Crónica Real | Atalanta – Real Madrid. Ahí queda esa (0-1)
Y en cuadro seguimos. Los mismos que en el partido anterior, porque ninguno de los lesionados ha tenido a bien recuperarse para jugar el reinicio de la Champions. En Italia con los justos y una buena camada de chavalines canteranos como posible revulsivo…
Un partido complicado ante un buen rival que llegaba en su mejor momento y en el más difícil para los nuestros. Nos enfrentábamos a un equipo eminentemente ofensivo, que juega al ataque sin mirar mucho atrás. Nuestra ventaja era que ellos no podían saber a qué leches jugamos nosotros…
Estábamos avisados tras las debacles de todos los equipos españoles, esos que son tan buenos y no un “desastre” como nosotros, según nos cuentan esos a los que pagan por ponerse tras un micro. Anda que si ganábamos… Y ganamos.
Para ello, Zidane buscó potenciar el medio campo, darle más control con la entrada de un centrocampista, el único disponible de la primera plantilla, quitando un punta respecto al partido de Valladolid. Es decir, lo que sería un 442. En realidad, más que eso buscaba conseguir todo lo que se pierde con la ausencia de Benzema, y que se vio Mariano no da. Fluidez, juego entre líneas y circulación engrasada que permita que el balón ronde el área rival.
Cafucas, Nacho, Varane y Mendy en defensa. Casemiro, Kroos, Modric e Isco en el medio. Vinicius y Asensio arriba. Cambio de un hombre, pero también de dibujo.
Y este plan que vi en la previa, que espero fuera el de Zidane, se confirmó desde el primer minuto. Mostramos una completa superioridad desde el pitido inicial. Muy asentados de inicio, con largas posesiones y sin dejar que el Atalanta tuviera opción alguna. Cómodos en la salida de balón y su circulación. Muchísimo control y buen repliegue tras pérdida. Nos faltaba lo de tantas veces, la profundidad, pero daba la sensación de que en algún momento llegaría la opción…
Y llegó. La conexión por banda izquierda dejó solo a Mendy que tuvo que ser frenado por el último hombre de la defensa italiana, Freuler.
Con uno más, el control debía agudizarse, aunque lo cierto es que pasaron unos minutos sin mucha mordiente, a pesar de tener el partido muy controlado. Fue en el último tercio cuando comenzamos a tener opciones de cara a puerta. Una gran jugada individual de Nacho que se metió hasta la línea de fondo, un tiro fuera de Isco dentro del área, otro alto de Modric… Vinicius, que se mantuvo pegado a banda, tuvo su opción tras un gran pase de Isco, pero su disparo también salió alto. Asensio de cabeza a las manos del portero… La mejor ocasión la tuvo Varane tras otro gran saque de falta de Kroos.
A esto respondió el Atalanta con un lanzamiento desviado de Muriel únicamente.
Es evidente que con la expulsión se exigía un paso adelante para llevarnos el partido y, desde luego, marcar un tanto. Mientras, disfrutamos del veterano Modric crujiendo cinturas de los jovenzuelos, como en cada partido, del toque y distribución de Kroos y la actitud de un impecable Nacho.
Vinicius estuvo valiente y fallón, como de costumbre, e Isco apareció, que ya es algo.
En la segunda parte los roles se acentuaron, como era de prever. Los italianos encerradísimos y nosotros con el control pleno del balón. Además logramos que no se filtrara ni una sola contra durante todo lo que quedaba de partido.
Dos ocasiones en los primeros minutos hacían prever un acoso hasta el gol. Un tiro de Modric dentro del área que salió rozando el poste, de milagro, y otro de Vinicius que fue desviado por un defensa a córner. Luego sólo un lanzamiento alto de Kroos.
El cambio de Mariano por Vinicius no variaba el planteamiento pero sí ligeramente el dibujo, ya que el primero no cae a banda. El equipo se atascó, pasando minutos de insufrible toque sin lograr perforar en ningún momento la defensa rival, que acumulaba a todos sus jugadores en la frontal. Es nuestro gran problema, nuestra incapacidad para abrir esas defensas.
Lo más reseñable fue un tiro de falta que Asensio ejecutó a las manos del portero. Flojo partido de Asensio, que venía de tener buenas actuaciones, pero tanto el anterior contra el Valladolid como este nos han devuelto su versión más anodina.
La entrada de Arribas por Asensio y Hugo Duro por Isco dieron algo más de intensidad, pero con el mismo resultado, un choque continuo ante la defensa rival. Kroos, harto de tanto pase, lo intentó desde muy lejos y sin peligro. Ahora teníamos dos delanteros, pero no se profundizaba por banda ni hacían centros desde línea de fondo…
Y cuando menos lo esperábamos, casi por sorpresa, y fruto del acoso, a la salida de un córner le llegó el balón a Mendy en la frontal… No es la mejor opción para un remate desde ahí, y menos con la pierna mala, pero de repente el jugador francés se transformó en Kroos y clavó el balón en la portería con un perfecto disparo. Una brutal alegría que daba lo que necesitábamos, la victoria y el gol fuera de casa.
Me gustó más el Madrid contra once, pero lo cierto es que se compitió muy bien. Una vez el rival se quedó con uno menos fue anulado aún más de lo que lo había sido. No han tirado a puerta y no han pasado de medio campo más de dos o tres veces máximo, sin incidencia alguna en nuestra defensa.
Debo valorar el encuentro de Isco (al que he zurrado y zurro), que ha estado bastante aceptable en la circulación, con movilidad y filtrando algunos de los pases más peligrosos del equipo. Nuestra defensa ha estado pletórica, con un gran esfuerzo que impidió salir al rival. Tremenda actitud de Nacho y Cafucas. Mendy además aportó con su gol.
En el debe tenemos a Asensio, muy desaparecido y con poca mordiente, quizá debió ser cambiado antes.
Con un equipo en cuadro, jugadores recién recuperados jugando partidos enteros, sin rotaciones y un banquillo de canteranos, el Madrid, “ese desastre”, ha sido el único equipo español en ganar en la ida de los octavos, y fuera de casa. Aún queda por remar, pero ahí queda eso.
Texto: @MrSambo92
Foto: Emilio Andreoli/Getty Images