#BlancoYEnBotella | Reinventando el Santiago Bernabéu
Pocas veces se ha vilipendiado más un proyecto tan ambicioso y necesario como el de la profunda reforma del Santiago Bernabéu, una vez solventadas todas las trabas administrativas que la administración municipal de Manuela Carmena ha estado años poniéndole al club blanco.
A pesar de que el Museo del Santiago Bernabéu es santo y seña del turismo madrileño (no en vano es el segundo museo más visitado después del Prado) y un atractivo indudable para los turistas foráneos, tanto extranjeros como españoles, el Consistorio madrileño no ha parado de ponerle palos en las ruedas a un proyecto que, no sólo iba a dinamizar la zona sino que además sería un reclamo turístico aún mayor al actual.
Y lo mejor de todo es que, a diferencia de otros proyectos urbanísticos similares de la capital como por ejemplo el Wanda Metropolitano, el nuevo Santiago Bernabéu no le iba a costar ni un solo euro al contribuyente madrileño.
Sin embargo, como digo, todo fueron trabas administrativas y maniobras jurídicas de dilación del procedimiento que, desgraciadamente, provocó incluso que desistiese IPIC, el gigante energético chino que iba a hacerse cargo íntegramente de la reforma con 400 millones de euros.
Un proyecto injustamente criticado por el antimadridismo… y parte del madridismo
Pues bien, ahora que por fin el club blanco se ha conseguido zafar de los mil y un palos en la rueda que le han ido poniendo y el Madrid ha conseguido sacar a la luz su revolucionario proyecto, la prensa y algunos madridistas de pipa y puro ya han puesto el grito en el cielo para criticarlo.
Los primeros, cómo no, los diarios “dizque” madridistas As y Marca o mejor dicho, sus vertientes Ass y Marça.
Así pues, Roberto Palomar, ese antimadridista recalcitrante y cabeza visible de la línea pastoral del otrora diario de cabecera del madridismo Marca, no tardó en definir el nuevo Bernabéu como un “gran centro comercial con unas porterías y un campo de fútbol dentro”.
Pero es que Relaño, entre bollo y bollo y entre siesta y siesta, fue más allá y definió al futuro estadio como “una lata de sardinas”.
No esperaba que estos sujetos ni otros mariachis de la prensa alabaran un proyecto que, en cuanto acabe (si todo va como debe, en un par de años), no sólo habrá hecho del Santiago Bernabéu el mejor y más moderno estadio del mundo sino que habrá rediseñado todas las zonas aledañas, dándoles un nuevo impulso urbanístico y empresarial.
Pero es que, además, pondrá a disposición del club unas instalaciones de primer orden, a la vanguardia del mundo, que le permitirán al club rentabilizar las instalaciones y convertirlas en una fuente masiva de ingresos extra.
En concreto, y como afirmó el propio Florentino Pérez en la pasada Asamblea del club, el nuevo estadio podría generar en torno a 150 millones al año. Un dinero imprescindible para seguir en la élite, especialmente en unos tiempos en los que ya nos está resultando casi imposible competir contra equipos financiados bajo cuerda por Estados, especialmente árabes.
Por eso confieso que lo que sí me ha sorprendido desagradablemente han sido las críticas al proyecto, algunas de ellas feroces y en mi modesta opinión desproporcionadas, llevadas a cabo por muchos madridistas, que en la línea de los medios, se ha dedicado a mofarse como mínimo de la obra y de la inversión que va a llevar a cabo el club para realizarla.
¿Fichajes a cambio del estadio? Una gran mentira
Así, pues, algunos dicen que es un contrasentido que un equipo como el Real Madrid, que goza de una salud financiera envidiable, haya aprobado una línea de crédito de más de 500 millones a nada menos que 30 años para financiar la obra en vez de pagarlo con sus propios fondos, a razón de 25 millones al año, una cifra ridícula para un club con el músculo financiero del Real Madrid.
Incluso los hay quien vincula la ausencia de fichajes de relumbrón al hecho de la reforma del estadio. Nada más falso.
El Real Madrid no ha querido entrar en el juego de pagar auténticas cifras disparatadas por jugadores que, siendo estrellas (p.ej.: Neymar, del que se llegó a decir que el club debía pagar hasta 300 millones de euros por él) no el mero hecho de la imposibilidad de rentabilizarlo a corto o medio plazo, como sí hicieron por el contrario, otros jugadores en su día fichados a precios absolutamente desmesurados para la época como Figo, Zidane, Beckham y sobre todo, Cristiano Ronaldo (el fichaje más rentable a todos los niveles de la historia del fútbol), Kaká o James.
De hecho, lo que sería un auténtico disparate es hipotecar al club gastándose 250-300 millones por jugadores que, por muy iconos deportivos y por ende, publicitarios, nunca obtendrían el retorno económico que sí obtuvieron, por ejemplo, los antes citados. Algo que, unido a un sueldo anual astronómico, podría lastrar gravemente nuestras finanzas.
Es más, ni siquiera Neymar, que es el único jugador en la actualidad que podría “sentarse en la mesa” junto a Messi y Cristiano Ronaldo como reclamo publicitario mundial, podría rentabilizarse mínimamente con un coste de fichaje acorde a las cifras que se manejaron este verano para una hipotética contratación del brasileño por el Real Madrid.
Un lastre que, por el contrario, y analizado su coste financiero, no representa en absoluto la línea de crédito firmada por la Directiva y ratificada en la Junta Extraordinaria de septiembre, de modo que el hecho de firmar o no jugadores y pagar o no un proyecto, que va mucho más allá del mero cierre del estadio,
Porque los que critican la reforma del Bernabéu calificándola como una simple obra de techado del campo demuestran no haber dedicado ni un solo minuto al contenido del proyecto, además de tener una visión absolutamente obtusa y cortoplacista.
Porque sí, mucho odio al fútbol moderno, mucha mofa con lo de ser líderes en la Lista Forbes, mucha crítica a la política del club en su búsqueda de fuentes alternativas de ingresos extraordinarios.
Y criticar que si el estadio está lleno de chinos y árabes, que si la camiseta blanca e inmaculada está manchada con publicidad y de colores extraños, ajenos a nuestra historia, pero luego todos los veranos a exigir fichajes a cuál más caro y repetir como papagayos esa chorrada elefantiásica de “los millones en el campo, no en el Banco”…
Pues bien, si algo encarna la búsqueda de vías alternativas de ingresos que luego nos permitan no sólo “ilusionar al aficionado” (como si la dirección deportiva del club y su directiva no tuviesen nada mejor que hacer y dirigir el club que eso, ilusionar) sino, lo más importante, mantener la supervivencia económica del club en un futuro y sobre todo, seguir en la élite deportiva.
Pero, sobre todo, para evitar que, como ya nos ha pasado desgraciadamente en un pasado no muy lejano, por no cuidar de las cuentas y dilapidar el dinero en fichajes “ilusionantes” y pagar sueldos muy por encima de las posibilidades del club, se tenga que vender a nuestras estrellas para poder pagar las nóminas de los empleados y rozar la bancarrota.
Texto: Diego J. Montero
Fotos: AS