#CrónicasVikingas | La Undécima: éxtasis en el jardín del ogro
Para los madridistas que ya hemos pasado a la categoría de vintage, la sola mención de Milan nos despertaba pesadillas en forma de jugadorazos como el excelso Van Basten, Gullit, Donadoni o el gran Carletto Ancelotti, todo ello capitaneado por el tipo que cambió el fútbol moderno, el maestro Arrigo Sacchi (con una paupérrima posterior etapa blanca en una época convulsa como director de fútbol). Las ilusiones de ver levantar la Orejona a la mítica Quinta del Buitre quedaron enterradas otra vez en una noche terrible en San Siro con un humillante 5-0 por parte de uno de los equipos más memorables que ha visto- sufrido un servidor… Pero el 28 de mayo del 2016 el destino nos deparaba la oportunidad de resarcirnos y lograr en el ahora llamado Giuseppe Meazza volver a hacer historia ante nuestro íntimo enemigo, el Atleti.
La historia del nuevo nombre del campo municipal de Milan es curiosa y tiene su miga en forma de eterna rivalidad por parte de los dos gigantes de la ciudad, donde Verdi bordó sus obras maestras en la señorial Scala: hasta 1935 el estadio era propiedad del Milan, año en el que el gobierno municipal se hace cargo de él y compartiéndolo a partir de 1947 con el Inter, aunque los seguidores de este equipo nunca se sintieron cómodos con el nombre de San Siro por ser asociado al eterno rival… No fue hasta 1980 cuando se toma la decisión salomónica de llamarle Giuseppe Meazza, bicampeón con la azzurra y ex jugador de ambos equipos, aunque con mucho más recorrido en las filas interistas. Desde ese punto de inflexión popularmente se conoce el recinto como Giuseppe Meazza cuando el Inter juega en casa y San Siro cuando lo hace el Milan, aunque el nombre oficial sea el del ex jugador.
El partido no podía empezar mejor, un Madrid dominante se hace pronto dueño del partido y el nuevo icono del madridismo vuelve a marcar en una final como hizo milagrosamente en la Décima ante el mismo rival (sí, lo reconozco, Ramos ha sido uno de los jugadores que más he vituperado y que más me ha desesperado antes de su gloriosa etapa fulgurante).
Para más inri Griezmann manda al larguero un penalti ya en la segunda parte, pero después de que Cristiano y Karim perdonen la sentencia Carrasco empata y nos aboca a una prórroga agotadora con jugadores exhaustos y acalambrados, sacando fuerzas de flaqueza y demostrando un orgullo brutal al acorralar y cercar los 30 minutos a un empequeñecido Atleti sin recompensa…
Los penaltis eran ya una realidad, y mientras medio mundo futbolístico contenía la respiración un canterano nacido en un pueblecito de Coruña (Curtis, municipio de Betanzos) se encaminaba hacia el punto fatídico haciendo malabares con el balón con una tranquilidad pasmosa, nada podía ir mal después de semejante demostración de descaro y temple de Lucas Vázquez.
Todas las penas máximas entraron de forma inapelable hasta el histórico balón al palo de Juanfran, confirmando con su lanzamiento el «Bicho» que volvíamos a reinar con la Undécima mientras el majestuoso Duomo hacía repicar sus campanas ante el delirio de los madridistas y las lágrimas colchoneras. Por fin los aficionados que sufrimos al ogro milanista pudimos respirar aliviados y ver la ciudad que vio nacer al popular Celentano y al mítico cineasta Luchino Visconti con mejores ojos, otra muesca más en nuestro legendario reinado europeo.
Texto: Guillermo Caridad
Foto Portada: El Español