Crónica Real | Un juego de espejos deformantes (1-1)
Un juego de espejos deformantes. Eso ha sido el partido de hoy.
Importante partido encaraba el Real Madrid, no sólo por el rival y por seguir en lo más alto de la tabla, sino porque el Barcelona había pinchado y nos podíamos poner líderes en solitario, además de por el impulso psicológico que supondría de cara al clásico que se jugará el 18 de diciembre o cuando le venga mejor a los culés, que además tendrán 29 horas más de descanso, como iban a tenerlo en la anterior fecha fijada. No son de rectificar los errores en esta Liga.
Las principales dudas estribaban en quién colocaría Zidane en el lateral izquierdo y si Casemiro jugaría estando a una tarjeta de la suspensión con el partido de Barcelona a las puertas. Finalmente Nacho, que entraba tras una larga ausencia, y la suplencia del brasileño han sido las respuestas, bastante lógicas, del entrenador francés.
Jugamos una primera parte primorosa, tácticamente perfecta, donde no se echó de menos a Casemiro y su trabajo en ningún momento. Una función, la de Casemiro, que se suplió con Isco y Valverde algo más retrasado. El resultado fue muy bueno con ese mediocampo potenciado y muy trabajador que recuperaba el balón instantáneamente. Los primeros 35 minutos fueron una exhibición de toque de balón rápido y movilidad con infinidad de cambios de posiciones.
Los últimos 10 minutos fueron algo más igualados, cuando el Madrid bajó ligeramente la presión, si bien nunca perdió el control, creando hasta 6 buenas ocasiones, cediendo tan solo un par de acercamientos valencianistas.
Valverde es el jugador clave de todo esto. Su despliegue físico beneficia al resto exponencialmente. No sólo jugó más retrasado, es que llegaba al área con peligro, a todos lados, en todas partes, como de costumbre. Da gusto ver a Kroos distribuyendo y a Modric tremendamente fresco y rápido de movimientos, que cuando se asocia con Benzema descubrimos el puro fútbol.
Es de elogiar el trabajo de Isco, que se movió muy bien en los primeros minutos, creando superioridades constantes, aunque poco a poco de diluyó y estuvo fallón.
Gran trabajo también de Rodrygo, al que aún le falta algo de decisión arriba, pero siempre está en el lugar adecuado y se puede esperar algún detalle de inspiración. Además es muy trabajador y no deja a su lateral nunca vendido.
Benzema, el jefe, en su línea habitual, amigo de todos. Distribuye como un medio centro, filtra como un media punta y llega como un delantero.
En defensa Nacho estuvo muy cumplidor, algo francamente meritorio al ser su primer partido tras salir de lesión. Los centrales muy bien, con un pletórico Ramos. El punto más débil lo tenemos con Carvajal, despistado y perdiendo demasiados balones, si bien puso garra en el segundo tiempo.
Una primera parte de tremenda superioridad en la que faltó lo más importante. El gol.
La segunda parte fue la opuesta en este extraño juego de espejos.
Si en la primera mitad vimos la Madrid lucido y brillante de las últimas semanas, pero al que le faltó el gol, en la segunda fue todo lo contrario. Menos fluida, más trabada, más igualada y dividida. Ya en la primera jugada tuvimos un susto, preámbulo de lo que veríamos. Un Valencia que lo apostó todo al error nuestro y que casi lo aprovecha a la primera opción. Pero marcamos para salvar el empate.
El Valencia salía mejor, nos costaba más robar balón, pero aunque no llegaban con peligro, ahora sí recordábamos más la ausencia de Casemiro. Fue media hora sin fútbol apenas, con un Isco que jugaba a un ritmo más lento que el resto (lástima tras su buen inicio) y un Rodrygo timorato que no cometía errores pero tampoco proponía nada. Ellos dos fueron los cambios. Vinicius y Bale al campo.
Rodrygo es el reverso de Vinicius. El segundo es puro atrevimiento, se lanza a por el rival, es osado, pero fallón. Rodrygo, por el contrario, es más frío, más tímido, elige mejor, por ello acierta más, pero no toma responsabilidades.
Y con los cambios el Madrid pareció encontrar el control que había perdido, a partir del minuto 75, como en un reflejo opuesto a la primera parte, donde fue en los últimos 10 minutos cuando el equipo se relajó un poco.
El problema fue que en otro error y una buena contra el Valencia se adelantó. Encontraron lo que buscaban y se les puso todo de cara. Nuestra reacción cortada de lleno.
Pero esto es el Madrid.
Zidane metió a Jovic por Modric, por lo que se esperaba un juego más directo, pero nuestro toque era horizontal y absurdo y las pérdidas de tiempo del rival lastraban todo el ritmo. La fatalidad llamaba a la puerta hasta que en un arreón clásico madridista, sin apenas tiempo, volvimos a meterlos en el área y contamos con un par de ocasiones, incluido un gol anulado a Jovic (no tiene suerte el chaval, que podría luchar el pichichi con los goles anulados que lleva).
Cuando el partido agonizaba, un córner tras una gran jugada y ocasión de Benzema nos dio esa opción que a los madridistas nos huele siempre a minuto 92:48.
Y no nos decepcionaron. Courtois, que subió a rematar, se impuso en el salto y su gran remate dejó el balón suelto en el área tras el rechace del portero, lo que aprovechó Benzema para colocarla en la escuadra.
Estallido de alegría en un partido irregular, pero que bajo ningún concepto merecimos perder ya que durante dos tercios del mismo fuimos superiores. A punto estuvo de costarnos los tres puntos nuestra falta de acierto y el peor rendimiento en la segunda mitad, pero hay muchos motivos para mirar con optimismo lo que viene.
Texto: @MrSambo92
Foto: JOSE JORDAN/AFP via Getty Images