrá hecho el Santos a su tiempo para prevenir la devaluación de su más valioso entenado es comprensible. Pero que puestos como potenciales compradores no hayamos hurgado en las profundidades de su prontuario y hecho caso omiso de las filtraciones acerca de sus antecedentes menos gloriosos es de imprudentes o ingenuos.

Y no me vengan, como dicen algunos de los más insistentes defensores del reclutamiento del muchacho, que nada debe importarnos si es díscolo, mañoso o juerguista, que lo que importan son sus goles y que una vez en Real se le brindará la contención y las pedagogías necesarias para que corrija sus inconductas. No es por subestimar los valores y enseñanzas que el club ha sabido siempre inculcar en sus jugadores, pero los que confíen en que con eso basta en el caso de Neymar, que me disculpen, pero pecan de un exceso de confianza. Si cuadros con tradición de domadores de tigres como el Peñarol del Montevideo han preferido mantenerlo a distancia incluso cuando aún no cotizaba ni la décima parte que en la actualidad y contaba con todas las prebendas para quedárselo un buen tiempo en el primer equipo.

El episodio con los aurinegros no trascendió en los medios, pero recorrió todos los cenáculos futboleros uruguayos. Debe haber sido a mediados de la década pasada o poco más, cuando chico paulista militaba en las categorías juveniles del Santos. Existe desde tiempos remotos un tácito convenio de intercambio entre estos históricos rivales de Copas Libertadores, por el que suelen acoger en sus entrenamientos a promesas emergentes que aún no tienen lugar en sus respectivos planteles para que ganen horas en cancha y vayan adquiriendo cierto roce internacional. En uno de esos lotes integrados dos o tres jugadores y un acompañante asignado por el cuadro brasileño, apareció un tal Neymar Jr. con el aditamento de un tal Neymar Sr. que no entraba en el programa pero ni se dio por enterado. Tan pronto los menores fueron instalados en un piso dispuesto a esos fines por el club uruguayo, los adultos responsables acompañaos por un funcionario de la institución anfitriona se dirigieron al consulado a ultimar asuntos de papeles. Es ese rato, el veloz delantero se las había arreglado para conquistar las simpatías de algunas señoritas locales -menores de edad como él- que tomaban mate por la rambla montevideana y conducirlas a su nuevo departamento para amenizar el primer día de estadía en tierras orientales. Ignoro cuál fue la reacción de sus compañeros de aventura, pero lo cierto es que a su regreso los mayores los sorprendieron en plena fiesta de bienvenida. Demás está decir que el siguiente paso fue despacharlos en vuelo directo de retorno a Villa Belmiro.

La criatura no volvió a recalar por estas costas sino hasta principios de 2013, ya en calidad de estrella, para recibir el premio que según la tradicional encuesta del diario El País lo consagraba como Mejor Jugador de América. Arribó a la capital uruguaya nuevamente escoltado por su inseparable Sr. y en medio de férreo operativo de seguridad. El alojamiento elegido era ahora un hotel cinco de lujo del que no salió -o no lo dejaron- hasta la ceremonia de premiación. Durante el transcurso de la gala, entre padre e hijo soltaron un par de declaraciones reveladoras, una para dejarnos boquiabiertos y otra para taparnos la boca.

De entrada, como para romper el hielo -y lo derritió de un fogonazo-, dejó caer que lo más importante para él era su hijo! Sus precocidades se extendían evidentemente mucho más allá de las fronteras del campo de juego, y se ve que las reprimendas durante el incidente en Peñarol no habían sido muy ejemplarizantes. Y las clases de educación sexual tampoco, o quizá ese día había faltado, tan ocupando estaba en perpetuar la estirpe. Con su gorrita de visera y su carita de nene, el chico que no iba a ninguna parte sin su papá, ya era padre de un niño de año y medio y madre desconocida. No era cuestión de perder el tiempo en ningún terreno…

Aunque engañosamente nos hizo creer que no tenía ninguna prisa en su carrera, al afirmar que ‘no es el momento indicado’ para ir a jugar a un equipo europeo, ‘tengo contrato con el Santos hasta 2014. Estoy feliz con mi familia y amigo en Brasil’, añadió y acto seguido Sr. salió en su aval ‘Neymar se va a quedar (en Santos) hasta 2014. Después puede haber una renovación, si Santos quiere’ en un claro guiño a la dirigencia del club paulista que venía manifestando su interés de conservar al ídolo por varias temporadas más.

Por lo pronto, el receso estival se lo pasó entonando alegremente el hit del verano ‘Ai, se eu te pego’ subido a todos los escenarios junto a su autor (?), un tal Michel Teló que parecía empeñado en no dejar rastros de las épocas que de Brasil nos llegaba la Garota de Ipanema tan ‘cheia de graça’ y A felicidade, ‘como uma gota de orvalho numa pétala de flor’…

El 26 de mayo, el que no iba irse, el que iba a quedarse hasta 2014 o más, dio su Grito de Ipiranga en sentido inverso y fue presentado oficialmente como nuevo jugador del Barcelona F.C.

El resto es historia conocida a ambas márgenes del Atlántico. Una estancia a los codazos sin mucho esfuerzo por hacerse lugar entre M y S sin llegar a ser nunca la N en esa sílaba impronunciable de la delantera catalana; dedicando un poco más de entusiasmo en los acumular contratos publicitarios; amenizando de vez en cuando por los tribunales con las siempre en boga evasiones al fisco; sin mayores escándalos en el plano personal merced quién sabe si a madurez, una custodia más compacta o una estrategia de ocultamiento más eficiente.

Por fin, ante nuevos rumores de un inminente pase, un nuevo anuncio de continuidad traicionado tras posar con la indumentaria del club para la próxima temporada como modelo de la marca auspiciante, aparece firmando contrato de cifras estratosféricas con el PSG.

Y de nuevo la misma historieta. Riñas con el consolidado Cavani en disputa del puesto y el derecho a patear penaltis a las que el uruguayo no dio mayor trascendencia, pero pusieron los pelos de punta al míster que daba toda la impresión de no haber sido consultado en cuanto a la nueva adquisición; privilegios comerciales para conservar sus sponsors personales en discordia con el plan de negocios del club; investigaciones fnancieras acerca del movimiento de los dineros de su trasferencia; una vida privada sumida en el misterio tras los muros de una residencia de doce habitaciones a la que los vecinos observaban con extrañeza entrar y salir a un grupete de amigos que se había llevado para hacerle compañía, pero jamás al anfitrión.

Neymar sobre el césped | Foto: El Confidencial

Hasta que el ridículo nos vino a salvar del oprobio. Un día Neymar se fracturó el dedito chiquito del pie y sobrevino el Armagedón. Cirugía, no menos de seis meses de recuperación, huida a Brasil a recibir atención por médicos de su confianza, inquietud en su seleccionado por temor a que no llegase a en forma para el Mundial, alivio en Emery que en su ausencia obtuvo tranquilamente el título en la liga de Francia. Y una denuncia del obstetra que había atendido el parto de su hijo a quién todavía le adeudaban sus honorarios, una suma irrisoria en el orden de los ceros que se enhebran en las cuentas del astro.

¿Qué más nos hace falta para convencernos de la prescindencia de Neymar en nuestro cuadro, en cualquier cuadro? Un Brasil eliminado de la copa del mundo, al que no aportó mucho más que pataletas y revolcones cada vez que algún rival lo rozaba o le hacía viento (verlo retorcerse como una babosa lanzando alaridos de dolor incluso sin haber existido contacto físico alguno resulta hasta ofensivo para quienes realmente padecen sufrimientos o están junto a alguien que los padece); un prudente PSG que no expide respecto a sus intenciones de retenerlo o soltarlo y el silencio del nuevo entrenador. Luego de semejante espectáculo, entrará Neymar en los planes de Tuchel?

¿Y en los de Lopetegui?

Los neymaristas del Real quieren convencernos de que, más allá de los recientes desmentidos, adquirir a Neymar tiene más relevancia como inversión económica que deportiva, entonces por qué mejor no apuestan en la bolsa o en las carreras de caballos?

Esta semana la nueva moda los desmentidos aquietó las aguas por un rato. Sería bueno que los buenos madridistas aprovechen la calma chicha para documentarse mejor y rever sus posiciones antes de precipitarse a negocios improcedentes el próximo black Friday.

Texto: @juliapaga

Foto de portada: GOAL

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