#BlancoYEnBotella | Solari y los sambenitos
Con la contundencia de Murphy y sus famosas Leyes, hay un principio que se cumple de una forma aún más inexorable que éstas y es que todo aquel que viste la camiseta o se sienta en el banquillo del Real Madrid, pasa a ser un pim-pam-pum para la prensa y el antimadridismo, por más simpático y mejor imagen tuviese antes de ocuparlo.
La historia, de hecho, está trufada de casos de personajes que no sólo contaban con un magnífico cartel entre la prensa, sino que incluso no dudó en apostar por ellos para vestir la camiseta del Real Madrid, bien como jugador, bien como entrenador y acabaron laminados por sus “benefactores” y amigos.
Sin embargo y como por embrujo, cuando este personaje ha llegado a jugar o a entrenar al Real Madrid, esas simpatías y ese cariño desaparecen y, de repente, esta persona pasa a convertirse en el enemigo número 1 de la Prensa y, por desgracia, de mucho madridista que le sigue el juego.
Con los jugadores pasa menos, sobre todo si son españoles e internacionales en eso que alguien dio en llamar “La Roja”, esto es, la antiguamente llamada España.
No en vano, a esos se les suele pasar a menudo la mano por el lomo porque como desgraciadamente ha pasado, muy probablemente, acabarán cayendo en sus redes y en alguna entrevista de esas que conceden nuestros jugadores en las concentraciones de la selección, terminan metiendo de una forma u otra la pata.
El bueno es el que ya no está o el que está por llegar
Siendo de aplicación para cualquier jugador de la primera plantilla, sobre todo si es extranjero, donde se da este inexorable mandamiento que reza que “el bueno es el que se fue o el que está por llegar, nunca el que está” es, sin duda, con los entrenadores madridistas.
De hecho, históricamente hemos visto cómo gente con buena prensa e incluso amigos cercanos entre la “canallesca” como Rafa Benítez, Zidane o más recientemente Julen Lopetegui, adulado hasta la náusea hasta junio y maltratado como un perro hasta su cese el mes pasado, han pasado de héroes a villanos sólo con ponerse el chándal de entrenamiento.
Es más, ni siquiera Vicente Del Bosque, uno de los personajes más aviesos y siniestros que dio el madridismo, se salvó de la quema, aunque su caso siguió el camino opuesto.
Así pues, desde junio de 2003, tras su salida por la puerta de atrás del Real Madrid y como adalid del odio a Florentino Pérez -y no te digo ya desde que fue nombrado seleccionador español- la prensa le trató a cuerpo de rey y le perdonó todo, hasta lo más imperdonable, pero lo cierto es que el Señor Marqués también sufrió en sus carnes el mordisco de los lobos de la prensa.
“Vicentón”, “Bigotón”, “Alineador”, etc. fueron algunos de los epítetos que, los que años después le lamían las botas, le dedicaban a diario en sus editoriales, columnas y programas deportivos nocturnos cuando Del Bosque entrenaba al Real Madrid, entre 1999 y 2003.
Solari, el “agradaor”
Pero volvamos al presente. El nuevo muñeco de nieve al que arrojar los bolazos de la prensa es Santiago Hernán Solari, nuestro actual entrenador.
Un tipo que, cuando desde su columna en El País, usaba su florido verbo para atizarle fuerte y flojo a Florentino Pérez y a José Mourinho, era considerado como poco menos que el heredero natural de Jorge Valdano y un personaje que prometía mucho, especialmente para las huestes del Grupo PRISA. Hasta gente tan sospechosa como Santiago Segurola o Diego “Esopo” Torres se rindieron a su prosa y le tenían en un altar.
Pero héte aquí que Solari abrazó el “lado oscuro”, se hizo entrenador del Real Madrid y poco a poco se fue quedando sin amigos en la prensa. Ya no tenía defensores entre los gurús del periodismo deportivo patrio a medida que su carrera avanzaba y la cosa explotó el día que fue nombrado entrenador del primer equipo.
Desde ese momento, Santiago Solari se ha convertido en el blanco de todas las críticas de la prensa. Por una cosa y por la contraria. Y lo que es peor, sin ni siquiera haberle concedido el beneficio de los 100 días de gracia. No, con él no va esta vaina…
Se le ha acusado de chivato del presidente, de “submarino” de la dirigencia en el vestuario, de “agradaor” y de tomar decisiones, únicamente para ganarse el favor de la plantilla pero también de la presidencia.
Si pone a Isco, palos por no poner a Asensio. Si pone a Lucas Vázquez, palos por no poner a Isco. Si no pone a Isco ni a Asensio, palos por poner a Bale o Benzema. Si pone al que peor está, palos por no usar la meritocracia, si pone a lo que mejor están y eso supone que jugadores como Isco se tengan que ir a la grada, palos por no respetar a los jugadores y castigar indignamente a los suyos.
Y si pone a Vinicius es para agradar a Florentino, si no le pone es porque quiere quedar bien con Lucas Vázquez y, de paso, ganarse a su amigo Ramos. Y así, ad infinitum, porque como a todo entrenador del Real Madrid que se precie, se le ha de exigir justo lo contrario de lo que esté haciendo.
Vamos, que haga lo que haga y como dijo el Conde de Barcelona “estem molt fotuts”…
Los “cojones” de Solari
Por si todo lo anterior no fuese suficiente, ¡encima dijo “cojones” en su primera rueda de prensa! ¿Dónde vamos a ir a parar? ¿Pero dónde está el señorío y el buen hacer de gente como Zidane? Da igual que se hubiesen tirado tres años tratándole como a un perro, como si fuese un donnadie mientras era entrenador del primer equipo.
Ahora se le añora y se le respeta porque nunca dijo “cojones”, claro. Y además ganaba títulos, no como el indocumentado de Lopetegui y este advenedizo de Solari. No, no se puede decir la palabra “cojones” porque eso es impropio de la historia del club e incompatible con un discurso de alta escuela como el del argentino.
Es mejor, por lo visto, saltar al campo a agredir a un rival como hizo ese entrenador de pura raza que es el Cholo Simeone, sí hombre, ese que tiró un balón al campo para parar una contra del equipo contrario y que se pasó cuatro partidos sancionado en Europa la pasada campaña por insultar gravemente a un árbitro o con ocho por darle una colleja al cuarto árbitro en un partido de Supercopa de España allá por 2014.
Por Dios, dónde va a parar. Simeone, como en su día Guardiola o más recientemente Valverde nunca castigan si sientan a tal o cual jugador, en todo caso, rotan y dosifican sabiamente sus plantillas. No como el “agradaor” argentino, que siempre rema a favor de corriente, diciendo y haciendo lo que le gusta a Florentino.
Porque no hay nada peor que te cuelguen un sambenito y al pobre Solari, que apenas lleva un mes (y salvo el paréntesis de Eibar, con buenos resultados), ya le han colgado unos cuantos. Hay que machacarle y cuanto antes mejor, no sea que nos salga otro Zidane y empiece a ganar títulos y la liemos parda…
Texto: Diego J. Montero
Foto de portada: Pasión Fútbol