De héroes a villanos, o viceversa

6 febrero 2019 - 16:09
De héroes a villanos, o viceversa

Los traspasos de jugadores a otros equipos es algo que siempre ha estado presente en el ámbito futbolístico. Las canteras cada vez son menos recurrentes y es por ello que cada club intenta traer a jugadores que les ayuden a lograr sus objetivos en la temporada. El revuelo generado en torno a cada traspaso es más que propio teniendo en cuenta el sentimiento que este deporte genera en cada espectador. A veces son salidas dolorosas pero necesarias para que un jugador pueda proyectarse, y sin embargo, otras son demasiado problemáticas por el destino al que se dirigen o las formas en las que se van.

El Real Madrid y el FC Barcelona no se han librado de estas controversias. La rivalidad que existe entre ambos equipos es conocida en todo el mundo. Los clásicos se convierten en verdaderos espectáculos que mueven a millones de fanáticos del mundo. Podría decirse que es el encuentro al que todo jugador le gustaría poder vivir al menos una vez en su carrera deportiva. El fútbol es la pasión de cada aficionado, y un clásico, no podría ser menos.

Al igual que en el resto de equipos, Madrid y Barcelona tienen movimientos en sus plantillas para poder tener el mejor equipo del mundo. El problema está cuando se tratan de incorporaciones que proceden del equipo rival. Y es que, muchos jugadores han sido capaces de defender unos colores, una camiseta, un escudo, y al año siguiente marchase a otros equipos sin apenas decir nada. Pasaban de ser héroes a villanos, o viceversa. Es cierto que no son muchos los casos que hemos visto, pero han sido suficientes para generar comentarios acerca de estos.

Si nos remontamos a los primeros jugadores que se decidieron a dar este paso, aun sabiendo que le situarían en el verdadero “ojo del huracán”, encontramos a Ricardo Zamora. El famoso guardameta, jugaba en el Barcelona, pero en 1930, el por entonces llamado Madrid Football Club, pagó 100.000 pesetas porque viniera a la capital de España. Por entonces se convirtió en el fichaje más caro de la época. ¿Supuso esto un antes y un después? Diría que sí. Puedes ser feliz en un club, con tus compañero y tu afición, pero muchas veces tus sentimientos reales no concuerdan con las ideas que profesa ese club.

Años más tarde empezamos a vivir un éxodo de jugadores hacia uno u otro bando. Uno de ellos fue Michael Laudrup, considerado uno de los mejores futbolistas de la década de los 80. En 1984 decidió abandonar Barcelona para jugar en el Real Madrid donde jugó dos temporadas. Como él, Bernd Schuster quien además de atreverse a cambiar el color blaugrana al blanco impoluto, se convirtió en técnico de ambos equipos. El centrocampista Luis Millá, se apuntó a este “boom” de salidas de aquellos jugadores que se abandonaban el Camp Nou para jugar sobre el césped del Santiago Bernabéu.

Todos ellos fueron grandes jugadores que para muchos de los aficionados seguramente fueran ídolos. Pero de la noche a la mañana dejaron de serlo. Hay sin duda dos fichajes que fueron claro ejemplo de ello. El primero, la llegada del portugués Luis Figo. De todos y sin ningún tipo de dudas, la llegada más polémico, sobretodo porque fue el propio jugador quien desmentía su fichaje por el club blanco. Sin embargo, tras la elección de Florentino Pérez en el año 2000 como Presidente, la camiseta que empezó a defender era blanca. Se abrió así la famosa era de “Los Galácticos del Real Madrid”, siendo Figo la primera pieza clave.

Apenas 2 años después, el Madrid volvía a traer a por otro ex jugador culé. En esta ocasión era el portugués Ronaldo Nazario, que aunque no vino directamente del equipo culé, estuvo jugando durante 1 temporada. El último traspaso entre Madrid y Barcelona se dio en 2007 cuando Javier Saviola, ficha por el Madrid.

Pero sólo se han traído a grandes jugadores, también se tuvo que lidiar con bajas como las de Julen Lopetegui o Gheorghe Hagi, quien terminaría jugando para el Barcelona durante 2 años.

Como ellos, el croata Robert Prosinečki o el mediocentro Albert Celades. Otro caso fue Samuel Eto’o quien jugó en el Real Madrid apenas una temporada, pero sin contar con minutos. Tras jugar en el Espanyol y el Mallorca, decide incorporarse a las filas del Barcelona donde se convirtió en un referente para muchos de los aficionados. Como ocurrió con Figo, hubo una salida que generó demasiado revuelo, la de Luis Enrique. El actual seleccionador español, tras 5 años jugando donde sobre el césped del Bernabéu, decide cambiar de rumbo hacia Barcelona donde jugará casi 8 años.

No sé muy bien hasta qué punto un jugador puede llegar sentir los colores hacia un equipo en el que lleva jugando toda la vida. Pero lo que está claro, es que a día de hoy, bien sean los colores o el dinero, todo jugador decide cambiar su camino. A un aficionado no le duele que se vaya un jugador cuando ha dado todo por la camiseta. Creo que duele cuando ese jugador ha profesado amor eterno hacia un equipo, y luego es capaz de marcharse al equipo rival, como ocurría con Íñigo Martínez, entre otros. Por suerte o por desgracia, el fútbol ha cambiado y estas llegadas y salidas ya se han convertido en algo habitual. Ojalá no se pierdan a los verdaderos jugadores que defienden sus ideas, su escudo, su equipo, con uñas y dientes.

 

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