Cristiano, así no por @antoniovv
El silencio más estruendoso que se recuerda continúa envolviendo a Cristiano Ronaldo. Han pasado ya muchos días desde que el propio entorno del jugador se encargara de truncar el momento de pletórica felicidad que vivían los madridistas, aún en una nube por la conquista de la duodécima Copa de Europa, introduciendo la preocupación de la posible marcha de su mejor jugador en su en principio placentera agenda veraniega. De la boca del crack luso no ha salido ni una sola palabra que desmienta o reafirme aquello que su agente filtró para su beneficio. Nadie sabe hoy cómo se va a resolver este supuesto conflicto, ni siquiera sus protagonistas. Pero en la trayectoria de ‘CR7’ como madridista este tipo de desplantes o desafíos ni son nuevos, ni sorprenden. Ya ocurrió en otras ocasiones, resueltas con presteza por los ejecutivos del Bernabéu, que ahora tendrán más complicado explicar a la masa social las razones de un desencuentro en el que, por lo que sabemos, la entidad tiene poco o nada que ver.
Durante las ocho temporadas que Cristano Ronaldo ha vestido (de momento) la camiseta inmaculada del Real Madrid, mucho han cambiado tanto el jugador, como el propio club. El luso llegó como una megaestrella, cargado de una serie de tics individualistas que el tiempo y el conocimiento del juego y de su propio equipo fueron diluyendo. El Madrid, por su parte, encontró a la referencia futbolística perfecta para recuperar el empuje competitivo perdido. Y para alcanzar el ansiado objetivo de la Décima Copa de Europa. La relación simbiótica entre la entidad y la estrella ha mejorado a ambas partes. El negocio perfecto.
La contribución del ‘7’ en la gloriosa etapa que vive el equipo en la actualidad es irrebatible. No sólo estamos ante el máximo goleador de la historia del club, que ya es mucho decir, sino que el futbolista nacido en Madeira ha participado de forma decisiva en momentos deportivos cruciales. Nadie duda de su grandeza, e incluso son muchas las voces en el club que le sitúan sólo por detrás de Di Stéfano en el Olimpo de jugadores que han pasado por la Casa Blanca. La dimensión de CR7 dentro del terreno de juego es inmensa sin duda. Pero también habría que reconocer que el delantero portugués tiene a su servicio una de las maquinarias futbolísticas más brillantes del planeta. La escuadra se construyó a su alrededor, facilitando sobremanera la consecución personal de récords y títulos. Ese entorno diseñado a su medida, con él en la punta de lanza para que transforme en goles el gigantesco caudal futbolístico que discurre normalmente a su espalda, no lo va a encontrar en ningún otro lugar del mundo.
Cristiano Ronaldo ha vivido varias metamorfosis futbolísticas y en su desempeño como líder del equipo desde su llegada al mismo. Ha cambiado, pero el club y su filosofía parecen haberle calado y cambiado memos de lo que muchos creíamos.
Se puede entender su enfado con el trato que la Hacienda española le ha dispensado, merced a sus cambios de criterio, y la permanente amenaza de un juicio con sus posibles consecuencias penales, con el único afán de recaudar aún más dinero para evitarlo. No parece una cuestión de justicia, sino un mero trámite monetario, una suerte de chantaje legal. Y también es comprensible que le irrite el trato recibido por buena parte de la opinión pública y publicada, que le condena de antemano. Basta con leer un puñado de artículos y publicaciones en redes sociales para ver los brochazos con los que se está pintando su caso, el desconocimiento general de las leyes y la deformación de la realidad para que encaje en un discurso muy simplista; que Cristiano no ha pagado sus impuestos. Poco importa que no sea cierto y que pueda quedar finalmente exonerado (ya veremos) de haber cometido un delito. El discurso ya está escrito y sitúa al otro lado de la línea de la legalidad, en el club de los criminales.
Pero todas esas razones no justifican un enfado con el equipo que le paga unos emolumentos excepcionales desde hace ocho años, que le ha permitido completar un palmarés impresionante y que ha expandido su fama hasta el último rincón del planeta. El Real Madrid, como entidad, está por encima de cualquiera de las personas que pasan, han pasado y pasarán por ella. Todo jugador, técnico, empleado o directivo acabará saliendo del club por alguna razón o por el simple paso del tiempo, mientras la institución permanecerá impertérrita. Y eso, que parece tan obvio, no parecen entenderlo el portugués o su entorno.
El Madrid ya estampó su sello en un comunicado de apoyo (discutible para muchos seguidores porque comprometía la imagen de la entidad), y el presidente también avaló la tesis de su estrella en diferentes entrevistas. Exigir un compromiso más allá de esos gestos (extremo éste que desconocemos) supondría un intento de secuestrar a la entidad. Un intento probablemente infructuoso, como demuestra la historia del club, y las salidas de algunas de sus leyendas que buscaron un pulso similar.
En todo caso, las especulaciones en torno a sus intenciones subyacentes de este nuevo ataque de rebeldía, tales como una mejora económica, un apoyo explícito de todos los estamentos del club o problemas procedentes del pasado no son más que meras elucubraciones, opiniones periodísticas con poca o nula información para sostenerlas y que sólo sirven a su cometido de llenar horas o páginas.
Claro que todo este tipo de ‘pseudo-periodismo’ se terminaría si el propio Cristiano Ronaldo, que ha empleado el altavoz de los medios en numerosas ocasiones cuando ha querido transmitir algún mensaje, hubiera dicho lo que realmente piensa. Por mucho que esté concentrado con su selección en la búsqueda de un título (menor), la especulación habría sido exterminada con una declaración de un minuto. Un minuto con el que habría tranquilizado a millones de madridistas que no alcanzan a comprender las razones por las que, cuando tendrían que estar disfrutando de uno de los mejores momentos de la historia de su equipo, están pendientes del móvil, la radio o la televisión en busca de noticias sobre el futuro de la estrella que tan feliz les ha hecho. Cristiano, ¿por qué te callas?